Criminales nazis: justicia tard¨ªa, pero justicia
La mayor¨ªa de los SS destinados en Auschwitz han logrado escapar a los tribunales
Puede parecer que no tiene mucho sentido que un anciano de 94 a?os sea condenado por cr¨ªmenes ocurridos hace m¨¢s de siete d¨¦cadas. Sin embargo, lo tiene. Un antiguo SS de Auschwitz, Reinhold Hanning, fue sentenciado el viernes en Alemania a cinco a?os de prisi¨®n por su colaboraci¨®n en la muerte de 170.000 personas durante su servicio como guardia en este campo de exterminio nazi. La condena pudo producirse gracias a un reciente cambio en la legislaci¨®n alemana que permite perseguir a cualquier persona que haya trabajado en un campo de exterminio, sin necesidad de que sea necesario probar la comisi¨®n de alg¨²n crimen concreto. En otras palabras, la justicia considera algo que parece de sentido com¨²n: haber sido guardia en Auschwitz, donde fueron asesinadas 1,1 millones de personas, es un crimen en s¨ª.
La historia de Hanning es muy representativa de lo que ocurri¨® despu¨¦s de la II?Guerra Mundial en Alemania Occidental, donde solo fueron juzgados 29 de los aproximadamente 6.500 miembros de las SS que pasaron por Auschwitz (otros 20 fueron procesados en Alemania del Este), un olvido relatado en dos excelentes pel¨ªculas alemanas recientes, La conspiraci¨®n del silencio y El caso Frizt Bauer, que relatan las enormes resistencias a las que se enfrentaron los fiscales que trataron perseguir los cr¨ªmenes contra la humanidad cometidos por los nazis. Hanning fue detenido por los aliados al final del conflicto, recluido hasta 1948, cuando regres¨® a Alemania, donde no relat¨® a nadie su pasado y vivi¨® tranquilo hasta ahora.
Pese a los procesos de N¨²remberg contra algunos gerifaltes del Tercer Reich o a la captura y posterior juicio en Israel de Adolf Eichmann, o a las investigaciones que se llevaron a cabo en algunos pa¨ªses ocupados, tenemos que enfrentarnos a una inc¨®moda verdad: la inmensa mayor¨ªa de los cr¨ªmenes cometidos durante el horror nazi han quedado impunes, pese a que fue necesario inventar una nueva palabra para describirlos, genocidio.
Al final de su biograf¨ªa de Hitler, el historiador Ian Kershaw, que acaba de publicar Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949, escribi¨®: "Muchos de los que ten¨ªan una mayor responsabilidad consiguieron escapar sin castigo y, en algunos casos, lograron prosperar y triunfar en la posguerra". En 2014, cuando comenzaron a activarse de nuevo los procesos contra guardias de Auschwitz, el semanario Der Spiegel public¨® un largo reportaje en el que sus autores manten¨ªan: "El castigo de los cr¨ªmenes cometidos en Auschwitz fracas¨® no porque un pu?ado de jueces y pol¨ªticos tratasen de frenar esos esfuerzos, sino porque muy poca gente estaba interesada en perseguir y condenar a los perpetradores. Muchos alemanes eran indiferentes a los cr¨ªmenes cometidos en Auschwitz en 1945 y as¨ª sigui¨®".
Los ¨²ltimos testigos est¨¢n desapareciendo. Los testimonios de las v¨ªctimas son esenciales, pero tambi¨¦n los de los verdugos, porque tratar de comprender qu¨¦ convirti¨® a seres humanos normales en monstruos es una pregunta que sigue sin respuesta. Es posible que este tipo de sentencias entorpezcan este proceso. Sin embargo, por muy importante que sea la memoria, la justicia lo es todav¨ªa m¨¢s.
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