?Resistir¨¢ Hollande?
Los opositores al l¨ªder franc¨¦s que se dicen de izquierdas tienen un modelo y un sue?o: Podemos
Vista desde el exterior, podr¨ªa parecer que Francia est¨¢ bloqueada, que es reacia a toda reforma y presa del desorden. Todav¨ªa hay manifestantes que no cejan en su lucha contra la reforma laboral; los alborotadores son numerosos; ha habido huelgas de todas clases; un nuevo acto terrorista se ha cobrado la vida de un polic¨ªa y su compa?era sentimental; y, antes de los partidos de la Eurocopa, unos gamberros llegados de Rusia para repartir pu?etazos protagonizaron una violenta batalla campal contra unos hinchas ingleses borrachos como cubas... Por supuesto, las im¨¢genes dieron la vuelta al planeta y no se puede decir que hayan incitado a visitar uno de los pa¨ªses m¨¢s tur¨ªsticos del mundo para experimentar la legendaria ¡ªy remota¡ª calidad de vida francesa. Muchos se burlaron del presidente, Fran?ois Hollande, cuando afirm¨®: ¡°Francia va mejor¡±.
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?La realidad? La Eurocopa se desarroll¨® en buenas condiciones de organizaci¨®n. La gran mayor¨ªa dese¨® que la manifestaci¨®n deportiva fuera festiva y aglutinadora. Aunque, entre los opositores al Gobierno hubo a quien le hubiera gustado aguarnos la fiesta para evitar que Hollande y Manuel Valls pudieran apuntarse una competici¨®n exitosa.
A decir verdad, hay una organizaci¨®n que ha intentado echar a perder la fiesta: la CGT. Este sindicato ha liderado el rechazo hacia la ¡°ley del trabajo¡±, que propone una modesta reforma del c¨®digo laboral, pero tan necesaria en un pa¨ªs que no consigue corregir el paro masivo (el 10 % de la poblaci¨®n activa). Estas manifestaciones han tenido cada vez menos ¨¦xito. Se han ido apagando simplemente porque hab¨ªan olvidado la realidad: los sindicatos hostiles son minoritarios. Los otros, los sindicatos reformistas, especialmente la CFDT, son favorables a la reforma: no en vano han participado en su elaboraci¨®n y han obtenido enmiendas considerables.
Y este es el n¨²cleo del problema: la CGT, fuerte sobre todo en el sector p¨²blico, est¨¢ a punto de pasar al n¨²mero dos en beneficio de la CFDT, que, muy pronto, ser¨¢ el primer sindicato franc¨¦s. Por tanto, la CGT ha impulsado este movimiento en un pat¨¦tico intento de restaurar su legitimidad.
Hay una extrema derecha que ejerce un temible poder de atracci¨®n sobre la derecha moderada
Esta alianza del nuevo secretario general, Philippe Mart¨ªnez, con su extrema izquierda produce una radicalizaci¨®n del sindicato que puede terminar precipitando su retroceso. Este estado de cosas tiene que ver con la guerra sin cuartel que la extrema izquierda pol¨ªtica y los llamados ¡°contestatarios¡± del partido socialista libran contra Hollande y Valls, a los que quieren apartar de las presidenciales de 2017. Sus declaraciones recuerdan a la extrema izquierda de entreguerras: el enemigo ya no es la derecha, sino los ¡°socialtraidores¡±. Traidor es, claro est¨¢, cualquiera que reivindique la socialdemocracia, y Hollande antes que nadie.
De hecho, los opositores a Hollande y Valls, que se autoproclaman de izquierdas, tienen un sue?o y un modelo: Podemos. Creen poder sustituir a los socialistas como fuerza principal de la oposici¨®n cuando la derecha vuelva al poder. Desde su punto de vista, en efecto, su futuro pasa por el r¨¢pido retorno de la derecha. Olvidan una cosa: la protesta m¨¢xima ya existe y se sit¨²a en la extrema derecha. Esta no deja de progresar en los sondeos y cree haber sido reforzada por el refer¨¦ndum sobre el Brexit. De hecho, Marine Le Pen proclam¨® que, si fuera elegida presidenta de la Rep¨²blica organizar¨ªa una refer¨¦ndum sobre la salida de Francia de la UE.
?Qu¨¦ tiene de peligrosa la situaci¨®n? Que hay una extrema derecha que ejerce un temible poder de atracci¨®n sobre la derecha moderada. Esta influencia se hace patente en el hecho de que ciertos l¨ªderes, Nicolas Sarkozy sobre todo, no dudan en utilizar su lenguaje, incluso algunos de sus temas. Y esto pese al tr¨¢gico ejemplo de David Cameron, que solo ha logrado una cat¨¢strofe y su propia salida.
Porque ahora tambi¨¦n hay una extrema derecha antidemocr¨¢tica que no duda en recurrir a la violencia y a la provocaci¨®n, e intenta desencadenar un drama capaz de coaligar a otras fuerzas a su alrededor.
Finalmente, hay peligro porque el Gobierno y el presidente no tienen el apoyo de la opini¨®n p¨²blica. La consigna es resistir. La ley del trabajo ser¨¢ por tanto aprobada en ¨²ltima instancia. Pero si sobreviniera una prueba de fuerza, el presidente sufrir¨ªa el lastre de su impopularidad. Todos consideran un hecho que la derecha vencer¨¢ en 2017. Pero prudencia: ser¨ªa un error pensar que ya se ha dicho la ¨²ltima palabra.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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