10 fotos10 exoplanetas para perderse entre palabrasDe Dune a Hyperi¨®n o Solaris , Babelia propone un viaje c¨®smico por los planetas m¨¢s famosos de la literatura?ngel Luis Sucasas Fern¨¢ndez12 may 2016 - 13:48CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceA nuestros ojos ya no le llega con la luz del Sol, ni con los al menos nueve planetas que bailamos a su alrededor. El telescopio espacial Kepler nos ha descubierto 1.284 nuevos exoplanetas, es decir, Uranos, Saturnos o Tierras con sus propios soles con los que bailar. Pero este viaje m¨¢s all¨¢ de nuestro Sistema Solar lleva obsesionando a grandes maestros de la literatura desde hace mucho tiempo. Imaginar lo posible, o lo plausible, en los confines del universo es coto de la ciencia ficci¨®n y en este fotorrelato haremos un viaje por los astros m¨¢s fascinantes que ha parido la imaginaci¨®n. Arrancamos con Arrakis, desierto infinito irrigado bajo la superficie por canales de agua y habitado por los terribles gusanos de arena, seres de inmenso poder con dientes de diamante. La clave de este planeta, la melange, una droga que permite hacer seguro el viaje entre las estrellas, que ti?e los ojos de a?il y cuya sobredosis puede convertir a un hombre en un monstruo. Este fascinante planeta surgi¨® de la pluma de Frank Herbert en 'Dune', y su nombre es un eco de la voz ¨¢rabe 'ar-r¨¡qi?', es decir: el bailar¨ªn. La mejor descripci¨®n en breves palabras del astro y su importancia en el univero, la da el propio Herbert en boca de la princesa Irulan: "Arrakis... Dune... bald¨ªo del Imperio, y el planeta m¨¢s valioso en todo el Universo. Porque es aqu¨ª ¡ª y solo aqu¨ª¡ª donde se encuentra la especia. La especia. Sin ella, no habr¨ªa comercio en el Imperio, no habr¨ªa civilizaci¨®n. Arrakis... Dune... hogar de la especia, el mayor tesoro del Universo. Y quien lo controle, controlar¨¢ nuestro destino"."Giese era un hombre fr¨ªo, pero al fin y al cabo en el estudio de Solaris, la emoci¨®n es un obst¨¢culo para el explorador. La imaginaci¨®n y la teorizaci¨®n prematura son desventajas positivas en un planeta donde ¡ªcomo hab¨ªa quedado claro¡ª todo es posible". Cuando Andr¨¦ Tarkovski tuvo que resumir en una frase su concepci¨®n cinematogr¨¢fica opt¨® por esta: Esculpir en el tiempo. Precisamente Stanislaw Lem, al quien el cineasta ruso adapt¨® este t¨ªtulo, trabajaba con el escoplo en un tipo muy concreto de tiempo: el tiempo subjetivo. Solaris es el planeta vivo. Que susurra con su propia voz entre la est¨¢tica captada por un aparato de radio. Que puede recrear los temores de la mente en realidades. Un oc¨¦ano esf¨¦rico sin tierras inexplicable e inabarcable por la mente humana. Habitar Solaris ser¨ªa enfrentarse a una atm¨®sfera irrespirable, a un cielo con dos estrellas, a un mar que es m¨¢s l¨ªquido amni¨®tico que agua, a estructuras aparentemente org¨¢nicas de vida ef¨ªmera que surgen de las aguas y a la posibilidad de que todos los recuerdos reprimidos, las cicatrices del pasado, se manifiesten al colono como algo palpable. Solaris no es malvado o ben¨¦velo. Es reflejo perfecto de lo que llevamos dentro.Si Chaucer fuera hombre del siglo XX y no del XIV probablemente, en vez de su inmortal 'Cuentos de Canterbury', hubiera escrito una peregrinaci¨®n a un planeta lejano, donde habita un dios cruel e imp¨ªo que asesina a todos sus feligreses. Las conversaciones de tal peregrinaci¨®n suceder¨ªan en una nave espacial, pero los conflictos de sus pasajeros, las historias que tienen que contarse para