Nace una vieja estrella
"Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporci¨®n num¨¦rica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un n¨²mero interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la V¨ªa L¨¢ctea. As¨ª, por cada hombre que jam¨¢s ha vivido, luce una estrella en ese universo".
Confieso que las palabras con las que comienza la novela 2001. Una Odisea Espacial me emocionan. Ese pr¨®logo lo firman el recientemente fallecido Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick. Las primeras im¨¢genes de la pel¨ªcula de este ¨²ltimo, con los hom¨ªnidos y la m¨²sica de Richard Strauss As¨ª habl¨® Zaratustra tambi¨¦n me marcaron. Me pregunto si al verlas algo muy dentro de m¨ª decidi¨® que quer¨ªa ser paleont¨®logo y explorar el pasado. No lo s¨¦. Pero cada vez que descubro un f¨®sil humano pienso en la estrella que brilla por ¨¦l en la noche.
Hay que ir pensando en cambiar algunas teor¨ªas
En el a?o 1994, la mayor parte de los prehistoriadores opinaba que la llegada del hombre a Europa no sobrepasaba mucho en antig¨¹edad el medio mill¨®n de a?os. Est¨¢bamos excavando desde hac¨ªa a?os f¨®siles humanos en el yacimiento de la Sima de los Huesos, en la sierra de Atapuerca, que ten¨ªan esa edad geol¨®gica. Un a?o antes, la revista Nature les hab¨ªa concedido los honores de la portada (y ese art¨ªculo fue clasificado m¨¢s tarde entre los diez m¨¢s importantes de la historia de esa publicaci¨®n en relaci¨®n con la evoluci¨®n humana). Pero tambi¨¦n se practicaba un sondeo en el cercano yacimiento de la Gran Dolina. Pens¨¢bamos que se pod¨ªa encontrar en la base de la secuencia estratigr¨¢fica de la cueva las pruebas de que la colonizaci¨®n de Europa se hab¨ªa producido hace casi un mill¨®n de a?os. No record¨¢bamos entonces la frase del Premio Nobel Niels Bohr: "Su teor¨ªa es insensata... m¨¢s no lo bastante para ser verdadera".
Aparecieron f¨®siles humanos de hace 800.000 o 900.000 a?os en el sondeo de la Gran Dolina, y se cre¨® con ellos una nueva especie: homo antecessor. Esta especie fue discutida por otros y su antig¨¹edad puesta en duda. Nada que objetar. Nuestro trabajo, el de los cient¨ªficos, consiste en cuestionar todos los datos y todas las teor¨ªas. Confirmar el trabajo de los investigadores anteriores es tranquilizador, pero tirarlo por tierra es m¨¢s excitante. La cronolog¨ªa fue comprobada, y ya nadie la discute. Pero los f¨®siles de la Gran Dolina, aunque m¨¢s antiguos que la mand¨ªbula de Mauer y que los f¨®siles de la Sima de los Huesos, podr¨ªan ser de su misma especie, que se llama homo heidelbergensis. Hab¨ªamos, dec¨ªan algunos, encontrado a los pioneros, a las avanzadillas de la especie, unos heidelbergensis antiguos y primitivos.
El pasado verano los hechos dieron la raz¨®n a Niels Bohr. Hab¨ªa humanos mucho tiempo antes en la sierra de Atapuerca y la mand¨ªbula de uno de ellos fue encontrada. Ahora, Nature le acaba de dar la portada. Los rasgos que se pueden estudiar en esa pieza indican que est¨¢ muy lejos del homo heidelbergensis y que lo razonable es atribuirla a la misma especie de la Gran Dolina, el homo antecessor.
