Ojo humano
Puede que un ¨¢rbitro no vea el fuera de juego o el penalti que millones de espectadores en el sof¨¢ de casa podr¨¢n contemplar con todo detalle por televisi¨®n
El ojo humano es un prodigio de dise?o, aunque no mayor que el del mosquito, y algunos te¨®logos han visto en ese milagro de la biolog¨ªa una prueba de la existencia de Dios. Es imposible, dicen, que no haya un ser con una inteligencia infinita detr¨¢s de la perfecci¨®n de ese ¨®rgano. No est¨¢ tan claro. Hoy se juega la final de la Eurocopa de f¨²tbol entre Francia y Portugal, y durante el partido puede suceder lo de siempre, que aun estando a pocos metros de distancia, el ojo del ¨¢rbitro no vea el fuera de juego o el penalti que millones de espectadores repantingados en el sof¨¢ de casa podr¨¢n contemplar en el acto con todo detalle por televisi¨®n. No obstante esta carencia del ojo humano es esencial para mantener vivo este deporte, que se ha convertido en una nueva religi¨®n mundial alimentada con la convulsi¨®n irracional de las gradas y las tribus urbanas de violentos fan¨¢ticos. Si el juicio lo decidiera el ojo electr¨®nico reflejado en una gran pantalla, el ¨¢rbitro se convertir¨ªa en un simple notario y se acabar¨ªan las disputas mucho m¨¢s encendidas que las que genera la existencia de Dios. Los ni?os de posguerra ¨ªbamos a la iglesia los domingos por la tarde a aprender de memoria el catecismo, mientras en la plaza sonaba la radio con la voz de Mat¨ªas Prats que, tal vez, retransmit¨ªa una final de Copa y los nombres de Zarra y de Puchades se superpon¨ªan a los dogmas del Credo. Al salir de la catequesis compr¨¢bamos cromos de futbolistas en la paradita. Aquellos cromos envueltos en olor a linotipia duermen todav¨ªa en nuestro cerebelo junto con las verdades absolutas, pero realmente lo que demostraba la existencia de Dios era el milagro que se produc¨ªa cuando al final de muchas plegarias, sin dar cr¨¦dito a los ojos, sal¨ªa del sobre ese futbolista imposible que te faltaba para completar la colecci¨®n.
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