Necesitamos recuperar a Occidente
La visi¨®n occidental que defiende Obama es internacionalista y liberal, y mucho m¨¢s atenta que antes a las necesidades del Sur. La alternativa no es una idea m¨¢s progresista, sino una horrenda amalgama de Putin, Trump y Le Pen
?Qu¨¦ ha sido de Occidente? Barack Obama acaba de visitar Europa para ensalzar y reforzar a Occidente, pedir a Gran Breta?a que permanezca en la UE y a Alemania que apoye el proyecto de acuerdo comercial transatl¨¢ntico (TTIP por sus siglas en ingl¨¦s). Las reacciones de los brit¨¢nicos, los alemanes y los estadounidenses indican que ha ensalzado a un fantasma. O al menos, a algo que ya no es lo que era.
En un art¨ªculo publicado en The Daily Telegraph, el manual matutino de la clase media conservadora inglesa, Obama record¨® todas las instituciones que han ayudado a crear Gran Breta?a y EE UU juntos desde 1945, as¨ª como el hecho de que la UE ha contribuido a ¡°difundir los valores y los usos brit¨¢nicos ¡ªdemocracia, Estado de derecho, mercados libres¡ª en todo el continente y su periferia¡±. Su recompensa fue una cr¨ªtica feroz de Boris Johnson, alcalde de Londres, en el mismo peri¨®dico. Johnson, que ya hab¨ªa insinuado que Obama era antibrit¨¢nico debido a sus or¨ªgenes kenianos, despotric¨® esta vez contra ¡°los presidentes norteamericanos, l¨ªderes empresariales y peces gordos de todo tipo¡± que quieren que Gran Breta?a siga siendo cautiva de Europa.
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Curiosamente, el desde?oso partidario del Brexit no se molest¨® en responder al argumento general de Obama sobre los intereses y valores amenazados de Occidente. El centro de sus comentarios era yo, yo, yo. Gran Breta?a estar¨ªa mejor con nuestros propios acuerdos comerciales, tendr¨ªa menos inmigrantes, ser¨ªa un pa¨ªs m¨¢s feliz, m¨¢s soberano, m¨¢s libre. No preguntes qu¨¦ puede hacer Gran Breta?a por el mundo, pregunta qu¨¦ puede hacer el mundo por Gran Breta?a.
Qu¨¦ diferencia con el debate desarrollado en los primeros a?os setenta, cuando el Reino Unido decidi¨® entrar en la Comunidad Europea. Por supuesto, los principales motivos para hacerlo eran econ¨®micos. Sin embargo, cuando le¨ª las actas de los debates parlamentarios de la ¨¦poca, lo que me impresion¨® fue que los conservadores de entonces defendieron este compromiso continental como una contribuci¨®n a la seguridad de Occidente contra la URSS. En aquellos tiempos, los conservadores eran los que sol¨ªan tener una visi¨®n m¨¢s amplia, mientras que los laboristas tend¨ªan a ser m¨¢s euroesc¨¦pticos y aislacionistas; hoy ocurre todo lo contrario. El partido de Churchill, o al menos su mitad euroesc¨¦ptica, ha abandonado a ese Occidente que Churchill ayud¨® a construir m¨¢s que nadie.
Obama fue de una comida con los miembros de la Casa de Hannover (hoy Windsor) a una feria industrial en Hannover, Alemania, a probarse unas gafas de realidad virtual con Angela Merkel y defender la necesidad del TTIP. Sin embargo, su intento de reforzar a Occidente volvi¨® a toparse con la oposici¨®n y el escepticismo generales. En una extraordinaria columna para la revista Der Spiegel, Jakob Augstein calific¨® a Obama como ¡°el ¨²ltimo presidente de Occidente¡±. ¡°La palabra Occidente, antes, significaba algo¡±, escrib¨ªa. ¡°Defin¨ªa los valores y los objetivos de un mundo mejor¡±. Ya no. Hoy, los europeos ¡°pensamos en Estados Unidos, cada vez m¨¢s, de la misma forma que en Rusia, China e India¡±. Lo har¨¢s t¨², Jakob. Pero es indudable que expresa un sentimiento muy extendido en Alemania, que vive una lejan¨ªa pol¨ªtica, cultural y emocional cada vez mayor de EE UU.
El l¨ªder estadounidense quiere fortalecer los lazos atl¨¢nticos en contra del escepticismo general
Mientras tanto, en su propia casa, casi todos los aspirantes a suceder a Obama se oponen al TTIP. Incluso Hillary Clinton, la ¨²nica que no lo hace y, por suerte, la que tiene m¨¢s probabilidades de llegar a la presidencia, ha manifestado reservas, por motivos descaradamente t¨¢cticos, dadas las tendencias proteccionistas de grandes sectores del electorado y las bases dem¨®cratas.
