Incierto momento de cambio

La pol¨ªtica catalana solo se hace visible ¨²ltimamente cuando por en medio hay resoluciones del Tribunal Constitucional. Es cierto que ello se da con una cierta frecuencia y, por tanto, el mal llamado ¡°problema catal¨¢n¡± nunca deja de estar presente en la pol¨ªtica espa?ola. Sin embargo, para comprender bien lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a, para entender este absurdo empecinamiento de la Generalitat ¡ªsea el Gobierno, sea el Parlamento¡ª en darse de bruces contra el Estado de derecho sin ninguna posibilidad de salida, hay que examinar algunos cambios significativos en su sistema de partidos nacionalistas.

Previamente, advertir que este incumplimiento reiterado de la ley seguir¨¢: es la gasolina que necesitan los dirigentes nacionalistas para mantener la tensi¨®n entre los suyos. Durante 18 meses ¡ªque empezaron a contar en enero¡ª este tipo de peligrosas jugarretas no cesar¨¢n y el contencioso con el Estado puede pasar de los jueces y el Tribunal Constitucional al mismo Gobierno, si este decide aplicar el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. Tal como van las cosas, ello ser¨¢ probablemente inevitable. No creo que las autoridades catalanas actuales rectifiquen y den marcha atr¨¢s a eso que ahora se llama ¡°desconexi¨®n¡±. Con la actual composici¨®n del Parlamento, y con Puigdemont a la cabeza del Gobierno, no parece factible.

Pero vamos a examinar los cambios que est¨¢ experimentando el sistema de partidos en el campo nacionalista, un proceso que a¨²n no ha alcanzado el punto de estabilidad.

En primer lugar, y como aspecto muy importante, Converg¨¨ncia, el hasta ahora gran partido nacionalista que ocupaba el centro pol¨ªtico en Catalu?a, est¨¢ en una fase que le puede llevar a la irrelevancia. El cambio de nombre ¡ªahora ha pasado a llamarse Partit Dem¨®crata Catal¨¤ (PDC)¡ª es un cambio de naturaleza: ya no es lo que era. Hace unas semanas pod¨ªa pensarse que era un mero cambio est¨¦tico y utilitario: borrar el recuerdo de la corrupci¨®n adoptando otro nombre y quedar sin deudas que pagar ni delitos ¡ªcaso Palau, caso Pujol¡ª por los que responder ante los jueces. En lo dem¨¢s, se supon¨ªa que ser¨ªan los mismos al mando de lo mismo, por eso estaba Artur Mas al frente de la operaci¨®n de maquillaje.

La decadencia del antiguo partido de Pujol hace que el nacionalismo se decante hacia la izquierda

Pero el congreso fundacional no result¨® como estaba previsto, las bases se rebelaron, Mas perdi¨® en todas sus apuestas: ni le aceptaron el nuevo nombre que propon¨ªa, ni el nuevo equipo dirigente, ni aspectos sustanciales del ideario. Al final, estas bases acabaron convirtiendo a Mas en presidente honorario con un t¨¢ndem ejecutivo que no es de su confianza y un partido que, contra el criterio de Mas, se declara sin tapujos independentista, republicano y socialdem¨®crata. ?Alguna diferencia con ERC? Y si no hay diferencias, ?no ser¨¢ mejor el original que la copia?

La antigua Converg¨¨ncia se ha convertido en un partido con muy escaso peso en Barcelona y su entorno metropolitano, as¨ª como en Tarragona y otras zonas industriales. Aguanta en la Catalu?a interior pero eso es se?al de decadencia, camino de convertirse en residual. En cambio, ERC le ha dado claramente el sorpasso. La voz del nacionalismo catal¨¢n en el Congreso ser¨¢ Rufi¨¢n y no Homs, al quedarse la ex Converg¨¨ncia sin grupo parlamentario porque no cumple ninguno de los requisitos que exige el reglamento. Si pensamos que los portavoces convergentes en Madrid han sido Pujol, Roca Junyent, Molins, Trias, L¨®pez de Lerma y Duran Lleida, todos ellos con fuerte personalidad pol¨ªtica, nos podemos dar cuenta de la magnitud de la tragedia. No es lo mismo.

