Recuperar el prestigio farmac¨¦utico
Una botica se convierte en noticia por negarse a vender productos hometop¨¢ticos
Una farmacia de Madrid aparece peri¨®dicamente en las redes sociales por un hecho ins¨®lito: su due?o se niega a vender productos homeop¨¢ticos porque ¡°no es una terapia con estudios cient¨ªficos que avalen sus resultados¡±, a pesar de que, dado el elevado precio de las pildoritas ¡ª¡°en su casi totalidad, agua o az¨²car sin ning¨²n componente activo¡±, como bien dice este profesional¡ª, deber¨ªa dejarle un amplio beneficio.
La postura de este farmac¨¦utico contrasta con la de la inmensa mayor¨ªa de sus colegas, dispuestos a vender casi lo que sea, y mejor si es en exclusiva (cremas que hacen aflorar los abdominales, pur¨¦s infantiles, adelgazantes milagrosos), bien porque de verdad crean en su utilidad, bien por algo mucho m¨¢s prosaico: para hacer negocio. Esa imagen de tenderos indiscriminados no beneficia al sector, que se aferra a defender su papel sanitario a la vez que comercia con sustancias que son, en el mejor de los casos, inocuas. Y siempre caras. As¨ª, la continua lucha de los colegios profesionales por resaltar su papel queda continuamente en entredicho. La tan cacareada atenci¨®n farmac¨¦utica (ese primer consejo que muchos reciben en la botica para medicarse con criterio, por ejemplo) queda ensombrecida por la falta de credibilidad de un profesional que pone al mismo nivel un medicamento que ha pasado todos los controles y ensayos que un preparado casi m¨¢gico que, no se sabe por qu¨¦, hay quien cree que le funciona.
Porque el hecho es que dos siglos despu¨¦s de su invenci¨®n, la homeopat¨ªa sigue sin demostrar su eficacia. En lo m¨¢s cercano a un ensayo retrospectivo, hecho en Francia ¡ªuno de los pocos pa¨ªses que la incluyen en el sistema sanitario p¨²blico¡ª, se vio que, combinada con medicamentos tradicionales en ciertas patolog¨ªas menores, era tan eficaz como estos. Pero eso no demostr¨® que la homeopat¨ªa funcionase. Lo que prob¨® fue que los pacientes tomaban muchas medicaciones innecesarias, que es otro mal de nuestros servicios sanitarios.
Pese a la [falta de] evidencia, la homeopat¨ªa es c¨®moda para algunos m¨¦dicos. Unos, porque de verdad se lo creen ¡ªlo cual es preocupante en unos profesionales de una disciplina cient¨ªfica¡ª. Otros, porque se quitan de encima al paciente a costa de recetar algo que no les puede da?ar (salvo que se sea diab¨¦tico y se abuse de las bolitas de az¨²car, claro). Solo eso explica el ¨¦xito de estos preparados entre algunos pediatras: calman a la madre y al padre que no estar¨¢n tranquilos hasta darle algo al ni?o enfermo, y dejan pasar tiempo para que la dolencia que tiene pase sola, que es lo que suele ocurrir.
Afortunadamente, en los ¨²ltimos a?os ha crecido el movimiento de esc¨¦pticos. No ante la homeopat¨ªa en s¨ª, sino ante todo lo que se ofrece sin haberlo comprobado. Por eso, los que est¨¦n en desacuerdo con este planteamiento lo tienen f¨¢cil: demuestren que funciona, y nadie pondr¨¢ pegas.
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