El TTIP no es lo ¨²nico que critica Donald Trump. Tambi¨¦n dice que la OTAN est¨¢ ¡°obsoleta¡±. El hecho de que Putin se apoderase de Crimea por la fuerza podr¨ªa hacer pensar que la Alianza sigue siendo importante, pero no. Vlad y Donald se llevar¨ªan de maravilla: ¡°Putin siempre me ha parecido muy bien, creo que es un l¨ªder fuerte, poderoso, que representa a su pa¨ªs¡±. En el discurso que pronunci¨® hace una semana sobre pol¨ªtica exterior, trat¨® de dar una imagen m¨¢s de estadista. Pero sigui¨® hablando de llegar a un ¡°acuerdo¡± con Putin. En cuanto a la OTAN, ¡°los pa¨ªses a los que defendemos deben pagar el coste de esa defensa, y, si no lo hacen, EE UU debe estar dispuesto a dejar que se defiendan solos¡±; qu¨¦ m¨¢s da la garant¨ªa dada a Polonia y los Estados b¨¢lticos en virtud del Art¨ªculo 5 del Tratado. Asegur¨® que quiere ¡°revitalizar los valores occidentales¡±, pero inmediatamente los diferenci¨® de los valores universales; la Ilustraci¨®n, olvidada. Con amigos como Trump, ?qui¨¦n necesita enemigos?
Occidente se forj¨® en la lucha contra un enemigo com¨²n, los nazis, y se reforz¨® contra otro, la URSS
Este debilitamiento occidental tiene una explicaci¨®n hist¨®rica clara. Como comunidad cultural, Occidente existe desde hace siglos, pero, como agente geopol¨ªtico real, se fragu¨® en la lucha contra un enemigo com¨²n, la Alemania nazi, y se fortaleci¨® despu¨¦s frente a otro, la URSS. Sin embargo, la guerra fr¨ªa termin¨® y la Uni¨®n Sovi¨¦tica desapareci¨®. Cuando Europa y EE UU se vinieron abajo por la guerra de Irak, un exministro de Exteriores brit¨¢nico me susurr¨®: ¡°Ojal¨¢ volviera Brezhnev¡±. Habl¨¦ de esta brecha transatl¨¢ntica en 2004, en un libro titulado Mundo libre. En ¨¦l, despu¨¦s de analizar las razones de la desintegraci¨®n de Occidente, afirmaba que los grandes retos mundiales, desde el ascenso de China hasta el cambio clim¨¢tico, pasando por los traumas de Oriente Pr¨®ximo, no pod¨ªan abordarse sin una estrecha cooperaci¨®n entre Estados Unidos y la UE, los dos mayores grupos de ciudadanos ricos y libres del mundo, y que esa asociaci¨®n ten¨ªa que ser la semilla de otra m¨¢s amplia, que englobase a todos los que comparten ciertos valores e intereses ¡ªIndia, Brasil, Sud¨¢frica¡ª: lo que denomin¨¦ post-Occidente.
Creo que mi an¨¢lisis sigue valiendo. Incluso con los planes aprobados recientemente en Par¨ªs, es probable que el calentamiento global sobrepase el objetivo de los 2?. China, bajo el gobierno neomao¨ªsta del presidente Xi Jinping, no est¨¢ asumiendo un liderazgo mundial amable. Nos enfrentamos a una Rusia revanchista y reaccionaria, que comparte un mismo objetivo con Nigel Farage y Marine le Pen: romper la UE. Qu¨¦ momento tan oportuno para renunciar a Occidente.
Occidente, empezando por Europa y Norteam¨¦rica, tiene muchos pecados de los que arrepentirse. Es una noci¨®n poco atractiva para muchos miembros de la izquierda europea. Pero la visi¨®n de Occidente que defiende Obama es internacionalista y liberal, mucho m¨¢s atenta que antes a las necesidades del Sur. La alternativa no es una idea m¨¢s progresista, sino una horrenda amalgama de Putin, Trump y Le Pen: Putrumpen. Entre el Obama internacionalista y el Putrumpen nacionalista, ?a qui¨¦n preferir¨ªan? Yo no tengo ninguna duda.
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution, U. de Stanford. Su nuevo libro, Free Speech: Ten Principles for a Connected World, se publica esta primavera.
Traducci¨®n de Mar¨ªa L. Rodr¨ªguez Tapia
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