Por la igualdad en la poes¨ªa
La literatura no ha sido demasiado generosa con las poetas. En el siglo XX eclosionaron voces de mujeres interesant¨ªsimas que por la presi¨®n del machismo no dejaron demasiado poso en la mirada social, pol¨ªtica y cultural de su ¨¦poca
La RAE lo define con claridad: el feminismo es una ideolog¨ªa que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. Tal vez una forma adecuada para reflexionar sobre el significado simb¨®lico de lo que representan el feminismo y el machismo, sea construyendo relatos aleg¨®ricos. En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita hac¨ªa enfrentarse a don Carnal y a do?a Cuaresma para explicar con humor los contrastes de la realidad de su ¨¦poca y las posiciones vitales respecto al goce y la devoci¨®n religiosa. Pero don Machista no es un hombre mundano amante de los placeres que disfruta de la compa?¨ªa de don Tocino, do?a Cecina, don Almuerzo, do?a Merienda y don Amor. Don Machista es agresivo, y suele ir acompa?ado de don Mis¨®gino y don Discriminador. A do?a Feminista siempre le acompa?an do?a Igualdad, do?a Justicia y don Apoyo Moral.
Todos los que rodean a do?a Feminista est¨¢n firmemente convencidos de que la igualdad entre hombres y mujeres es fundamental y necesaria. Don Machista desprecia a do?a Feminista, y detesta a don Apoyo Moral y a do?a Igualdad. Don Machista no entiende c¨®mo han podido prosperar las ideas de do?a Feminista y c¨®mo es posible que do?a Justicia est¨¦ ahora de parte de esa do?a que quiere quitar el cartel de no se admiten mujeres de todos los espacios. Eso es lo que m¨¢s le duele a su ¨¢nimo intolerante, ver nuevas ideas mejorando la vida de todos. Le irrita comprobar que las mujeres tienen poder y que muchos hombres comparten con naturalidad y alegr¨ªa ese ¨¢mbito que antes era de su exclusivo uso. Piensa que esos hombres alegres y solidarios son tr¨¢nsfugas que ahora van de la mano de las mujeres perversas y manipuladoras. Esos hombres educados en la igualdad deber¨ªan ser los herederos del machismo, pero han traicionado sus ra¨ªces retr¨®gradas y han cambiado los privilegios que les daba una actitud intolerante, por los de una ideolog¨ªa revolucionaria, porque la lucha por la igualdad siempre ha sido revoluci¨®n.
La Constituci¨®n de 1931 dio a las mujeres id¨¦nticos derechos jur¨ªdicos que a los hombres
Si Brueghel el Viejo saliera de su tumba del siglo XVI y tuviera que pintar ahora un ¨®leo donde teatralizar la escena del combate entre don Machista y do?a Feminista, tardar¨ªa un buen rato en organizar las im¨¢genes. Quiz¨¢ don Machista fuera un hombre con aspecto cavern¨ªcola saliendo de una cueva, y do?a Feminista una mujer astronauta pisando la Luna. El contraste de tiempos hist¨®ricos representados en un mismo instante, le ayudar¨ªa a jugar con lo que significan las transformaciones y el lugar que van ocupando las mujeres en el espacio de la igualdad. Durante siglos, las sillas de las mujeres estaban vac¨ªas y ahora nuestra sociedad ha abierto las puertas para que la sala se llene y podamos estar todos juntos. Las mujeres no vinieron a quitarles las sillas a los hombres, vinieron a ocupar los asientos que estaban esperando por ellas. Vinieron a sumar, a engrandecer, a completar el aforo.
