El cocodrilo gigante y la modelo
Reptiles de hasta diez metros de largo y gustos 'gourmets'
De la lectura de libros como En las ant¨ªpodas (Down Under), de Bill Bryson, o El canguro alcoh¨®lico, de Kenneth Cook, se deduce que Australia es el lugar m¨¢s peligroso del mundo para vivir. Catorce de los ofidios m¨¢s venenosos son australianos. Es un pa¨ªs donde las ara?as m¨¢s mort¨ªferas que existen juegan al waterpolo en las piscinas con los dedos de los ba?istas; donde si no se te zampa un tibur¨®n o un cocodrilo marino puedes acabar castrado por un koala, mordido por un rat¨®n marsupial, destripado por un casuario o noqueado por un canguro borracho y con ganas de bronca.
A 'Saltie' le gustan las modelos
Entre los m¨¢s de treinta y cinco millones de espectadores que vieron la pel¨ªcula Cocodrilo Dundee el a?o de su estreno (1986), estaba Ginger Faye Meadows, una guapa modelo americana de 24 a?os natural de Charlottesville, Virginia (Estados Unidos). A Ginger le gust¨® tanto el filme, que al a?o siguiente se fue de vacaciones a Australia para vivir aventuras, como la protagonista. Y lo logr¨®: se la comi¨® un cocodrilo gigante el 29 de marzo de 1987, la v¨ªspera de su 25 cumplea?os. Ocurri¨® durante una excursi¨®n en barco por la costa de Kimberley: la modelo y una amiga decidieron darse un chapuz¨®n en las cascadas de Prince Regent River, uno de los parajes m¨¢s bonitos del norte del pa¨ªs. Cuando ya estaban dentro del agua, tan fresquitas, una de las chicas vio en la superficie un par de mal¨¦volos ojos que se mov¨ªan hacia ellas. Ginger intent¨® nadar hasta una roca, pero el cocodrilo la alcanz¨®, la agarr¨® por la cintura con su boquita llena de dientes y se la llev¨® de baile al fondo de la poza. Su cad¨¢ver (tras ahogarlas y desmembrarlas, los cocodrilos guardan los cuerpos de sus presas en la fresquera para com¨¦rselas poquito a poquito) fue hallado d¨ªas despu¨¦s, cubierto por el lodo en un recodo del r¨ªo.
'Un torbellino de espuma y ojos llameantes'
Ginger Meadows pudo mirar a los ojos a su asesino, pero no es lo habitual. Como explica Hugh Edwards en Crocodile Attack In Australia, lo malo de Saltie (saladito), como llaman los australianos al cocodrilo marino o poroso (Crocodylus porosus), el mayor reptil viviente (hasta diez metros de largo y dos toneladas de escamas, garras y dientes), es que no lo ves venir. Te mojas los pies en una playa de arenas blancas y aguas cristalinas, y de repente las aguas cristalinas se convierten ?en un torbellino de dientes, espuma y llameantes ojos amarillos?. Ahora te veo, ahora no te veo. Fin.
Habitante de zonas costeras con una alta densidad de poblaci¨®n, desde el delta del Ganges hasta las remotas islas Fiji, su tama?o y su ferocidad lo convierten en un aut¨¦ntico devorador de hombres, un asesino con m¨¢s muescas en las cachas que los tigres o los grandes tiburones. Se cree que uno de estos bichos pudo ser el responsable de la desaparici¨®n, en noviembre de 1961, de Michael Rockefeller, el hijo peque?o del futuro gobernador de Nueva York y vicepresidente de Estados Unidos Nelson Rockefeller, durante una expedici¨®n por el territorio de los Asmat, en Nueva Guinea. La otra hip¨®tesis es que se lo merendaron los propios Asmat, conocidos por su afici¨®n al canibalismo.
El fest¨ªn de Ramree
La mayor travesura que se le atribuye al cocodrilo de agua salada es la matanza de la isla birmana de Ramree, en el golfo de Bengala. La noche del 19 al 20 de febrero de 1945, m¨¢s de novecientos soldados japoneses hostigados por tropas de la Royal Navy fueron devorados por los cocodrilos cuando intentaban escapar del cerco a trav¨¦s de una zona de manglares. El naturalista Bruce Wright, uno de los soldados brit¨¢nicos que luch¨® en Ramree aquella jornada infernal, cuenta que durante toda la noche se pudo o¨ªr el alboroto de los cocodrilos desmembrando a sus presas y los alaridos de los pobres soldados japoneses.
F¨®siles vivientes de doscientos millones de a?os, los cocodrilos est¨¢n emparentados con los dinosaurios, y durante un tiempo compartieron el mundo con ellos. Cada a?o matan a una media de seiscientas o setecientas personas en todo el mundo, aunque probablemente la cifra real sea mucho mayor, ya que la mayor¨ªa de los ataques a humanos ocurren en lugares remotos adonde no llegan las estad¨ªsticas.
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