Chavales que atajan el acoso de ra¨ªz
Alumnos formados como mediadores en los institutos resuelven los conflictos del d¨ªa a d¨ªa
En el instituto Las Musas apenas pasa nada. Y lo poco que pasa, cada vez pasa menos. Esto, que parece m¨¢s bien una no-noticia, es en realidad fruto de un trabajo que empez¨® hace tres cursos y que se nota cada d¨ªa en la convivencia de este centro situado en el madrile?o barrio de San Blas. Los responsables son 16 chavales de 1? a 3? de la ESO, elegidos por sus propios compa?eros como mediadores, que act¨²an cuando surge un conflicto. Pero no solo eso. Est¨¢n atentos a otros problemas, que podr¨ªan ser germen de casos de acoso, como alumnos con problemas de adaptaci¨®n o que se sienten solos, o comentarios da?inos en las redes sociales.
"Por muy bien que funcione el centro, con 1.300 alumnos no lo puedes ver todo y te puede aparecer alguna sorpresa", afirma Jos¨¦ Antonio Exp¨®sito, director del instituto, que cree que los mediadores hacen un trabajo fundamental para evitar el temido bullying, sufrido por uno de cada 10 alumnos, seg¨²n un informe de Save the Children. "Cuando hay chicos que est¨¢n atentos para atajar estos casos, es muy dif¨ªcil que den el salto a esas tragedias que salen en los medios".
La idea es implicar a los estudiantes cuando surgen problemas de convivencia, generalmente peleas, discusiones o insultos. "Consideramos que es muy importante que los propios alumnos puedan resolver sus conflictos entre ellos mismos, a trav¨¦s del di¨¢logo y de forma pac¨ªfica", explica Marta Gonz¨¢lez, jefa de estudios, que fue quien propuso implantar la mediaci¨®n cuando lleg¨® a Las Musas, un instituto que funciona desde hace 36 a?os en el este de Madrid, con un alumnado de clase media. "Estamos muchas horas juntos, en el d¨ªa a d¨ªa surgen algunos peque?os conflictos pero no suelen ser mucho, por tonter¨ªas principalmente: equipos de f¨²tbol, por un boli, por cosas insignificantes", afirma Paula G¨®mez, de 14 a?os, mediadora de 2? de la ESO.
Estos casos se suelen resolver con una mediaci¨®n no formal, en la que los alumnos elegidos escuchan a los que est¨¢n en desacuerdo e intentan que ellos mismos acuerden una soluci¨®n en el momento. Si no logran resolverlo as¨ª, cualquiera de las partes puede pedir una mediaci¨®n formal. En este caso, se fija una reuni¨®n, que puede ser con o sin profesor, en la que los mediadores toman notas de las versiones de unos y otros, y finalmente, el acuerdo pactado se firma y se sigue su cumplimiento durante 15 d¨ªas.
El Pa¨ªs Vasco fue la primera comunidad en contar con esta figura, a finales de los a?os noventa. Despu¨¦s vinieron Catalu?a y Madrid, explica Laura Garc¨ªa Raga, investigadora principal de un proyecto de la Universidad de Valencia (financiado por la Generalitat) para evaluar la mejora de la convivencia en los centros educativos a partir de la implantaci¨®n de la mediaci¨®n. "Creo que en todas las comunidades hay iniciativas, si bien el desarrollo no es el mismo ni tampoco lo ha sido el origen". Al estar las competencias de educaci¨®n transferidas, el Ministerio carece de datos a nivel nacional. En algunas comunidades, como Catalu?a, ha existido un impulso institucional con una formaci¨®n tipificada, mientras que en otras como Madrid es una figura m¨¢s que puede incluir cada centro educativo al elaborar su Plan de Convivencia.
El primer a?o en Las Musas, cuando el proyecto implicaba a 120 alumnos de 1? de la ESO, se hicieron siete mediaciones formales. El segundo a?o, con 280 alumnos, subieron a 11. Aunque en el centro no tienen una estad¨ªstica separada de los partes que se abren por problemas de convivencia y los dem¨¢s, tanto el director como la jefa de estudios perciben que los primeros han bajado sustancialmente. "No se llega al parte de sanci¨®n y a la expulsi¨®n, porque se consigue atajar con otra serie de acuerdos", dice Gonz¨¢lez. As¨ª, por ejemplo, dos alumnos que se han peleado pueden decidir hacer un trabajo conjunto sobre la violencia y exponerlo en clase, o bajar a recoger juntos basura al patio.
