La cara y discreta seguridad de las estrellas de Silicon Valley

Cuanto m¨¢s expuesto, m¨¢s caro. La factura por proteger al creador de Facebook le cuesta cada vez m¨¢s a la red social. Pero no parece importar. La seguridad de Mark Zuckerberg tuvo una factura de cinco millones de d¨®lares (unos 4,3 millones de euros) el a?o pasado. Cifra inferior a los 6,2 millones que pagaron en 2014 por guardaespaldas, an¨¢lisis de espacios y vuelos privados. Algo que contrasta con su famoso sueldo de un d¨®lar anual. Contar en la compa?¨ªa con una figura p¨²blica tan relevante como un jefe de Estado le ha costado a Facebook casi 14 millones de euros en los ¨²ltimos cinco a?os. Pero se muestran orgullosos por ello: ¡°?l es sin¨®nimo de Facebook, en consecuencia, cualquier comentario o sentimiento malicioso sobre la empresa o sus productos se transmite tambi¨¦n a ¨¦l. El se?or Zuckerberg tiene que viajar con frecuencia para apoyar la misi¨®n de la empresa, que no es otra que hacer del mundo un lugar m¨¢s abierto y conectado. Algo que entra?a grandes riesgos de seguridad¡±.

Estas medidas chocan con la aparente normalidad del d¨ªa a d¨ªa del genio de Menlo Park. Lleva a su hija Max a nataci¨®n, ¨¦l mismo fue a vacunarla y mostr¨® la imagen con orgullo en su red social a modo de ejemplo para los que cuestionan estas medidas sanitarias. Aunque cuando naci¨® su hija, el pasado mes de diciembre, pasaron cuatro d¨ªas hasta que sali¨® a la luz su llegada al mundo y el anuncio de que ¨¦l donar¨¢ en vida el 99% de sus acciones a causas ben¨¦ficas. Tanto en Barcelona y Berl¨ªn en febrero, como en Beijing pocas semanas despu¨¦s, sali¨® a cumplir con su promesa -cada a?o se marca una meta- de salir a correr a diario. Aunque de manera discreta, le acompa?an hasta 16 guardaespaldas por las calles.

Un despliegue que contrasta con su situaci¨®n diaria en Silicon Valley. Dentro de las oficinas, que simulan una peque?a ciudad o una nave, seg¨²n si es la antigua sede o el nuevo edificio, a Zuckerberg se le ve relajado, en un despacho acristalado al que llaman la pecera. Un aislamiento que ¨¦l se toma con humor con un cartel que pone ¡°no tirar cacahuetes a los monos¡±, en referencia a los muchos visitantes que le observan trabajar.

A pesar de su inicial temor al establecerse en Palo Alto, Zuckerberg se ha ido relajando. Hace cuatro a?os no solo compr¨® su casa, sino las cuatro de alrededor y ofreci¨® a los anteriores due?os seguir como inquilinos pagando un alquiler moderado a cambio de su discreci¨®n. Hace a?o y medio, debido al trabajo de su mujer Priscilla Chan, se hizo con una nueva propiedad muy cerca de Dolores Park, la zona m¨¢s hipster de San Francisco, y cerca del hospital que ahora lleva el nombre de ambos tras una generosa donaci¨®n. A pesar del recelo inicial, apenas hay curiosos alrededor de su vivienda.

Facebook tambi¨¦n se toma en serio la seguridad de su n¨²mero 2, Sheryl Sandberg. El a?o pasado apareci¨® en la comunicaci¨®n a los accionistas por primera vez. Su seguridad cost¨® 1,25 millones de d¨®lares (unos 900.000 euros). Nadie lo cuestiona. Sobre todo si se tiene en cuenta que en la documentaci¨®n de la salida a Bolsa de la red social se especifica de manera concreta que el negocio puede peligrar si falta alguno de los directivos.

No son los ¨²nicos que engrosan las facturas de su compa?¨ªa por garantizar su seguridad. Larry Ellison, fundador de Oracle, una de las grandes fortunas de Estados Unidos, al que los hijos de Steve Jobs se refer¨ªan como ¡°el amigo rico de pap¨¢¡± debido a su gusto por la ostentaci¨®n, pas¨® una factura de 1,5 millones de d¨®lares por mantenerse a salvo en 2015. La seguridad de Jeff Bezos, seg¨²n la nota oficial de Amazon, se qued¨® en 1,6 millones de d¨®lares (1,4 millones de euros). A Apple, en cambio, solo le cost¨® 217.000 euros mantener a salvo a su m¨¢ximo responsable Tim Cook.

Eso s¨ª, hay una fiesta en el que la seguridad se relaja especialmente. Pasear en Halloween entre downtown Palo Alto y Atherton, dos de los barrios m¨¢s selectos de la regi¨®n, es una experiencia extra?a. Se corta el tr¨¢fico y los ni?os visitan los hogares de las estrellas tecnol¨®gicas. Marissa Mayer, consejera delegada de Yahoo, se disfraza y reparte caramelos personalmente. Larry Page y Sergey Brin, fundadores de Google, abren el jard¨ªn, crean laberintos de ambiente t¨¦trico con diferentes paradas amenizadas por acr¨®batas y trucos de circo. Hasta el jard¨ªn de Steve Jobs se puede pisar sin miedo a recibir una multa y Laurene Powell, su viuda, se presta a hacer trucos y bromas como si fuese un barrio m¨¢s de Estados Unidos.