?Qu¨¦ tiene de particular esta especie y qu¨¦ lugar ocupa en la evoluci¨®n humana? Cuando se analizan los rasgos de los diferentes restos recuperados en la Gran Dolina se ve que son primitivos. Faltan los caracteres espec¨ªficamente modernos, es decir, las se?as de identidad del homo sapiens, nuestras singularidades, aquello en lo que somos distintos de cualquier otro hom¨ªnido de la historia. Pero tampoco aparecen especializaciones propias de los neandertales, que sin embargo ya se apuntan en el homo heidelbergensis.
En el caso del homo antecessor se trata, concluimos nosotros, de una especie que no es antepasada exclusivamente del homo sapiens, ni tampoco lo es solo del homo neanderthalensis, porque vivi¨® antes de que se separasen las l¨ªneas evolutivas que condujeron a las dos especies hermanas. En esto parece haber acuerdo entre paleont¨®logos y gen¨¦ticos: tal bifurcaci¨®n se produjo despu¨¦s.
Pero una cosa son los rasgos, tomados uno por uno, y otra es la robustez general, la cantidad de hueso. Nosotros, los humanos de hoy, nos caracterizamos por tener un esqueleto aligerado, gr¨¢cil, delicado. Y, al desaparecer sustancia ¨®sea, surgen rasgos nuevos en la cara y en el esqueleto del cuerpo, como si un escultor hubiera modelado una masa de arcilla, quitando barro en algunos puntos con la esp¨¢tula y hundiendo su dedo en otros. De este modo, nuestra cara est¨¢ m¨¢s esculpida que en las dem¨¢s especies del g¨¦nero homo (neandertales incluidos), a las que se agrupa bajo el calificativo general de "humanos arcaicos" (mientras que nosotros somos los "humanos modernos"). Comparados con nuestro esqueleto facial, lleno de relieves, los de los "humanos arcaicos", con su pobre topograf¨ªa, parecen una m¨¢scara (en el caso de los neandertales, una m¨¢scara apuntada, con forma de cu?a).
Pues bien, lo interesante es que, en cuanto a robustez, el homo antecessor, o mejor, lo que de momento sabemos de ¨¦l, se acerca a nosotros. Miramos por eso en el registro f¨®sil para ver d¨®nde hay otras caras delicadas, deprimidas en algunos puntos clave, talladas, y las encontramos en algunos f¨®siles del registro chino, que por cierto, tampoco est¨¢n muy completos.
?Qu¨¦ se saca de todo esto? En primer lugar que hace falta descubrir m¨¢s f¨®siles. Son poqu¨ªsimos los que tenemos para estas cronolog¨ªas antiguas. En segundo lugar, que hay que ir pensando en cambiar algunas teor¨ªas.
La ciencia busca siempre el camino m¨¢s recto, aplicando un principio que se conoce como el de la navaja de Occam: en caso de duda, debe preferirse la explicaci¨®n m¨¢s simple. Un esquema sencillo de la evoluci¨®n humana, muy popular en los ¨²ltimos tiempos, le daba todo el protagonismo al continente africano. Como los primeros hom¨ªnidos y el propio homo sapiens proceden de all¨ª, se podr¨ªa generalizar este patr¨®n a toda la historia humana. ?frica ser¨ªa as¨ª el motor de nuestra evoluci¨®n, la f¨¢brica de especies, que habr¨ªan ido saliendo, a partir de cierto momento, hacia Eurasia, sustituy¨¦ndose sucesivamente conforme surg¨ªan en ?frica y se extend¨ªan como las ondas conc¨¦ntricas que produce una piedra al caer a un estanque.
Ahora empezamos a sospechar de este modelo. ?No podr¨ªa tambi¨¦n haber pasado lo contrario? ?Se debe descartar que hayan aparecido especies en Eurasia que se hayan extendido luego hacia ?frica? ?Fue el homo georgicus la primera de ellas y el homo antecessor la segunda? ?Cayeron piedras en varios puntos del estanque?
Juan Luis Arsuaga es director del Centro de Evoluci¨®n y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII) y codirector de las excavaciones de Atapuerca.
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