Carta a Cathy Young de un hombre feminista
Imagen de El Apartamento, de Billy Wilder. En la imagen, Jack Lemmon y Shirley MacLaine.
Estimada se?ora Young,
Aunque no tenemos el gusto de conocernos personalmente, no he podido reprimir la necesidad de escribirle una carta tras leer hace unos d¨ªas en EL PA?S su art¨ªculo titulado Las feministas tratan mal a los hombres. Como hombre feminista me he sentido incluso en la obligaci¨®n de enviarle unas l¨ªneas para, como m¨ªnimo, dejarle claro lo bien que el feminismo trata a los hombres que hemos entendido que la igualdad real es una cuesti¨®n de ciudadan¨ªa y no una simple exigencia, que tambi¨¦n, de la mitad femenina.
Su art¨ªculo es una muestra m¨¢s de c¨®mo en estos tiempos de neoliberalismo, y en los que las progresivas conquistas de las mujeres en algunas partes del planeta est¨¢n poniendo en entredicho nuestros privilegios, surgen reacciones (neo)machistas que se aferran a un orden pol¨ªtico y cultural que contin¨²an manteniendo las jerarqu¨ªas propias del sistema sexo/g¨¦nero. Unas reacciones generalmente protagonizadas por sujetos masculinos pero a las que tambi¨¦n, sorprendentemente, se suman mujeres que parecen no haber comprendido que si est¨¢n donde est¨¢n es gracias precisamente al feminismo.
Como suelo explicarle a mi alumnado de primero de Derecho, el enemigo del feminismo no son los hombres sino el patriarcado. Es decir, las estructuras pol¨ªticas, econ¨®micas, jur¨ªdicas y culturales que nos mantienen a nosotros como mitad privilegiada al tiempo que usurpamos el sentido universal de la Humanidad. Ese orden, que se traduce en unas m¨¢s que evidentes relaciones de poder, contin¨²a socializ¨¢ndonos, (mal)educ¨¢ndonos y por tanto tambi¨¦n generando comportamientos en muchos hombres, y en algunas mujeres, que contradicen y ponen freno a una lucha que tiene ya casi tres siglos. Usted habla en el art¨ªculo de ¡°ataques superficiales a los hombres¡± cuando lo que a m¨ª me ha parecido todo un ataque a la sensatez es la superficialidad de sus argumentos. Unos argumentos que, y sin duda esto es para m¨ª lo m¨¢s grave del texto, parecen desconocer no solo la larga historia del feminismo como teor¨ªa y como movimiento, sino tambi¨¦n la fuerza emancipadora que para todas y para todos tiene un proyecto que pretende liberarnos de las jaulas a las que nos condenan los g¨¦neros.
Parte del texto de Cathy Young en su art¨ªculo en EL PA?S.
Me parece adem¨¢s de una irresponsabilidad absoluta lanzar un art¨ªculo como el suyo en un momento en el que la igualdad se est¨¢ poniendo en entredicho con el pretexto de la crisis econ¨®mica, cuando son cientos las mujeres que siguen siendo asesinadas cada d¨ªa en el planeta a manos del terrorismo machista o cuando se multiplican los pretextos para explotar por ejemplo el cuerpo y la sexualidad femenina. Todo ello por no hablar del desvar¨ªo que, a mi parecer, supone afirmar que ¡°el sentimiento favorable a Donald Trump¡± es producto de una reacci¨®n contra el feminismo. Me temo, se?ora Young, que lo que realmente supone una peligrosa reacci¨®n contra el feminismo son textos como el suyo que, adem¨¢s, alientan y alimentan todos los comportamientos y las actitudes patriarcales que no dejan de crecer en los ¨²ltimos tiempos, muy especialmente en las redes sociales. Unas actitudes que, entre otras cosas, suponen un absoluto desprecio hacia la lucha de tantas mujeres sin las que en buena parte del plantea no disfrutar¨ªamos de la democracia, por m¨¢s imperfecta que esta sea.
Debo confesarle que en mi caso, y me consta que poco a poco es tambi¨¦n el de otros hombres que empiezan a tener conciencia de g¨¦nero, el feminismo ha supuesto un redescubrimiento de m¨ª mismo y del mundo que habito. Un feliz proceso desde el que empiezo a convertirme en una mejor persona y, en consecuencia, en una mejor pieza en el complejo puzle que finalmente deber¨ªa borrar las injusticias que contin¨²an teniendo a las mujeres como principales v¨ªctimas. En este sentido, no puedo estar m¨¢s que agradecido al feminismo y a las mujeres que cada d¨ªa me ense?an a mirarme en el espejo sin tener la necesidad de verme de un tama?o doble del suyo.
Por supuesto que el feminismo es radical ¨Cporque pretende remover las ra¨ªces de las injusticias de g¨¦nero¨C y revolucionario ¨Cporque persigue subvertir un orden androc¨¦ntrico y patriarcal-, pero ello no significa que los hombres debamos sentirlo como una agresi¨®n ni que se trate de una batalla en la que solo habr¨¢ un ganador/a. Entendido as¨ª es la prueba m¨¢s evidente de la ignorancia m¨¢s absoluta sobre todo lo que el t¨¦rmino representa, adem¨¢s de ser munici¨®n facilona para todos aquellos que se rebelan contra los avances de la igualdad. Solo espero, se?ora Young, que revise sus argumentos y que nunca olvide lo que precisamente muchas mujeres y tambi¨¦n algunos hombres reivindicaron en la por usted recordada Declaraci¨®n de S¨¦neca Falls de 1848. Es decir, la lucha ¡°contra el monopolio de los p¨²lpitos¡± y, en consecuencia, la ense?anza de que la democracia sin ellas no merece tal nombre. Dicho de otra manera: el proyecto ¨¦tico del que todo dem¨®crata, mujer u hombre, deber¨ªa ser part¨ªcipe y militante. Aunque solo fuera para superar la esquizofrenia que supone defender la democracia y actuar como antifeminista. Con esa esperanza, le env¨ªo cordiales saludos y un abrazo ¡°s¨®rico¡±.
C¨®rdoba, 22 de julio de 2016 (D¨ªa de Mar¨ªa Magdalena).
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