Para el pensamiento feminista amante de la historia pol¨ªtica y la literatura hisp¨¢nica, el siglo XX es un reto fascinante. All¨ª eclosionaron voces de mujeres interesant¨ªsimas que por la presi¨®n del machismo no dejaron demasiado poso en la mirada social, pol¨ªtica y cultural de su ¨¦poca. Por ejemplo, la Constituci¨®n espa?ola de diciembre de 1931 dio a las mujeres los mismos derechos jur¨ªdicos que a los hombres y les permiti¨® votar y presentarse a las elecciones. Ese esfuerzo ideol¨®gico a favor del sufragio de la mujer surgi¨® gracias a una ¨¦lite intelectual de mujeres cultas, que tuvo el apoyo de algunos pol¨ªticos ¡ªhombres¡ª progresistas de su ¨¦poca. Pero muchos de los logros feministas de la Constituci¨®n de 1931 quedaron neutralizados por la actitud machista de una sociedad que no fue capaz ni tuvo tiempo de digerir y llevar a la pr¨¢ctica esas transformaciones en la representaci¨®n pol¨ªtica de la mujer. Impresiona comprobar que de los 1.004 diputados de las tres Cortes republicanas, solo nueve de ellos fueron mujeres. Victoria Kent y Clara Campoamor, como republicanas de centro-izquierda; Dolores Ib¨¢rruri como comunista; Margarita Nelken, Matilde de la Torre, Mar¨ªa Lej¨¢rraga, Julia ?lvarez Resano y Veneranda Garc¨ªa Blanco y Manzano como socialistas, y Francisca Bohigas Gavilanes en la Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas. Nueve mujeres que, desde posiciones ideol¨®gicas muy diferentes, abrieron camino en el espacio pol¨ªtico de la igualdad.
Hubo editores de que creyeron en la calidad literaria de los autores sin ning¨²n prejuicio
Tambi¨¦n hubo editores que hicieron gestos feministas importantes, porque creyeron en la calidad literaria sin prejuicios e incluyeron en sus colecciones libros de autoras. Publicaron poemarios de mujeres en tiempos en los que sus voces no eran influyentes, por ese contexto intelectual plenamente machista que quer¨ªa mantener sus estructuras de poder. Afortunadamente, a los buenos editores del siglo XX les interes¨® sumar talento, dejar testimonio literario de todas las realidades po¨¦ticas e incluir todas las voces interesantes que estaban surgiendo.
Cuando Raquel Lanseros y yo busc¨¢bamos el rastro de los libros de poemas de m¨¢s de 80 mujeres del siglo XX, para recuperarlos y celebrar lo que significan sus voces, nos dimos cuenta de lo importante que fue la labor arriesgada de ciertos editores. Los libros de aquellas poetas llevaban d¨¦cadas en las estanter¨ªas de la Biblioteca Nacional, La Hisp¨¢nica o la Universidad de Iowa, esperando a nuevos lectores que los buscaran. Esas mujeres, muchas de ellas ya fallecidas, eran novedad para nuestros ojos de lectoras intr¨¦pidas y comprometidas. Quer¨ªamos que nuestras lecturas crecieran, que nuestro conocimiento se ampliara, y reconstruir todo el panorama de la creaci¨®n literaria de ese momento. Los poemarios se defend¨ªan solos, pero hab¨ªa que encontrarlos.
La historia de la literatura del siglo XX no ha sido demasiado generosa con las poetas. Y eso que tenemos autoras magn¨ªficas a uno y otro lado del Atl¨¢ntico, que no se limitan a la chilena Gabriela Mistral, primera mujer Nobel de Literatura en espa?ol. Mistral est¨¢ acompa?ada de un largo listado de autoras de primera l¨ªnea, como la mexicana Rosario Castellanos, la salvadore?a Claudia Lars, la puertorrique?a Julia de Burgos, la boliviana Yolanda Bedregal, la ecuatoriana Lydia D¨¢vila, la costarricense Eunice Odio o la hondure?a ?ngela Valle, por citar algunos nombres. Les ha faltado curiosidad a muchos estudiosos, que han ido escribiendo su versi¨®n de la historia y se han conformado con la inercia de los nombres masculinos de autores ya consolidados, dejando much¨ªsimas lagunas a su alrededor.
El feminismo hist¨®rico que practica el humanismo literario rastrea las obras olvidadas de las mujeres para completar nuestra biblioteca universal. El conocimiento y la sabidur¨ªa son patrimonio de todos. Por eso el ma?ana humanista de la historia de la literatura, igual que ayer y hoy, deber¨¢ ser feminista.
Ana Merino es escritora.
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