Ceguera
Y para el o¨ªdo, las explicaciones de Antonio. De c¨®mo ese divino espacio se ha salvado de continuos intentos de ¡°urbanizar¡± la zona
Me han operado de cataratas. Primero un ojo, luego el otro. O sea que ando tan cegato como un topo a la luz, pero la luz de Madrid es para llevar gafas de sol incluso cuando nieva, as¨ª que totalmente cegato. Sobre todo, porque no puedo leer y una vida sin lectura es como el cine en blanco y negro, o su calidad es sublime o te hunde en el tedio.
Pero siempre quedan los otros sentidos y en particular el olfato, as¨ª que me fui a visitar el Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid que est¨¢ en su momento de (casi) mayor esplendor. Lo hice con un grupo de atentas mozas y de la mano de Antonio Regueiro. No hay mejor gu¨ªa. Virgilio para la Divina Comedia, Antonio para las verduras sagradas.
En efecto, el brillo de las plantas, despu¨¦s de una semana de lluvias, era fastuoso a¨²n y visto a trav¨¦s de una lente opaca. No obstante, yo hab¨ªa ido por el olfato y excepto en la secci¨®n de arom¨¢ticas, el resto a¨²n guardaba silencio odor¨ªfico. La rosaleda, esa inmensa colecci¨®n regalada por una gran dama del pasado, manten¨ªa sus capullos tan cerrados como la cabeza de un pol¨ªtico en campa?a.
Y para el o¨ªdo, las explicaciones de Antonio. De c¨®mo ese divino espacio se ha salvado de continuos intentos de ¡°urbanizar¡± la zona. De c¨®mo el nuestro es el pa¨ªs europeo con mayor riqueza de especies vegetales. De c¨®mo han llegado all¨ª las colecciones reunidas con enorme sacrificio por nuestros exploradores americanos. De c¨®mo las secuoyas agradecen un incendio de vez en cuando. De c¨®mo las altas ramas se caen y matan debido a una poda chapucera. De c¨®mo Linneo es el inc¨®gnito responsable del Jard¨ªn. Y as¨ª sucesivamente.
Vi algunas muchachas fotografiando con ardor las plantas y grupos de ni?os dibujando en el invernadero y asomando la lengua. A¨²n hay esperanza.
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