Tragedia brit¨¢nica en un acto
Con el Brexit, hemos visto al populismo a lo Donald Trump llegar a Gran Breta?a
Dicen que la noche del jueves fue trascendental para los que hicieron campa?a por dejar la Uni¨®n Europea y volver la espalda de Gran Breta?a al siglo XXI. En eso, al menos, puedo estar de acuerdo. En palabras de Cicer¨®n: ¡°Tr¨¢gico e infeliz fue aquel d¨ªa¡±.? La decisi¨®n de abandonar la UE dominar¨¢ la vida nacional brit¨¢nica durante la pr¨®xima d¨¦cada, o tal vez m¨¢s. Se puede discutir acerca de la magnitud exacta de la conmoci¨®n econ¨®mica (a corto y largo plazo), pero es dif¨ªcil imaginar alguna circunstancia en la que el Reino Unido no se volver¨¢ m¨¢s pobre e insignificante en el mundo. Muchos de los que fueron alentados a votar, presuntamente, por su ¡°independencia¡± hallar¨¢n que en vez de ganar libertad perdieron el empleo.
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En primer lugar, los referendos reducen la complejidad a una sencillez absurda. El v¨ªnculo entre cooperaci¨®n internacional y soberan¨ªa compartida que supone la pertenencia de Gran Breta?a a la Uni¨®n Europea se tradujo a una serie de afirmaciones y promesas mendaces. Se le dijo al pueblo brit¨¢nico que abandonar la UE no traer¨ªa ning¨²n costo econ¨®mico ni ninguna p¨¦rdida para aquellos sectores de la sociedad a los que la pertenencia a Europa benefici¨®. Se prometi¨® a los votantes un tratado comercial ventajoso con Europa (el mayor mercado de Gran Breta?a), menos inmigraci¨®n y m¨¢s dinero para el Servicio Nacional de Salud y otros valiosos bienes y servicios p¨²blicos. Sobre todo, se dijo que Gran Breta?a recuperar¨ªa la vitalidad creativa necesaria para tomar el mundo por asalto.
Uno de los horrores que nos esperan es la creciente decepci¨®n de los partidarios del Brexit conforme todas estas mentiras queden expuestas. Se les dijo a los votantes que ¡°recuperar¨ªan su pa¨ªs¡±. No creo que les guste el pa¨ªs con el que se encontrar¨¢n.
La vieja Inglaterra industrial, en ciudades como Sunderland y Manchester, vot¨® contra una privilegiada Londres
Un segundo motivo del desastre es la fragmentaci¨®n de los dos principales partidos pol¨ªticos brit¨¢nicos. Por a?os, el antieurope¨ªsmo erosion¨® la autoridad de los l¨ªderes del Partido Conservador. Adem¨¢s, toda noci¨®n de disciplina y lealtad partidaria se derrumb¨® hace a?os, conforme menguaba la cantidad de simpatizantes conservadores comprometidos. A¨²n peor es lo que sucedi¨® en el Partido Laborista, cuyos simpatizantes tradicionales dieron impulso a la gran victoria del voto por la salida de la UE en muchas ¨¢reas de clase trabajadora.
Con el Brexit, hemos visto al populismo a lo Donald Trump llegar a Gran Breta?a. Es obvio que hay una difundida hostilidad, mezclada en una ola de resentimiento populista, hacia cualquiera al que se estime miembro del establishment. Exponentes de la campa?a por el Brexit, como el secretario de justicia Michael Gove, desacreditaron la opini¨®n de todos los expertos, por considerarlos miembros de una conspiraci¨®n interesada de los que m¨¢s tienen contra los que menos tienen. Tanto si era la opini¨®n del director del Banco de Inglaterra, del arzobispo de Canterbury o del presidente de los Estados Unidos, sus consejos no valieron nada. A todos se los pint¨® como representantes de otro mundo, sin relaci¨®n con las vidas del pueblo brit¨¢nico ordinario.
Eso apunta a un tercer motivo del voto pro-Brexit: la creciente inequidad social contribuy¨® a una revuelta contra una presunta ¨¦lite metropolitana. La vieja Inglaterra industrial, en ciudades como Sunderland y Manchester, vot¨® contra una privilegiada Londres. A esos votantes se les dijo que la globalizaci¨®n solo beneficia a los que est¨¢n arriba (c¨®modos trabajando con el resto del mundo), a costas de todos los dem¨¢s.
