Draghi tiene razones
El asedio del gobierno alem¨¢n al Banco Central Europeo da?a la pol¨ªtica monetaria com¨²n y destruye la credibilidad del euro
Las tensiones entre el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y algunos miembros destacados del gobierno de Berl¨ªn reflejan de entrada las dificultades de los agentes econ¨®micos alemanes para aceptar una pol¨ªtica monetaria com¨²n, pensada y ejecutada para todos los pa¨ªses de la eurozona y no solo para los intereses monetarios de uno de ellos. Las acusaciones del ministro de Finanzas, Sch?uble, de que la pol¨ªtica expansiva de Draghi exacerba el populismo en Alemania, son toscas e infundadas. Tambi¨¦n podr¨ªa decirse que las pol¨ªticas de austeridad han arruinado a muchas personas y familias; pero no es este el an¨¢lisis que cabe esperar de un ministro europeo. La respuesta de Draghi fue sensata: el BCE trabaja para hacer cumplir sus fines (el control de la inflaci¨®n) y las leyes que asisten a la instituci¨®n, y socavar el prestigio del Banco s¨®lo conduce a deteriorar la eficacia de los planes monetarios.
En este conflicto Draghi tiene la raz¨®n. Proclamar que la quantitative easing tiene efectos contraproducentes es una obviedad; cualquier decisi¨®n econ¨®mica los tiene. Lo que cuenta es balance neto entre los efectos conseguidos y los desperfectos causados. Diga lo que diga el equipo econ¨®mico alem¨¢n, existe un amplio acuerdo global en que las medidas de excepcionalidad monetaria son correctas, porque es lo que cabe hacer en un diagn¨®stico de casi estancamiento combinado fatalmente con casi deflaci¨®n. Lo que molesta en Berl¨ªn es que la politica de bajos tipos de inter¨¦s perjudica notablemente m¨¢s a un pa¨ªs, como Alemania, que tiene una gran tasa de ahorro, que a otras econom¨ªas como la francesa o la espa?ola.
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La canciller Merkel tambi¨¦n se equivoc¨® cuando sali¨® a defender a su ministro de Finanzas. El BCE puede ser objeto de cr¨ªticas, faltar¨ªa m¨¢s, pero no es lo m¨¢s adecuado que procedan de miembros de un equipo de gobierno de la Uni¨®n; organizaciones hay en abundancia en el pa¨ªs que pueden expresar su desacuerdo. Pero lanzadas desde el Ejecutivo, de forma abrupta, deterioran la credibilidad de la instituci¨®n. Nunca debe cometerse ese error, pero con m¨¢s raz¨®n en un periodo tan delicado para el euro como ¨¦ste.
Merkel y Sch?uble entienden que una zona monetaria es un territorio complejo, con intereses contradictorios; la pol¨ªtica monetaria, aunque sea la correcta, como es el caso, refleja esas contradicciones, sobre todo cuando s¨®lo se dispone del coste del dinero como herramienta com¨²n.
El plan alem¨¢n para limitar los bonos en poder de la banca, al que se oponen Francia, Italia y Espa?a, es otro ejemplo de terquedad innecesaria. Efectivamente, la tenencia de deuda relaciona indebidamente la solvencia de la banca con la posici¨®n de la deuda p¨²blica de un pa¨ªa; pero si se quiere limitar ese riesgo, debe hacerse con el acuerdo de todos los pa¨ªses ¡ªy no por imposici¨®n de Berl¨ªn y sus sat¨¦lites¡ª y una vez que se encuentre un procedimiento para reabsorber la deuda.
Por lo tanto, ser¨ªa conveniente que cesara el asedio p¨²blico al BCE y la conraposici¨®n sistem¨¢tica de los intereses de Alemania con los de la eurozona.
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