La excelente mala salud de Twitter
La red social atesora algo que sigue haciendo valioso y atractivo participar de su coro de voces planetario
Hace meses que las dudas sobre su modelo de negocio y su capacidad de crecimiento parecen lastrar el vuelo de Twitter. Prestigiosos analistas ya se han apresurado a decretar su inminente final ante las dificultades para ser una empresa rentable y el irremediable estancamiento de su poblaci¨®n de usuarios activos, un escenario que ha acompa?ado la reciente celebraci¨®n de sus 10 a?os de vida.
Los ¨²ltimos cambios con los que la compa?¨ªa ha tratado de enriquecer la experiencia de lectura incorporando el criterio de relevancia como alternativa al estricto orden cronol¨®gico provocaron una revuelta preventiva entre los defensores de las esencias que tom¨® cuerpo con el elocuente #RIPTwitter como tendencia mundial. Pero quiz¨¢ en este caso pueda volver a ser cierta la frase de Mark Twain (¡°Las informaciones sobre mi muerte han sido notablemente exageradas¡±). Nunca una empresa tan cuestionada goz¨® de tanta proyecci¨®n y visibilidad global.
Pese a la indudable hegemon¨ªa de Facebook como red social depositaria de las relaciones personales y de las emociones individuales, Twitter atesora algo que sigue haciendo valioso y atractivo participar, incluso como mero observador, de su coro de voces planetario. Pese al ruido, lo desproporcionado de sus reacciones, el matonismo, la inercia hacia la superioridad moral y otros males propios del entorno, sigue siendo el lugar en el que estrellas y l¨ªderes de todos los ¨¢mbitos eligen hacer p¨²blicos sus movimientos y opiniones y donde los deslices del pasado pueden resultar m¨¢s nocivos para una reputaci¨®n.
Es tambi¨¦n ese espacio en el que cualquiera puede rozar o instalarse en la fama si acierta con el tuit adecuado en el clima de opini¨®n propicio. Una fuente constante de actividad verbal y de ingenio en la que informarse, divertirse, reconocerse y reconocer, empatizar, polemizar, delinquir y medir adhesiones y vanidad. En un contexto de relaci¨®n intensiva con la peque?a pantalla del tel¨¦fono, el fluir incesante de tuits ofrece un alivio seguro para el horror vacui. Es, en suma, un oc¨¦ano abierto y p¨²blico en el que los medios de comunicaci¨®n han encontrado una fuente de informaci¨®n barata, instant¨¢nea y recurrente normalmente identificada como ¡°lo que ocurre en las redes¡±, ese microclima tan f¨¢cil de acotar pero ajeno casi siempre al mundo real.
Gracias al tratamiento digital del ingente rastro de datos que genera a diario, la tecnolog¨ªa que sostiene el funcionamiento Twitter nos ofrece la tinta con la que ver dibujados los latidos de actividad en sus dominios, los hitos de la conversaci¨®n global. Podemos interpretarlo como un sism¨®grafo de los estados de opini¨®n en peque?os o grandes espacios. Ef¨ªmeros, cambiantes, leves. Pero a¨²n cargados de vida. Otra cosa distinta es c¨®mo hacerlos econ¨®micamente sostenibles y c¨®mo garantizar la relevancia de la plataforma m¨¢s all¨¢ del chiste r¨¢pido.
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