"En el colegio tuve alg¨²n problema con otros ni?os, y a veces sent¨ªa que la soluci¨®n no era buena", recuerda Daniel Cerezo, en 3? de la ESO, que con 14 a?os es uno de los mediadores m¨¢s experimentados del centro. "Cuando me contaron sobre este proyecto, pens¨¦ que era mejor para solucionar muchos conflictos ya que a veces se ponen sanciones en fr¨ªo, a veces los profesores no se dan cuenta o castigan a gente que no lo merece. Con la mediaci¨®n se puede ver mucho m¨¢s a fondo el problema", explica.
Si no hablas con los chicos, hay cosas que no puedes percibir, como lo que sucede en los grupos de Whatsapp
Seg¨²n los resultados de un estudio entre 1.771 alumnos de la Comunidad Valenciana, "un 90% del alumnado afirma que recomendar¨ªa la mediaci¨®n a un amigo o amiga", dice Garc¨ªa Raga. "El dato indica muy claramente su buena acogida, a pesar de lo cual nos atrevemos a afirmar que la mediaci¨®n todav¨ªa no ha desarrollado todo su potencial". Tambi¨¦n destaca que las valoraciones m¨¢s positivas son las que hacen los propios mediadores, "quienes adquieren un gran aprendizaje, mejorando sus competencias sociales que pueden transferir a otros ¨¢mbitos, m¨¢s all¨¢ del centro".
"Es muy interesante porque empodera al alumnado, lo convierte en protagonista y en futuros ciudadanos comprometidos y responsables", opina ?ngels Grado, presidenta de Convives, una asociaci¨®n que impulsa la convivencia "en positivo" en la escuela a trav¨¦s de una revista con el mismo nombre, materiales y cursos de formaci¨®n. Grado explica que el trabajo del mediador "no es f¨¢cil, porque uno tiende a posicionarse a favor de una de las dos partes". "Tienen que tener capacidad de comunicaci¨®n, de gesti¨®n de conflictos, habilidades sociales, de escucha activa, empat¨ªa...".
"Los alumnos valoran que las relaciones entre ellos mismos no dependen de que alguien les diga c¨®mo tienen que comportarse, sino que ellos mismos saben lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal", asegura Sergio L¨®pez, uno de los siete profesores que participan en el proyecto en Las Musas y dan apoyo a los mediadores cuando los casos se complican. Pero no solo eso. "Sin existir la mediaci¨®n, muchas veces no nos llegar¨ªa la informaci¨®n de si alg¨²n alumno lo est¨¢ pasando mal por motivos personales o escolares. Por ejemplo, hemos tenido alumnos que sufrieron alg¨²n episodio de acoso antes de venir al instituto, eso no lo puedes saber. Gracias a la mediaci¨®n, nos hemos enterado de casos previos y hemos podido atajarlos".
Grado tambi¨¦n destaca el papel de los mediadores como "alumnos radar, que est¨¢n m¨¢s sensibilizados para detectar situaciones de conflicto personal, sean o no de acoso, y pueden intervenir". Daniel cuenta que, por ejemplo, act¨²an si ven "a alguien que est¨¢ muy solo en clase, que no se consigue adaptar del todo bien, o no se siente tan c¨®modo. Hablamos con ellos en un tono amigo, intentamos verles en los recreos, preguntarles qu¨¦ tal les ha ido el d¨ªa". "Tampoco tenemos que ser c¨¢maras de vigilancia, pero hay cosas que se notan, que se ven a la legua cuando est¨¢s conviviendo", asegura Malena Lucas, otra mediadora de 3? de la ESO.
Las redes sociales tambi¨¦n son otro de los ¨¢mbitos donde la presencia de los mediadores cobra relevancia, ya que el uso generalizado de los smartphones entre los adolescentes extiende las posibilidades de conflicto fuera del centro y del horario escolar. "Si no hablas con los chicos, hay cosas que no puedes percibir, como lo que sucede en los grupos de Whatsapp", asegura Exp¨®sito. En Catalu?a, explica Grado, los mediadores reciben charlas de la polic¨ªa sobre el uso seguro de Internet, y se convierten en una suerte de "cibermanagers", que sirven de "referente y ayuda para situaciones de conflicto en redes sociales que si no se paran se pueden convertir en una gran bola y acabar en acoso". Algo parecido hacen en Las Musas: cuando ven que en una conversaci¨®n salen ciertas palabras o empiezan discusiones, env¨ªan el logotipo que representa al equipo de mediadores. "Les recordamos que se pueden solucionar las cosas de otra manera", explica Paula.
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