Las muchachas heridas
El centro secreto de la obra de Juan Mars¨¦ es su fascinaci¨®n por esas mujeres heridas que no saben qu¨¦ hacer con su propio coraz¨®n. Resultan m¨¢s conmovedoras cuanto m¨¢s grandes son sus penas
En una reciente entrevista Juan Mars¨¦ rememora uno de los momentos que decidieron su vocaci¨®n de escritor. Tiene catorce a?os y una chica algo mayor le aborda en la calle frente al Conservatorio, y le dice que entre en clase con ella y le diga al profesor he sido yo, y se vaya. Hace lo que le pide y la espera a la puerta, pero la chica no vuelve a aparecer. No sabe de qu¨¦ se ha acusado, ni qu¨¦ pretend¨ªa ella al ped¨ªrselo y siente surgir en ¨¦l la necesidad de dar forma a una historia donde proteger lo que le acaba de pasar. Una historia donde esa muchacha pueda volver a pedirle lo mismo. Contar, en suma, no tanto para explicar las cosas que pasan, pues ?acaso eso es posible?, sino para que vuelvan a suceder otra vez; para regresar, en palabras del propio Mars¨¦, al lugar de los primeros deslumbramientos.
Una puta tan distinguida, la ¨²ltima novela de Juan Mars¨¦, deconstruye las leyes de un g¨¦nero, la novela negra, donde suele haber un crimen y una investigaci¨®n que se pregunta por su autor y por las razones que le han llevado a cometerlo. Pero aqu¨ª el crimen, la muerte de una prostituta en la Barcelona de los a?os cuarenta, ha tenido lugar hace tiempo y hay un criminal confeso que sale de la c¨¢rcel al cumplir su condena. Se trata de una historia que ya no parece dar m¨¢s de s¨ª, y en la que sin embargo pronto descubrimos que algo esencial ha quedado sin esclarecer. Algo que, como en el caso de la historia de la muchacha del conservatorio, se cifra en una enigm¨¢tica frase, la ¨²ltima que la prostituta le dice al asesino antes de morir en la cabina de un cine: ¡°date prisa¡±.
Otros art¨ªculos del autor
Pero veamos el argumento de la novela. En los a?os ochenta un escritor recibe de una productora de cine el encargo de escribir un gui¨®n sobre un crimen cometido en el barrio que ha sido el escenario de todas sus novelas. Se trata del asesinato de una prostituta en la cabina de proyecci¨®n de un cine de barrio. Una turbia historia donde hay falangistas sin escr¨²pulos, delaciones, polic¨ªas sin alma, que habla de aquel tiempo s¨®rdido, lleno de abusos y perversidades, que fue este pa¨ªs durante el franquismo. El escritor acepta de mala gana el encargo, pues de algo tiene que vivir, y empieza a trabajar en la historia. Se hace con las actas del proceso, consulta los peri¨®dicos del momento y se pone en contacto con el asesino, que ya ha cumplido su condena y acaba de salir de la c¨¢rcel. Pero el asesino ha perdido en parte la memoria, debido a unos tratamientos de choque que un conocido psiquiatra de entonces aplicaba a los disidentes del r¨¦gimen.
¡®Una puta tan distinguida¡¯, la ¨²ltima novela del escritor deconstruye las leyes de un g¨¦nero
Juan Mars¨¦ se inspira en unos hechos de su propia vida. En Si te dicen que ca¨ª se habla de un crimen parecido, y ¨¦l mismo ha comentado como a?os despu¨¦s de publicada la novela el asesino se present¨® en su casa para reprocharle que no hubiera contado las cosas c¨®mo hab¨ªan sucedido de verdad. Se vieron varias veces y llegaron a tener una relaci¨®n cordial. En su nueva novela Mars¨¦ retoma este viejo asunto, y pronto descubriremos que su asesino, a pesar de la terapia recibida, est¨¢ lejos de haber olvidado lo que sucedi¨®. No ha podido hacerlo porque la mujer que asesina es una de esas criaturas, tan presentes en la obra de nuestro autor, que m¨¢s all¨¢ de las amargas circunstancias en que ha transcurrido su vida siguen conservando un resto de inexplicable inocencia. Y es esa inocencia la que empieza a resplandecer y reclamar un espacio en el relato.
