Max Aub regresa de nuevo a Espa?a
Aub, que muri¨® antes de la llegada de la democracia a Espa?a, pudo equivocarse en su diagn¨®stico de que algunos problemas no tienen soluci¨®n
En agosto de 1969, el escritor Max Aub (1903-1972) regres¨® a Espa?a de su exilio en M¨¦xico por primera vez en 30 a?os. Durante varias semanas, el novelista, que fue una de las grandes figuras intelectuales de la Rep¨²blica, recorre un pa¨ªs todav¨ªa inmerso en el franquismo, pero puede moverse con libertad (aunque no publicar). De aquel viaje surgi¨® un libro imprescindible para entender la Espa?a que comenzaba a prepararse para la Transici¨®n, La gallina ciega, un testimonio directo y emocionante de lo que significa el regreso ¡ªque no fue definitivo¡ª y, sobre todo, de la enorme distancia que tantas veces separa las ilusiones, la memoria y la realidad. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n sigue siendo una obra, y una figura, a las que merece la pena volver.
El Centro Dram¨¢tico Nacional acaba de estrenar en el teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid una versi¨®n de la novela m¨¢s ambiciosa de Aub, los seis tomos que forman El laberinto m¨¢gico, un relato coral de los perdedores de la Guerra Civil espa?ola resumidos en dos horas de excelente teatro. Esta es una demostraci¨®n m¨¢s de la vigencia de este escritor espa?ol, nacido en Par¨ªs y recriado en Valencia, de padre alem¨¢n, madre francesa de origen jud¨ªo, que eligi¨® el castellano como lengua de creaci¨®n. Rele¨ªda en 2016, es incre¨ªble la vigencia de La gallina ciega. La Espa?a de finales de los sesenta no tiene nada que ver con la actual, muchos de los personajes que Aub encontr¨® durante su periplo espa?ol ya no est¨¢n ¡ªdesde Carlos Barral hasta Vicente Aleixandre¡ª, aunque su huella es profunda. Sin embargo, hay algo tristemente cercano en su mirada.
El novelista encuentra grandes cambios en su pa¨ªs ¡ª¡°progreso evidente: m¨¢s casas, m¨¢s gente, m¨¢s luz, menos presos, mejor nivel de vida¡±¡ª, aunque se irrita cada vez que le preguntan qu¨¦ le parece Espa?a. ¡°Lo que quieren que les conteste es que estoy asombrado de las carreteras, de los paradores, de los restaurantes, de las comidas¡±, prosigue. ¡°Hay problemas que no tienen soluci¨®n¡±, escribe Aub un poco m¨¢s adelante. ¡°Lo he dicho muchas veces. Estamos pagando la gran equivocaci¨®n de nuestros abuelos y bisabuelos que llegaron a creer que todos los problemas la ten¨ªan justa: las se?aladas en el libro del maestro¡±. Era imposible entrever en 1969 la Espa?a de 2016. Sorprender¨ªa incluso al observador m¨¢s optimista que mirase su futuro desde el franquismo tard¨ªo ¡ªpese a la sensaci¨®n de desasosiego, a la corrupci¨®n, al da?o que sufren todas las instituciones, a la profundidad de la crisis econ¨®mica y al paro¡ª.
El inconformismo del escritor, su curiosidad, su ausencia de desd¨¦n ¡ªcomo recordaba Antonio Mu?oz Molina en su discurso de ingreso en la RAE dedicado a Aub¡ª, aunque tambi¨¦n su tocudez a la hora de no dejarse llevar por las apariencias, pero sobre todo su lucidez pese al dolor del exilio, convierten este texto en una lecci¨®n. Aub, que muri¨® antes de la llegada de la democracia a Espa?a, pudo equivocarse en su diagn¨®stico de que algunos problemas no tienen soluci¨®n. En todo lo dem¨¢s ten¨ªa raz¨®n porque quiso ver m¨¢s all¨¢, entender la solidez de los cimientos sobre los que crece un pa¨ªs.
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