Los descubrimientos cient¨ªficos que permanecen ocultos en s¨®tanos
Ochenta a?os antes del hallazgo del primer planeta extrasolar, ya se hab¨ªa registrado otro en unas placas que no se supieron interpretar. Ha pasado otras veces en la historia de la ciencia
En los s¨®tanos de un centro de investigaci¨®n californiano se ocultaba un pedazo de informaci¨®n sobre el universo digno de un Nobel. Seg¨²n cont¨® la Instituci¨®n Carnegie la semana pasada, entre las placas de cristal donde hace un siglo los astr¨®nomos recog¨ªan los espectros de estrellas que observaban con telescopios como el del Monte Wilson, junto a Los ?ngeles (EE UU), ya hab¨ªa pruebas de la existencia de planetas m¨¢s all¨¢ del Sistema Solar.
En particular, se refieren a una imagen de 1917 en la que se observa el espectro de una enana blanca, el tipo de estrella en que se convertir¨¢ el Sol cuando agote su combustible nuclear. Este tipo de registros se toman rompiendo la luz como con un prisma y sirven para conocer la composici¨®n qu¨ªmica de objetos como las estrellas o del tipo de materia que ha atravesado la luz de un astro en su camino hasta la Tierra.
Jay Farihi, investigador del University College de Londres, buscaba registros antiguos de enanas blancas en busca de los sistemas planetarios que las rodean. Hasta hace pocos a?os se cre¨ªa que alrededor de estas estrellas en la fase final de su vida, no deber¨ªa encontrarse un disco de escombros como sucede en los sistemas que a¨²n est¨¢n en formaci¨®n y en los que la materia no ha tenido tiempo de encontrar su lugar. Sin embargo, cuando Farihi analiz¨® las placas californianas de una estrella descubierta por el astr¨®nomo Adriaan van Maanen, observ¨® unas l¨ªneas de absorci¨®n que revelaban la presencia de elementos pesados como calcio, magnesio o hierro que deber¨ªan haberse integrado naturalmente en el interior de la estrella atra¨ªdos por su gravedad.
¡°El mecanismo que crea los anillos de restos de planetas, y la deposici¨®n en la atm¨®sfera estelar, requiere la influencia gravitacional de planetas completos¡±, explic¨® Farihi. ¡°El proceso no podr¨ªa suceder al menos que los planetas estuviesen ah¨ª¡±, concluye. Esto significar¨ªa que, aunque no se supo reconocer, ya se hab¨ªa registrado la existencia de exoplanetas 78 a?os del primer descubrimiento oficial de uno de ellos.
No es la primera vez que sucede algo similar. Para encontrar cualquier cosa es necesario tener una idea de lo que se est¨¢ buscando y a principios de siglo los astr¨®nomos a¨²n discut¨ªan si exist¨ªan otras galaxias aparte de la nuestra o la V¨ªa L¨¢ctea era todo el universo. El caso de los p¨²lsares es otro caso en el que un descubrimiento escap¨® a los astr¨®nomos que lo vieron sin reconocer su relevancia. En los a?os 30, Walter Baade y Fritz Zwicky propusieron la posibilidad de que existiesen estrellas ultradensas compuestas fundamentalmente por neutrones. En 1967, Jocelyn Bell, en la Universidad de Cambridge, encontr¨® una extra?a se?al de radio que en alg¨²n momento se interpret¨® como una se?al de una civilizaci¨®n extraterrestre. Finalmente, aquel pulso se asoci¨® a las estrellas de neutrones de Baade y Zwicky y le valieron el Nobel al director de tesis de Bell, Antony Hewish.
Urano se observ¨® hace m¨¢s de 2.000 a?os, pero hasta el siglo XVIII se cre¨ªa que era una estrella
¡°Unos meses antes, se hab¨ªa detectado una fuente de rayos X en el centro de la Nebulosa del Cangrejo, que ahora se sabe que es un resto de supernova, la de 1054, descrita por astr¨®nomos chinos y ¨¢rabes¡±, explica Javier Armentia, director del planetario de Pamplona. ¡°Al analizar los datos de la secuencia de tiempo de esos rayos X se ve¨ªa que ten¨ªa una variaci¨®n de segundos: esa radiaci¨®n estaba producida por un pulsar¡±, a?ade. Sin embargo, los astr¨®nomos ¡°no supieron interpretarlo y descartaron la variaci¨®n como fluctuaciones del detector¡±.
Otro ejemplo cl¨¢sico de observaciones que tardaron tiempo en interpretarse como lo que era es el del estudio de Urano. Este planeta se puede ver sin necesidad de telescopios y es posible que Hiparco lo incluyese hacia el 128 a.C. en su cat¨¢logo de estrellas. Pero no fue hasta 1781 cuando William Herschel lo identific¨® por primera vez como algo distinto de una estrella y es a ¨¦l a quien se considera su descubridor. No obstante, tampoco ¨¦l fue capaz de interpretarlo como un planeta a la primera y en un principio lo consider¨® un cometa. Necesit¨® la ayuda de otros colegas para identificarlo como el sexto planeta del Sistema Solar.
¡°Entre la gran cantidad de informaci¨®n que hay acumulada en almacenes como el de Carnegie o en los discos duros de instituciones similares hay informaci¨®n que si sabemos entender o que si vinculamos a otros planteamientos te¨®ricos tendr¨¢ premio¡±, apunta Armentia. ¡°Por eso, desde hace muchos a?os, todos los bancos de datos de las observaciones astron¨®micas ofrecen los brutos para quien los quiera consultar y trate de interpretarlos¡±, contin¨²a. Y hay informaci¨®n muy interesante que se est¨¢ digitalizando para mejorar el acceso. ¡°Es lo que se est¨¢ haciendo con el archivo fotogr¨¢fico del Observatorio Astron¨®mico de Harvard, que se hizo famoso por las mujeres que contaban y clasificaban las estrellas¡±, se?ala Armentia. ¡°Las placas eran de mucha calidad, tambi¨¦n porque el cielo antes era m¨¢s oscuro¡±, afirma. Es posible que all¨ª, ocultos entre cantidades ingentes de informaci¨®n se encuentren detalles capaces de transformar nuestra imagen del cosmos.
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