Yo sobreviv¨ª al para¨ªso del ron
Y no, no est¨¢ en el Caribe, est¨¢ en Tarifa. Esta es la cr¨®nica de 48 horas en el extremo sur propulsadas por todas las combinaciones posibles del espirituoso
Cuando uno se dedica al periodismo sabe que en su trabajo habr¨¢ mucho de redacci¨®n, entrevistas a personajes insulsos y aventuras que jam¨¢s se habr¨ªa imaginado (algo bueno ten¨ªa que tener). Precisamente eso era lo que me esperaba cuando desde TENTACIONES decidieron que ten¨ªa que pasarme por Tarifa, visitar el Para¨ªso Brugal y participar en las actividades que los chicos del ron hab¨ªan preparado para influencers, periodistas y consumidores del espirituoso. Aventuras.
Y la primera de todas es llegar hasta Tarifa, muy cerca del lugar m¨¢s meridional de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y con Marruecos a tan solo 15 kil¨®metros. Los para¨ªsos naturales de Espa?a son aquellos a los que no resulta demasiado sencillo llegar. Eso mantiene a raya a las hordas de turistas que son capaces de ir con su coche pr¨¢cticamente hasta el lugar en donde clavan la sombrilla y eso hace que llegar a Tarifa, a pesar de las conexiones por alta velocidad y avi¨®n, sea un viaje largo. Una vez all¨ª se olvida uno de la carretera y alucina con lo cerca que tiene ?frica (y con el viento que hace, pero eso llegar¨¢ despu¨¦s).
El Para¨ªso Brugal no se encuentra en el centro de Tarifa, ni siquiera dentro del pueblo, sino que est¨¢ localizado en una urbanizaci¨®n de estas que todav¨ªa respiran lujo setentero en las afueras. Una imponente villa en la que absolutamente todo te recuerda al destilado es donde ¨ªbamos a pasar los d¨ªas siguientes y el plan no pod¨ªa resultar m¨¢s apetecible. La piscina, el cuidad¨ªsimo jard¨ªn, las terrazas y las vistas a Marruecos, que en ning¨²n momento se van de la cabeza.
La visita al Para¨ªso empezaba, como no pod¨ªa ser de otra manera, con un c¨®ctel de bienvenida. Despu¨¦s, comida dominicana, cena y una clase de mixolog¨ªa en la que, unos con m¨¢s fortuna que otros (y el que esto suscribe no tuvo ninguna), preparaban sus c¨®cteles a base de ron. Y s¨ª, si te lo est¨¢s preguntando hay mucha vida m¨¢s all¨¢ del mojito (si te pasas por Tarifa a lo largo de este mes lo podr¨¢s comprobar).
Un paseo nocturno por el pueblo confirma lo que muchos de los periodistas ya est¨¢bamos sospechando y es que el para¨ªso no se limita s¨®lo a nuestro alojamiento, ha tomado tambi¨¦n sin ning¨²n tipo de reparo los locales m¨¢s punteros de la localidad. Los surferos achicharrados por el sol, las ni?as monas y los paliduchos que han llegado desde Madrid, se mezclan con una sola cosa en com¨²n (que con el trascurso de la noche se tornar¨¢ en otras muchas): su copa de ron.
Ocurre que en el Para¨ªso no todo es comer y beber (aunque hay mucho de eso) y a la ma?ana siguiente, despu¨¦s de una juerga importante, nos esperaban en la playa de Valdevaqueros para iniciarnos en el noble arte del kite surf. Esto, para un periodista al que le cuesta bajar escaleras guardando el equilibrio, se le tornaba una utop¨ªa y, afortunadamente, esas horas debieron ser las ¨²nicas en las que no corri¨® el viento en esa zona. Ni rastro de las cometas que habitualmente adornan el paisaje pero s¨ª de las tablas de paddle surf. Tras varios intentos de mantener el equilibrio, sin clavarle en exceso las u?as en los hombros a mi monitora, un servidor se decant¨® por utilizar un kayak, algo que le daba bastante m¨¢s seguridad.
Pero en el Para¨ªso lo que se potencian son los placeres, y si no has pisado el gimnasio con asiduidad, el hecho de estar remando sin parar en paralelo a la playa puede llegar a ser agotador. As¨ª que nada mejor que pasarse por el chiringuito y reponer fuerzas. Tras una siesta reparadora, excursi¨®n a la Playa de Bolonia, una de las joyas de la costa de la provincia de C¨¢diz. Disfrutar del atardecer con un c¨®ctel en la mano es un plan del que s¨®lo pueden participar los elegidos para pasarse por el Para¨ªso Brugal. Y yo fui uno de ellos, ?ja!
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