La herencia ranchera de El Potrillo Pop
El ¨²ltimo gran cantante folcl¨®rico mexicano Vicente Fern¨¢ndez dice adi¨®s. Su hijo Alejandro toma el relevo
Un mariachi o es guapo o es macho. As¨ª lo se?alaba siempre el ¨²ltimo de ellos, Vicente Fern¨¢ndez. Por debajo de su sombrero de charro de pelo de liebre, sus largas patillas y bigote negro, a sus 76 a?os, asomaba siempre una barriguita parrandera. Nunca se pareci¨® a su ¨ªdolo, Pedro Infante: de cintura min¨²scula y estilizada. La esencia de la seducci¨®n que Chente supo explotar proced¨ªa de su concepto de virilidad. Su hijo, Alejandro, de 44 a?os, es la versi¨®n pop de los charros de hoy. Se enfunda en el traje t¨ªpico, como su padre, pero las canitas a lo Richard Gere, su sonrisa de mujeriego y su atractivo natural delatan que las rancheras atraviesan otra ¨¦poca. Ahora toma el relevo del ¨²ltimo gran cantante de m¨²sica folcl¨®rica mexicana, que se acaba de despedir de las tablas para siempre, y muchos sospechan que la segunda versi¨®n no se parece en nada a la primera.
¡°Cuando, en los mejores a?os de Vicente, uno acud¨ªa a sus conciertos se iba a casa con la sensaci¨®n de haberse pegado una borrachera con ¨¦l¡±, cuenta Gilberto Barrera, un veterano periodista que ha seguido de cerca la carrera de ambos. Y a?ade: ¡°Con su hijo no ocurre lo mismo. Se ha convertido m¨¢s en una estrella¡±. Alejandro ha cantado con Cristina Aguilera y Beyonc¨¦, entre otros muchos.
Vicente sube armado al escenario. Cuando se cansa, se sienta y se bebe una botella completa de co?ac. Los espectadores le gritan: ¡°?Ay, ay, ay!¡±. Las rancheras siempre se han relacionado con el ambiente de madrugada, a B¨¦bete esta botella conmigo, al estilo Jalisco (por el tequila), a sufrir Por tu maldito amor y a llorar con el alma hecha pedazos. El ¨¦xito de la ¨²ltima leyenda viva de la m¨²sica folc¨®rica mexicana radic¨® siempre en que cualquiera pod¨ªa identificarse con ¨¦l.
Suenan los violines. Entran las palmas. Alejandro, conocido como El Potrillo, ensancha sus orificios nasales y sonr¨ªe con todos los dientes. No importa que vaya a entonar: ¡°?Quiero que se oiga mi llanto!¡±. Mucho m¨¢s distante y fr¨ªo que su padre con el p¨²blico, sus seguidores lo ven como un aut¨¦ntico art¨ªculo de lujo. Llena plazas y recintos en M¨¦xico, pero tambi¨¦n fuera del pa¨ªs. En Las Vegas le arrebat¨® las tablas al mism¨ªsimo Luis Miguel. Mientras Vicente se bastaba con un conjunto de mariachis, El Potrillo supo desde sus inicios que si quer¨ªa triunfar deb¨ªa superar el gran espect¨¢culo que daba Luismi con su famosa La Bikina.
El Potrillo sab¨ªa tambi¨¦n que no pod¨ªa llegar muy lejos solo cantando m¨²sica ranchera. En Espa?a se dio a conocer en 2004 con su famosa Canta coraz¨®n, un sencillo pop azucarado a prueba de ¨¦xitos radiof¨®nicos. Y llen¨® el Palacio de los Deportes de Madrid con una coletilla baja y repeinada, ataviado con camisa vaquera desabrochada hasta el pecho. En un golpe de vestuario, pas¨® de ranchero a latin lover. Algo que nunca le gust¨® a su conservador padre, seg¨²n cuenta Barrera.
¡°Mientras ustedes no dejen de aplaudir, su Chente no deja de cantar¡±. Esa frase, pronunciada por Vicente en un concierto en sus inicios cuando los organizadores quer¨ªan bajarlo del escenario, se convirti¨® en un grito de guerra. Con ¨¦l, adem¨¢s, su p¨²blico sab¨ªa que no pagar¨ªa cantidades desorbitadas de dinero por verlo, porque el artista se encargaba de negociar ese punto con el recinto. As¨ª fue en su ¨²ltimo concierto el pasado s¨¢bado: unas 85.000 personas acudieron a despedirse del charro en un evento gratuito en el emblem¨¢tico Estadio Azteca. Puede que en lo que m¨¢s se asemejen sea en su fama de mujeriegos.
Chente se ha enfrentado a un c¨¢ncer y a varias cirug¨ªas. Pero siempre ha hecho famoso el dicho: ¡°Lo dif¨ªcil en esta vida es nacer. ?Morir? A todos nos va a llevar la chingada¡±. El Potrillo toma el relevo de la leyenda de su padre y no est¨¢ claro si el traje ajustado de charro podr¨¢ combinar con su pecho de mirrey mexicano. Las rancheras a lo Fern¨¢ndez se enfrentan a la era pop.
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