Adem¨¢s de estas razones, por a?os casi nadie defendi¨® vigorosamente la pertenencia de Gran Breta?a a la UE. Esto cre¨® un vac¨ªo que permiti¨® ocultar los beneficios de la cooperaci¨®n europea tras un manto de espejismos y enga?os, y alentar la idea de que los brit¨¢nicos se hab¨ªan vuelto esclavos de Bruselas. A los votantes pro-Brexit se los imbuy¨® de un concepto de soberan¨ªa rid¨ªculo, que los llev¨® a anteponer una pantomima de independencia al inter¨¦s nacional.
Pero ahora no sirve de nada lamentarse y rasgarse las vestiduras. En estas circunstancias dif¨ªciles, las partes involucradas deben tratar de asegurar honrosamente lo mejor para el RU. Solo nos queda esperar que los partidarios del Brexit tengan al menos la mitad de raz¨®n, por dif¨ªcil que sea imaginarlo. En cualquier caso, las cartas est¨¢n dadas y hay que hacer lo mejor que se pueda con ellas.
Pero nos salen a la mente tres desaf¨ªos inmediatos.
En primer lugar, ahora que David Cameron dej¨® en claro que renunciar¨¢, el ala derecha del Partido Conservador y algunos de sus miembros m¨¢s ac¨¦rrimos dominar¨¢n el nuevo gobierno. Cameron no ten¨ªa elecci¨®n: no pod¨ªa de ning¨²n modo ir a Bruselas como representante de unos colegas que lo traicionaron, para negociar algo en lo que no cree. Si su sucesor es un l¨ªder del Brexit, a Gran Breta?a le espera ser gobernada por alguien que se pas¨® las ¨²ltimas diez semanas esparciendo mentiras.
Es dif¨ªcil imaginar que tras el Brexit Gran Breta?a tenga una relaci¨®n con la UE mejor que la que disfruta hoy
En segundo lugar, los lazos que mantienen unido al RU (en particular a Escocia e Irlanda del Norte, ambos lugares donde gan¨® el voto a favor de la permanencia) comenzar¨¢n a sufrir grandes tensiones. Espero que la revuelta pro?Brexit no conduzca inevitablemente a un referendo por la ruptura del RU, pero sin duda ahora es una posibilidad.
En tercer lugar, Gran Breta?a tendr¨¢ que empezar a negociar su salida muy pronto. Es dif¨ªcil imaginar que pueda terminar en una relaci¨®n con la UE mejor que la que tiene hoy. A todos los brit¨¢nicos les aguarda la dif¨ªcil tarea de convencer a sus amigos en todo el mundo de que no abandonaron tambi¨¦n la sensatez.
La campa?a del referendo revivi¨® la pol¨ªtica nacionalista, que en definitiva siempre gira en torno de la raza, la inmigraci¨®n y las conspiraciones. Todos los que estamos en el campo proeuropeo tenemos por delante la tarea de tratar de contener las fuerzas que el Brexit liber¨® y afirmar la clase de valores que en el pasado nos ganaron tantos amigos y admiradores en todo el mundo.
Esto comenz¨® en los a?os cuarenta, con Winston Churchill y su visi¨®n de Europa. Para describir el modo en que terminar¨¢, nada mejor que uno de los aforismos m¨¢s famosos de Churchill: ¡°El problema con el suicidio pol¨ªtico es que uno queda vivo para lamentarlo¡±.
En realidad, muchos votantes pro?Brexit tal vez no vivan lo suficiente para lamentarlo. Pero es casi seguro que lo lamentar¨¢n los j¨®venes brit¨¢nicos que en abrumadora mayor¨ªa votaron por seguir siendo parte de Europa.
Chris Patten, ¨²ltimo gobernador brit¨¢nico de Hong Kong y ex comisario de la Uni¨®n Europea para asuntos externos, es el rector de la Universidad de Oxford.
Traducci¨®n: Esteban Flamini.
? Project Syndicate, 2016. www.project-syndicate.org
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