Correcci¨®n pol¨ªtica
En tanto usuarios de un lenguaje, nuestra responsabilidad es custodiarlo y renovarlo. Y, por supuesto, corregirlo

Durante a?os sostuve un orgulloso desd¨¦n por la correcci¨®n pol¨ªtica. Con la bandera de ¡°al pan, pan; y al vino, vino¡± navegu¨¦, sin cuidar nunca la elecci¨®n de palabras esgrimidas durante duelos o cachondeos ret¨®ricos. La correcci¨®n pol¨ªtica me parec¨ªa un invento de gente que levantaba la mano antes de tomar la palabra, gente que lavaba sus verduras antes de guardarlas en el refrigerador, gente que ignoraba la existencia de las sobremesas ¡ªlargas y et¨ªlicas¡ª donde afloran las amistades c¨®mplices. Los hispanos, pensaba, heredamos de la lengua viperina de Quevedo y del ingenio a la vez c¨¢ndido y filoso de Cervantes el derecho a la incorrecci¨®n, al libre juego de palabras, a decir las cosas como nos vinieran.
Pero es muy f¨¢cil sostener esa postura cuando ¡ªen el contexto latinoamericano¡ª se pertenece a la clase media educada de un pa¨ªs tan desigual, que ser de clase media educada es, en realidad, ser sumamente privilegiado. Es c¨®modo ¡ªen el caso espa?ol¡ª pensar as¨ª si se pertenece a una mayor¨ªa racial de un continente en donde las minor¨ªas raciales son inmigrantes, tratadas como ciudadanos de segunda. Es muy conveniente suscribir la ¡°incorrecci¨®n¡± como forma de la libertad de expresi¨®n, si uno nunca va a ser el blanco de los dardos del humor y el ingenio de quienes los lanzan.
Mal entendida, la correcci¨®n pol¨ªtica es una forma de enmascarar. Mal entendida es encontrar un eufemismo edulcorante que sustituya un t¨¦rmino denigrante: ¡°persona de color¡±, ¡°diversidad¡±, ¡°empoderamiento femenino¡±, etc¨¦tera. Pero esa no es la correcci¨®n pol¨ªtica; es una forma m¨¢s soterrada y menos disputable de la violencia ling¨¹¨ªstica. La verdadera correcci¨®n pol¨ªtica, la que s¨ª vale la pena defender, est¨¢ en la manera como asumimos nuestra ¡°vida pol¨ªtica¡± y el papel correctivo que el lenguaje juega en ella.
Somos animales pol¨ªticos. Vivimos en alguna forma de la polis ¡ªen el espacio p¨²blico en que convivimos con otros¡ª. Y nuestra relaci¨®n con los dem¨¢s empieza por el lenguaje. Las palabras son nuestro puente, el tejido con el que nos vinculamos entre nosotros y fabricamos el mundo. La violencia racial, el abuso emocional, la subyugaci¨®n cultural ¡ªtodo empieza por el lenguaje¡ª. En tanto usuarios de un lenguaje, nuestra responsabilidad es custodiarlo y renovarlo. Y, por supuesto, corregirlo, cuando ese lenguaje se agota y se demuestra insuficiente para describir la creciente complejidad de nuestro mundo com¨²n. La correcci¨®n pol¨ªtica es un compromiso con las palabras, con la tarea cotidiana de corregir el lenguaje p¨²blico para poder estar siempre reimaginando el mundo en el que queremos vivir.
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