El centro secreto de obra de Mars¨¦ es su fascinaci¨®n por esas mujeres heridas que no saben qu¨¦ hacer con su propio coraz¨®n. Fran?oise Truffaut pensaba que Chaplin, cuya madre morir¨ªa en un manicomio, se salv¨® de la locura gracias a sus dotes de mimo, que hered¨® precisamente de su madre, y que detr¨¢s de todas las muchachas que aparecen en su cine, ciegas, paral¨ªticas, vagabundas, estaba el recuerdo de esa madre ni?a y loca a la que no pudo ayudar. Y las mujeres que pueblan las novelas de Mars¨¦ son un poco como esas muchachas que aparecen en el cine de Truffaut y de Chaplin. Mujeres bellas haciendo cosas bellas, eso dijo Truffaut que era el cine. Y la belleza casi siempre es triste, pues como dijo Nabokov es una cualidad de lo que debe morir. Y as¨ª es Carol, el personaje femenino de esta novela. Un ser triste y abandonado a quien todo le ha salido mal. Ha fracasado como artista, ha sido enga?ada por los hombres que ha amado, su hijo ha muerto y se ve obligada a sobrevivir ejerciendo de prostituta. Es ella quien visita al que ser¨¢ su asesino en la cabina de proyecci¨®n del cine donde trabaja. Mas las protagonistas femeninas de las novelas de Juan Mars¨¦ suelen resultar m¨¢s conmovedoras cuanto m¨¢s grandes son sus penas. Recuerdan a esos seres heridos de los cuentos que cuanto m¨¢s terribles son las pruebas que tienen que afrontar se vuelven m¨¢s adorables y resplandecientes.
Es la inocencia la que empieza a resplandecer y reclamar un espacio en el relato
Y as¨ª la novela, que hasta ese momento solo parec¨ªa un inteligente y gozoso entretenimiento, da un giro inesperado en su ¨²ltima parte y nos ofrece alguna de las mejores p¨¢ginas que ha escrito su autor. Especialmente a partir de la llegada de Carol a la cabina del proyectista donde morir¨¢. Momentos antes, y a la entrada del cine, se ha encontrado con un ni?o. Est¨¢ mirando los carteles de Gilda, la pel¨ªcula de Rita Hayworth, y ella le anima a colarse en la sala. Pero enseguida sabemos que ese ni?o no existe, o, que si existe, a quien la mujer est¨¢ viendo en ¨¦l es a su hijo muerto. Y ser¨¢ poco despu¨¦s cuando volvamos a escuchar esa frase que aparec¨ªa en las primeras p¨¢ginas del libro y a la que entonces apenas prestamos atenci¨®n. Date prisa, le dice Carol al que ser¨¢ su asesino. Hay una frase as¨ª en Otelo. Otelo enloquecido por los celos se dispone a acabar con la vida de Desd¨¦mona, y esta, que lo ha intentado todo para convencerle de su inocencia, le pide que le regale al menos esa noche. ¡°M¨¢tame ma?ana¡±, exclama. Desd¨¦mona quiere m¨¢s tiempo, y Carol que todo acabe de una vez porque ya no quiere seguir viviendo. No importa lo diferente que parezcan estas frases, las dos hacen el mismo reproche a sus asesinos: Solo hablas de tu deseo, pero ?sabes t¨² cu¨¢l es el m¨ªo?
Juan Mars¨¦ dice que la escritura es una tarea desesperante porque, al contrario de lo que te sucede cuando trabajas en cualquier otro oficio nada de lo que aprendes un d¨ªa escribiendo te sirve para enfrentarte a las tareas del siguiente, de forma que cada libro te obliga a empezar de cero otra vez. Y afirma por eso que lo m¨¢s probable es que no vuelva escribir ninguna novela m¨¢s. Pero ?c¨®mo podr¨ªa vivir si cumple esa promesa? La realidad solo existe si la so?amos, ha dicho. ¡°Date prisa, he sido yo, m¨¢tame ma?ana¡±, ?quien escucha frases as¨ª y no se pregunta por los deseos de la muchacha que las pronuncia en sus sue?os?
Gustavo Mart¨ªn Garzo es escritor.
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