aliviar su soledad, no ser¨ªan tan distintas. Dan Simmons fue Chaucer en el siglo XX y firm¨® una de las obras maestras incuestionables de la ciencia ficci¨®n, en qu¨¦ se cuenta y en c¨®mo se cuenta. Hiperi¨®n es el cubil del Alcaud¨®n, una criatura de metal l¨ªquido, con ojos facetados de l¨¢ser rub¨ª y dedos como escalpelos, capaz de manipular el espacio-tiempo a su antojo. A ¨¦l, que empala a todos sus visitantes en el ?rbol del Dolor, se dirige una expedici¨®n de siete peregrinos, que saben perfectamente que viajan a su fin. Hiperi¨®n es tambi¨¦n un planeta homenaje a Keats. Keats es, de hecho, el nombre de su capital. Tiene tres continentes: Equs (Caballo), Aquila (?guila) y Ursus (Oso). Su estrella es m¨¢s peque?a y sin embargo m¨¢s brillante que nuestro sol. Si uno mira al firmamento nocturno, a menudo ver¨¢ las filigranas de fuego que trazan los meteoros. Tiene un oc¨¦ano de hierba bajo el que se ocultan gigantescas serpientes. Tiene bosques de ¨¢rboles tesla que acumulan la energ¨ªa del rel¨¢mpago y desatan al liberarla verdaderos holocaustos de llamas. Tiene laberintos inexplicables en sus entra?as. Y tiene tambi¨¦n las tumbas del tiempo, unas estructuras inexplicables que parecen provenir no de un pasado remoto, sino de un futuro por llegar.Pocos planetas de la ficci¨®n viven una historia pol¨ªtica tan apasionante como Cyteen. Desarraigado del gobierno terr¨ªcola, cuna de la ciencia m¨¢s avanzada de su ¨¦poca, Cyteen constituye una suerte de Rep¨²blica de Plat¨®n dominada con mano de hierro por una mujer: Ariane Emory, una de los 14 'especiales', genios con un poder intelectual sobrehumano. Con la clonaci¨®n de por medio, C. J. Cherryh concibe en esta larga novela una madeja de intrigas pol¨ªticas y personales en las que se juega el futuro pol¨ªtico de la humanidad. Pero el planeta en s¨ª que centra la trama, Cyteen, es fascinante por s¨ª mismo. Su atm¨®sfera, levemente t¨®xica, obliga a que sus ciudades est¨¦n encapsuladas. El planeta, a¨²n en proceso de terraformaci¨®n, de cambio para adecuarse a los est¨¢nderes humanos, parece luchar cada d¨ªa por ser conquistado. Es esta resistencia la que forja la voluntad pol¨ªtica y cient¨ªfica de sus colonos para llegar m¨¢s lejos en su ambici¨®n. Ambici¨®n que se refleja en este p¨¢rrafo, porque la muerte significa a menudo la vida para otro: "En la actualidad la Tierra comprende que los cambios gen¨¦ticos son inevitables pero no siempre deseables, y ha empezado a considerar a Cyteen un almac¨¦n de informaci¨®n gen¨¦tica sobre especies con amenaza de extinci¨®n. Algunos de los proyectos m¨¢s ambiciosos hacen referencia a los habit¨¢is de mam¨ªferos grandes, desde el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena alimenticia. Ir¨®nicamente, el experimento de transformar Cyteen, destructivo para la vida nativa del planeta, est¨¢ permitiendo la recuperaci¨®n de determinados ecosistemas amenazados de la Tierra y el establecimiento de sistemas m¨¢s fr¨¢giles en Marte, el cuarto planeta del Sistema Solar".Si bien es ¡°exo¡±, Mundodisco no es exactamente ¡°planeta¡±. Lo que es, su configuraci¨®n f¨ªsica, ya da buena muestra del derroche de imaginaci¨®n y creatividad del llorado Terry Pratchett. Es exactamente lo que se ve en la imagen: un mundo en forma de disco sostenido por cuatro enormes elefantes que, a su vez, se apoyan en el caparaz¨®n de Gran A'Tuin, la tortuga estelar que vaga por el Cosmos. En vez de orbitar alrededor de una estrella, un peque?o sol da vueltas alrededor de la tortuga. La