`Depre posvac¡¯

Las periodistas de raza siempre estamos de guardia. Por eso, pese a llevar un mes sin dar palo al agua, vuelvo con una noticia que no ha dado ning¨²n colega en todo el sant¨ªsimo verano. Ni los shorts intrauterinos, ni los capazos con estrella, ni los kimonos japoneses sobre biquini de braga brasile?a. Este a?o, el ¨²ltimo grito en la costa han sido los macropareos. Un h¨ªbrido entre mantel de rancho, colcha de matrimonio y manta de mula torda que, plantado sobre la arena, convert¨ªa tu trozo de playa en ef¨ªmero coto privado de tus glorias y miserias. Una, que no es cotilla sino curiosa, ha visto toda suerte de esplendores y ocasos sobre esa hierba. Cuerpos de ¨¦lite y de tropa. Adolescentes de toda edad d¨¢ndose lotazos de esc¨¢ndalo. Parejas de todo sexo montando broncas de campeonato. Ha visto una, lo juro, correr sangre, sudor, l¨¢grimas y toda la gama de fluidos corporales, si nos ponemos expl¨ªcitos. La vida en vivo, vamos, mientras en las teles de los bares iban pasando las fiestas de los pueblos, las chispas de San Lorenzo, el aniversario de Marilyn, el cumplea?os de la Pantoja, la tomatina de Bu?ol, ayer mismo, las mismas serpientes de todos los veranos.

Ahora, ha sido volver al cole, perd¨®n, el curro, y hacerse oto?o. Ese Mariano, ese Pedro, ese Albert, ese Pablo. Esos mismos l¨ªderes excarism¨¢ticos enfangados en los mismos lodos de los mismos polvos. Esos amant¨ªsimos padres de la patria haciendo que se matan por sacarnos del l¨ªo en que les hemos metido los cr¨ªos por emperrarnos en votar lo que votamos. Me ha entrado una depre posvac de caballo. Ese hast¨ªo, ese d¨¦j¨¤ vu, ese aire de se acab¨® lo que se daba. Total, que he puesto mi macropareo de cubresof¨¢ y esta noche me tiro a ver a Terelu probarse lencer¨ªa de mercadillo. Hay quien se sorprende de que Las Campos tenga m¨¢s audiencia que la investidura. Yo, no. Las motos de los pol¨ªticos, no, pero quien m¨¢s, quien menos, todos compramos bragas.