El ruido de Twitter apaga el reportaje del a?o
Gay Talese narra la historia real de un ¡®voyeur¡¯ que remodel¨® un hotel para espiar a los clientes
El escritor estadounidense Gay Talese descubri¨® la semana pasada qu¨¦ supone convertirse en el centro de una tormenta de cr¨ªticas en las redes sociales. Primero declar¨® durante una conferencia en Boston que no pod¨ªa nombrar a ninguna escritora que le hubiera influido de joven, en los comienzos de su carrera. Despu¨¦s, un art¨ªculo de The New York Times aseguraba que le hab¨ªa preguntado a una reportera afroamericana si despu¨¦s de la entrevista ir¨ªa a ¡°hacerse las u?as¡± y ¡°cu¨¢ndo y por qu¨¦¡± hab¨ªa sido contratada por ese diario.
El revuelo dur¨® m¨¢s de 24 horas e incluy¨® un comunicado de la defensora del lector del Times por haber publicado una pieza visiblemente favorable al escritor, la correspondiente avalancha de mensajes en Twitter en defensa de novelistas y periodistas femeninas y en contra de la discriminaci¨®n e iniciativas para recomendar firmas a las que Talese puede leer.
Pero ninguno de ellos hac¨ªa referencia a la ¨²ltima publicaci¨®n del escritor, un reportaje tan espeluznante como desconcertante en la revista The New Yorker, anticipo de su pr¨®ximo libro. El motel del voyeur cuenta la historia de Gerald Foos, un hombre que contact¨® con Talese para contarle c¨®mo hab¨ªa comprado un hotel en Colorado, lo hab¨ªa remodelado para poder espiar desde un falso techo en las habitaciones y hab¨ªa catalogado las pr¨¢cticas sexuales de sus hu¨¦spedes durante d¨¦cadas. Solo dos personas conoc¨ªan este asalto a la privacidad: la mujer del voyeur y Talese. El escritor lleg¨® a visitar el motel y a espiar a una pareja junto al due?o.
Internet se pod¨ªa haber encendido estos d¨ªas debatiendo si Talese fue c¨®mplice de un delito, d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites ¨¦ticos del periodismo o los valores de uno de los periodistas m¨¢s admirados y respetados de Estados Unidos. Este oto?o, el escritor de 84 a?os publicar¨¢ un libro basado en la valiosa informaci¨®n que comparti¨® con ¨¦l Foos, el voyeur, que tambi¨¦n ha cobrado por sus diarios. Cuando su contenido salga a la luz, 36 a?os despu¨¦s, puede que ya haya prescrito cualquiera de los delitos en los que hubieran incurrido los dos.
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