saga de Mundodisco es un festival de imaginaci¨®n desatada que explora este lugar desde todos los ¨¢ngulos posibles: las conspiraciones en los callejones de su capital, Ankh-Morpork; las aventuras de las brujas del pa¨ªs de Lancre; o las expediciones para averiguar el sexo de Gran A'Tuin (Para las civilizaciones que viven sobre el caparaz¨®n de una tortuga gigante es importante saber qui¨¦n ocupa el lugar de encima en un posible acto sexual c¨®smico). Leer las cuatro decenas de libros de Mundo disco equivalen a hacer una tesis doctoral, pero para disfrutar de la mejor literatura fant¨¢stica vale con dar un paseo por alguna de sus novelas. Alguna de las m¨¢s indicadas para entrar en el mundo de Pratchett ser¨ªa ¡®El color de la magia¡¯, que en 1983 dio el pistoletazo de salida a la saga, ¡®?Guardias, Guardias!¡¯, sobre los problemas de la Guardia Nocturna de Ankh-Morpork, o ¡®Mort¡¯, que gira entorno a uno de los personajes m¨¢s importantes dentro de Mundodisco: La muerte (s¨ª, la muerte).Una de las ventajas de la ciencia ficci¨®n sobre la realidad es su capacidad de explorar el "qu¨¦ pasar¨ªa si..." y llevarlo a sus l¨ªmites. Larry Niven alcanz¨® una cima de este juego en mundo anillo, un planeta concebido como una alianza con una superficie equivalente a tres millones de nuestras tierras. Mundo anillo es una gigantesca ¨®rbita s¨®lida que gira en torno a un sol. En su cara interior se acumulan oc¨¦anos y continentes, sostenidos por un material inventado que sirve de soporte al formidable peso que sustentan, equivalente a la suma de todos los astros del Sistema Solar. Un d¨ªa en mundo anillo es casi como el nuestro, 30 horas para cubrir del d¨ªa a la noche. Pero un a?o se extiente eternamente. Dura 9375 d¨ªas terrestres. O, lo que es lo mismo, 25 a?os.Tatooine, con sus dos soles y sus tres lunas, es, sin duda, uno de los parajes espaciales que m¨¢s profundamente han arraigado en el imaginario colectivo. Al culpable lo conocemos todos: George Lucas y su saga gal¨¢ctica. Es un planeta completamente des¨¦rtico, donde la ¨²nica forma de extraer agua es condens¨¢ndola de la atm¨®sfera, lo que hace indispensables m¨²ltiples granjas de h¨²medas repartidas por toda la superficie. Al no tener gobierno estable y localizarse en el Borde exterior de la galaxia, es un enclave perfecto para todo tipo de actividades ilegales y un punto de encuentro para individuos de la peor cala?a. En ¨¦l conviven, adem¨¢s de humanos, moradores de las arenas, chatarreros jawas y Hutts. En un universo plagado de planetas muy caracter¨ªsticos, como el helado Hoth o el hiperpoblado Coruscant, lo que le hace destacar por encima de los dem¨¢s son los hechos concretos que sobre su caliente y pobre arena viven los protagonistas de la saga de Lucas. Buena muestra de que los cambios m¨¢s importantes pueden tener los or¨ªgenes m¨¢s humildes.Si un mundo puede ser met¨¢fora de un sentimiento, el planeta vagabundo de Muerte de la Luz, que viaja por el espacio sin estar ligado a ninguna estrella, ser¨ªa la alegor¨ªa del desamor. Antes de triunfar con 'Canci¨®n de hielo y fuego', o, como la conocemos todos, 'Juego de tronos', George R. R. Martin debut¨® en la literatura con esta novela que narra un desamor. El de Dirk t'Larien que ama a Gwen Delvano a pesar de que ella lo ha abandonado. A trav¨¦s de una joya, descubre que esta lo necesita y est¨¢ dispuesto a viajar a este inh¨®spito astro n¨®mada que es Worlon para ver si de esa amor queda al menos un ascua entre las cenizas. Worlorn es