Por otro lado, esta decadencia del antiguo partido de Pujol hace que el nacionalismo se decante hacia la izquierda: ERC y la CUP, as¨ª como tambi¨¦n En Com¨² Podem y hasta el mismo PSC, aunque est¨¦ en horas bajas. Aquel magma interclasista y transversal que pacientemente supo crear Jordi Pujol ha desaparecido. ?Hay alguien para sustituirlo? No parece. Quiz¨¢s lo intenta el PSC pero no le sale bien, le est¨¢ resultando dif¨ªcil a Ciudadanos aunque se aproveche de la crisis convergente. Si ERC tuviera unos dirigentes dotados de una mayor inteligencia pol¨ªtica ¡ªcomo en tiempos Carod o Puigcerc¨®s¡ª podr¨ªa intentarlo, pero no es el caso. En Catalu?a hay un tejido empresarial muy amplio y difuso que se encuentra sin partido porque nunca ser¨¢ independentista ni republicano, sino moderado y liberal. Ah¨ª hay un vac¨ªo pol¨ªtico que no est¨¢ claro qui¨¦n lo va a llenar.

Hay un tejido empresarial que se encuentra sin partido porque nunca ser¨¢ independentista

En la izquierda, En Com¨² Podem, que debe su fuerza no tanto al Podemos de Iglesias sino a la popularidad y confianza que suscita ¡ªal menos por el momento¡ª Ada Colau, est¨¢ en auge. Si bien en el Ayuntamiento de Barcelona gobierna, para decirlo de alguna manera, con un n¨²mero p¨ªrrico de concejales, en las dos ¨²ltimas elecciones generales la formaci¨®n que lidera Colau ha barrido a los dem¨¢s partidos y, en la cuesti¨®n nacionalista, se sit¨²a en una posici¨®n intermedia: no se declara independentista pero s¨ª partidaria del derecho a decidir aunque en el partido coexistan federalistas, autonomistas e independentistas. Si usted no lo entiende, amigo lector, no es culpa suya, y por tanto, no se preocupe, solo piense que la confusi¨®n mental es una de las caracter¨ªsticas de la pol¨ªtica actual.

En todo caso, el sistema pol¨ªtico catal¨¢n nacionalista est¨¢ en un incierto momento de cambio. En el espacio de centro-derecha, el vac¨ªo que ha dejado CiU no se sabe c¨®mo va a cubrirse pero, en todo caso, afectar¨¢ tambi¨¦n al centro-izquierda. En este espacio, el crecimiento de ERC est¨¢ erosionado por En Com¨² Podem, y en las elecciones auton¨®micas y locales por la CUP. Por tanto, el espacio de ERC est¨¢ a¨²n por consolidar, lo mismo que le sucede al partido que lidera Colau dependiente, adem¨¢s, de c¨®mo evolucione el Podemos de Iglesias.

As¨ª las cosas, seguir¨¢n los actos de insurrecci¨®n, el Gobierno y el Tribunal Constitucional no cejar¨¢n en sus esfuerzos para que se respeten las reglas del Estado de derecho, pero la sociedad catalana cada vez est¨¢ m¨¢s cansada de este largo proc¨¦s sin t¨¦rmino visible, de este Catalexit que nunca llega, de una desconexi¨®n que no se ve viable.

El independentismo est¨¢ en un callej¨®n sin salida, y lo sabe. Pide auxilio a las fuerzas espa?olas y conf¨ªa en Podemos. Pero a muchos catalanes independentistas, que la anhelada libertad les llegue de su mano y de la CUP, no les gusta nada, prefieren que no llegue. El nacionalismo catal¨¢n sin CiU no es lo que era.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.