Yo sobreviv¨ª a una visita a la f¨¢brica de J?germeister
Y descubr¨ª que su f¨®rmula secreta solo la conocen cinco personas que no pueden viajar juntas en avi¨®n. Y que con combinados sabe completamente distinto. Y que no tiene nada que ver con noches de desenfreno... Si t¨² no quieres
Cuando uno llega a Wolfenb¨¹ttel, una ciudad de apenas 50.000 habitantes con casas con jard¨ªn y poca gente por la calle, resulta complicado imaginarse que es el lugar de origen de una de las bebidas m¨¢s populares (y peligrosas) del panorama nocturno actual. Al norte de Alemania, en la provincia de Baja Sajonia, es donde se destila J?germeister. En sus cuarteles generales se estudian las t¨¦cnicas de m¨¢rketing que han conseguido que se asocie esta bebida al arte urbano y a las propuestas musicales m¨¢s vanguardistas.
Nos sumamos a un viaje organizado por la marca para tratar de descifrar todas las caras que esconde esta bebida, m¨¢s all¨¢ de la de popular chupito de fin de semana. A una hora de camino del aeropuerto de Hannover se guarda su f¨®rmula secreta. Es secreta porque solo lo conocen cinco personas y, como las familias reales, no pueden viajar a la vez en avi¨®n. Resulta un poco extra?o situar en un entorno tan buc¨®lico como este el licor que ha sido la fuente de algunas de las noches m¨¢s divertidas que he vivido en los ¨²ltimos a?os. Ni rastro de comandos j?ger ni de sus ya m¨ªticas furgonetas, esas que cuando aparecen en el horizonte de cualquier fiesta aseguran la diversi¨®n.
La compa?¨ªa es herm¨¦tica en cuanto a sus datos. J?germeister es una empresa familiar que quiere mantenerse como tal y, a pesar de ser la octava bebida espirituosa m¨¢s vendida y escalar posiciones cada a?o, no da datos de facturaci¨®n y ni del n¨²mero de trabajadores. Lo ¨²nico que aseguran es que se acerca a los 200 y que cada a?o salen de all¨ª 89 millones de botellas. El crecimiento de la marca, que ha vivido un rejuvenecimiento que comenz¨® la d¨¦cada pasada, les ha llevado a tener tres plantas de embotellado. Las tres en Alemania, as¨ª que son casi un emblema de su pa¨ªs.
Al entrar en las instalaciones se impide la utilizaci¨®n de c¨¢maras de fotos y cualquier otro dispositivo en el que se pueda almacenar informaci¨®n sensible. Se muestran algunos de los ingredientes, se dan a probar, nunca todos juntos ni mucho menos en el orden en el que se maceran y mezclan. Y eso que son 56 los que componen el espirituoso. Para un novato en el arte de destilar, que no en el de beber, lo ¨²nico reconocible resulta el olor, pues la canela y el punto dulce del caramelo lo impregna todo.
La familia Mast ha estado detr¨¢s del negocio desde su fundaci¨®n en 1898. Formada como una empresa que comercializaba vinagres y otros productos bastante alejados de lo que es hoy el J?germeister, en 2016 se dedican ya exclusivamente a la producci¨®n de su bebida estrella. De ella, por cierto, existe alguna variaci¨®n que suelen comercializar en Alemania en ¨¦pocas como la Navidad. Y es que este licor de hierbas tiene m¨¢s de 80 a?os de vida y ha vivido varios cambios de imagen e incluso se ha modernizado la f¨®rmula con variaciones? que nunca han superado en popularidad a la bebida principal.
Tal es el poder de la empresa en su lugar de nacimiento que pr¨¢cticamente parece una religi¨®n. Los periodistas que pasamos por all¨ª y a los que se nos cuentan las bondades del 'J?ger' casi, casi, como su fuera un culto profano dormimos en una casa de hu¨¦spedes funcional en la que el ciervo aparece en todas las esquinas. Hasta bombones y petacas del licor aparecen como por arte de magia en la almohada de la habitaci¨®n.
Asociada durante a?os al consumo desenfrenado y de borrachera f¨¢cil J?germeister busca desligarse de una imagen que no ha beneficiado nunca a ninguna compa?¨ªa. Los avisos por el consumo responsable se repiten en casi todas las comunicaciones y eso para alguien como yo, al que se le olvida habitualmente la responsabilidad al pisar la calle, es de agradecer. De hecho no s¨®lo inciden en ese tipo de consumo sino que ense?an a disfrutar de la bebida y de sus matices. Los tiene.
El consumo sosegado y en combinados ayuda a disfrutar de un sabor intenso que en las primeras tomas pod¨ªa desagradar. Nunca me consider¨¦ un gran fan de las bebidas alcoh¨®licas fuertes, pero combinada con refrescos y jugos consigue notas que parec¨ªan incre¨ªbles. Y el pedir un combinado de J?germeister (nada de J?gerbombs, por favor) aporta un punto de conocedor de lo que se bebe bastante a tener en cuenta.
Resulta cuanto menos curioso que de los campos de Alemania, aquellos en los que parece que nunca pasa nada m¨¢s all¨¢ de alguna historia de telefilm de mediod¨ªa, salga una bebida que en el resto del mundo se asocia tan profundamente a festivales de verano, m¨²sica, grafiti o tatuajes (una de??sus ¨²ltimas campa?as precisamente vers¨® sobre ellos). Tan curioso como las preguntas que a uno le surgen cuando conoce el proceso de producci¨®n y que nunca tendr¨¢n respuesta. La familia Mast, la que sigue viviendo en su localidad de siempre, as¨ª lo ha decidido.
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