fascinante por las 14 ciudades que se construyeron durante un breve apogeo, en el tr¨¢nsito en el que el planeta pas¨® cerca de una gigante roja y se aliment¨® de su calor. El m¨¢s fascinante es un gigantesco ¨®rgano ciudad, construido para que el circular del viento por ¨¦l componga una melod¨ªa aterradora, que induce al suicidio. Martin la describe as¨ª: "Y la ciudad ten¨ªa una canci¨®n. "No se parec¨ªa a ninguna m¨²sica que Dirk hubiera o¨ªdo antes. Era inquietante, salvaje, inhumana, y se elevaba y ca¨ªa y ondulaba constantemente. Era una oscura sinfon¨ªa de la vacuidad, de noches sin estrellas y sue?os atribulados. Se compon¨ªa de gimoteos y susurros y aullidos, y una nota baja y extra?a que s¨®lo pod¨ªa ser el sonido de la tristeza. Pese a todo era m¨²sica".La aventura por la aventura, lo ex¨®tico por lo ex¨®tico vive en una parcela muy concreta de la ciencia ficci¨®n: la 'space opera'. Pocos maestros en ella, si hay alguno que pueda compar¨¢rsele, como Jack Vance, que nos dej¨® hace ya tres a?os. Decenas de libros y miles de universos de su cu?o le sobreviven. Uno de los m¨¢s divertidos es Tschai, el planeta de la aventura, como lo bautiz¨® el autor. En el viven cuatro especies alien¨ªgenas: los Chasch, los Wankh, los Dirdir y los nativos Pnu. El protagonista de la novela es un cosmonauta, Adam Reith, que llega al astro por el m¨¦todo m¨¢s t¨®pico (y efectivo) imaginable: se choca contra ¨¦l como un Robinson Crusoe del espacio. Vance estaba especialmente dotado para las descripciones evocadoras de lo imposible, y en los cuatro vol¨²menes que componen el ciclo de Tschai da buena cuenta de esta habilidad: "El aerodeslizador sigui¨® avanzando sin cambiar de rumbo. Reith dej¨® escapar el aliento. Aparentemente, su aprensi¨®n hab¨ªa sido infundada. ?Qu¨¦ eran las altas antenas? ?Atuendos ceremoniales? ?Adornos? Puede que nunca llegue a saberlo, se dijo a s¨ª mismo. Registr¨® el cielo en busca de otros aerodeslizadores, pero no pudo ver ninguno. Alz¨¢ndose de rodillas, mir¨® de nuevo a su alrededor. Un poco a su izquierda, tras una pantalla de los omnipresentes ¨¢rboles adarak, estaba el Mercado del Norte: altos parasoles de cemento, discos suspendidos, mamparas de cristal; figuras movi¨¦ndose en ropas negras, azul oscuro, rojo oscuro; escamas resplandeciendo con un azul met¨¢lico. La brisa, soplando del norte, le tra¨ªa un complicado aroma de especias, de materias vegetales, de carne cocida, fermentada, adobada, de levaduras y pasteles".Hay mundos que ofrecen paisajes exuberantes y hay mundos que llevan al extremo los males del urbanismo moderno. Trantor, n¨²cleo de la civilizaci¨®n humana imaginada por Isaac Asimov en su saga de la fundaci¨®n es de los segundos. Con un tama?o un tercio superior al de la Tierra, Tr¨¢ntor es un planeta-ciudad, cubierto por enormes edificios en la pr¨¢ctica totalidad de su superficie. ¡°El n¨²cleo de poblaci¨®n m¨¢s rico y denso que la humanidad ha conocido, centro del Gobierno Imperial por innumerables generaciones". 45.000 millones de almas habitan sus domos artificiales, una arquitectura urbana subterr¨¢nea que acumula edificaci¨®n tras edificaci¨®n en las entra?as del planeta. Un cintur¨®n de veinte planetas agr¨ªcolas alimentan esa poblaci¨®n desmedida que, dejada a su suerte, caer¨ªa en la m¨¢s salvaje supervivencia. Y tal hecatombe sucede en el imaginario, El Saqueo, tras el que Tr¨¢ntor se queda en 100 millones de individuos obligados a arrancar los monstruos de acero y hormig¨®n y resucitar la tierra yerma.