Fe de errores
Pedro S¨¢nchez propone un acuerdo tripartito de viabilidad m¨¢s que dudosa
Los protagonistas de la nueva negociaci¨®n pol¨ªtica tienen que ense?ar mucho m¨¢s claramente sus cartas para valorar si existe alguna posibilidad m¨ªnima de formar el ¡°Gobierno progresista¡± o ¡°del cambio¡± evocados por Pablo Iglesias y Pedro S¨¢nchez, o si la reuni¨®n y las palabras de ayer fueron solo para la galer¨ªa, como parece. La negociaci¨®n entre PSOE, Ciudadanos y Podemos, propuesta por S¨¢nchez, ser¨ªa te¨®ricamente suficiente (199 diputados), pero su ¨²nico denominador com¨²n consiste en desalojar de La Moncloa a Mariano Rajoy. A estas alturas no se puede empezar como si las elecciones se hubieran celebrado ayer: han transcurrido 102 d¨ªas y ya es hora de distinguir entre pol¨ªtica e ilusionismo.
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Hemos escuchado unos cuantos enunciados ¡ªley electoral, medidas contra la corrupci¨®n, justicia social¡ª y la tendencia a aparcar o relativizar nada menos que la pol¨ªtica econ¨®mica o la reforma de las estructuras del Estado. Son estos asuntos los que hacen casi imposible un acuerdo entre Albert Rivera y Pablo Iglesias que pueda servir para hacer presidente del Gobierno a Pedro S¨¢nchez. En lo escuchado ayer no hay un verdadero plan, solo tacticismos encaminados a desbloquear la formaci¨®n de un Ejecutivo. Y sin proyecto es imposible valorar en serio una reuni¨®n de la que solo sali¨® el acuerdo de volver a reunirse.
Ahora se ven con mayor claridad los errores cometidos desde que se empezaron a trenzar los mimbres de un nuevo Gobierno. En lo que se refiere a los l¨ªderes del intento de negociaci¨®n, Pedro S¨¢nchez nunca debi¨® negarse tajantemente a todo contacto con el Partido Popular, que le obliga a buscar los apoyos a su investidura por caminos tortuosos. Esta situaci¨®n no tiene salida sin la abstenci¨®n de uno de los dos grandes partidos, y es eso lo que deber¨ªa de haber negociado S¨¢nchez en lugar de insistir en un acuerdo ¡°de izquierdas¡± con una fuerza que, aceptando que merezca esa etiqueta, ser¨ªa m¨¢s bien una izquierda arcaica y extrema incompatible con los valores que debe defender una fuerza socialdem¨®crata, moderna, reformista y proeuropea como tiene que ser el PSOE.
En todo caso, el acuerdo con Podemos, desaconsejable, tampoco parece posible, por lo visto ayer. Es verdad que las formas son m¨¢s corteses, los vetos menos tajantes y los requiebros al adversario m¨¢s insistentes. Que Iglesias renuncie a un cargo que nunca tuvo (la vicepresidencia del Gobierno) en aras de un pacto, o que est¨¦ dispuesto a hablar con S¨¢nchez y Rivera cuando reclamaba exclusividad con el PSOE dice mucho de sus capacidades de actor, m¨¢s que de pol¨ªtico. Todos tendr¨ªan que tragarse sus palabras y cambiar sustancialmente de posiciones para que fuera posible un pacto de investidura. Sin embargo, las piezas del rompecabezas parecen hoy tan incompatibles como en los meses precedentes.
Cada vez queda menos tiempo para la disoluci¨®n de las Cortes y los partidos recelan de jug¨¢rsela en las urnas. Pero un acuerdo resulta tan dif¨ªcil que m¨¢s bien hay que ver en las actitudes de todos un intento de cargar al otro con la responsabilidad de un fracaso. El ¡°ya se ver¨¢¡± de Pedro S¨¢nchez no solo es una confesi¨®n de fragilidad, sino que nos deja a oscuras sobre lo que est¨¢ dispuesto a ceder y con qui¨¦n pretende realmente gobernar.
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