No da para m¨¢s
No se puede esperar. Tras Soria, el PP debe regenerarse a fondo, sin Rajoy
Jos¨¦ Manuel Soria es el segundo pol¨ªtico europeo que presenta su renuncia por el ¨²ltimo esc¨¢ndalo de las sociedades offshore, tras la del primer ministro island¨¦s. Soria abandona en unas condiciones penosas para el discurso de regeneraci¨®n pretendido por su partido, en el tramo final del periodo de formaci¨®n de Gobierno y a 10 semanas de una probable cita con las urnas. Y, sobre todo, deja en una posici¨®n muy comprometida a su jefe pol¨ªtico, Mariano Rajoy. Despu¨¦s de desmentir tajantemente cualquier vinculaci¨®n a para¨ªsos fiscales, el hasta ahora ministro de Industria, Energ¨ªa y Turismo se encontr¨® ante las pruebas de su participaci¨®n hasta 2002 en una sociedad registrada en el para¨ªso fiscal de Jersey. A partir del conocimiento de ese hecho, el Gobierno no tuvo m¨¢s remedio que retirarle el apoyo.
A costa de sacrificar a uno de los ministros reputados como de mayor confianza, Rajoy trata de alzar un cortafuegos para intentar su supervivencia. Es una estrategia que no deber¨ªa de funcionarle. El caso Soria no solo liquida cualquier hip¨®tesis de entenderse con el PSOE antes de la nueva ronda de consultas convocada por el Rey, sino que deber¨ªa de significar el final del propio Rajoy. Si antes de conocerse este caso, el actual presidente en funciones estaba ya incapacitado para dirigir el nuevo periodo de reformas que Espa?a requiere, ahora, tras saberse que uno de sus m¨¢s estrechos colaboradores, uno de sus ministros, se ampar¨® en un para¨ªso fiscal, cualquier idea de que el futuro de este pa¨ªs pase por Rajoy resulta grotesca, si no alarmante.
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Las sociedades constituidas en Jersey ofrecen siempre el aspecto de estar dedicadas a minimizar el pago de impuestos. Nadie que haya operado en para¨ªsos fiscales puede estar en el Ejecutivo, seg¨²n doctrina explicitada ayer por el ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, y ratificada por la vicepresidenta, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Es lo menos que puede decirse desde un Gobierno que exige ¡ªcomo es su obligaci¨®n¡ª un comportamiento correcto a los contribuyentes, y les persiguen administrativa o judicialmente cuando no lo hacen. Deben ser por lo menos tan exigentes consigo mismos. Negar la responsabilidad de Rajoy en el comportamiento de uno de sus ministros es algo que ni el propio Rajoy parec¨ªa dispuesto a admitir hasta hace poco. En algunas entrevistas recientes, el presidente en funciones reconoc¨ªa que se sentir¨ªa afectado por la corrupci¨®n cuando le afectase a s¨ª mismo o a un miembro de su Gobierno.
Lleg¨® ese momento. Ignoramos si la actividad de la sociedad de los Soria en Jersey ten¨ªa que ver con la corrupci¨®n. Tal vez no. Pero el hecho mismo de que, cuando ya ocupaba un cargo p¨²blico en Espa?a, Soria utilizase una firma offshore es un atropello de similares proporciones a las normas que deben regir el comportamiento de un servidor p¨²blico. No da para m¨¢s. Se ha ido Soria y el PP tiene que regenerarse a fondo, reinventarse, sin Rajoy.
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