Arquitectura que abre los ojos y 5- Santiago Cirugeda: la calle m¨¢s que las aulas
Uno de los proyectistas m¨¢s audaces, el sevillano Santiago Cirugeda (1971), que encontr¨® un campo de actuaci¨®n en la alegalidad de la construcci¨®n, fue un mal estudiante. ¡°La falta de vocaci¨®n arquitect¨®nica hizo que mis estudios en la escuela de Sevilla se vieran alargados por atender m¨¢s a los comentarios de ciudadanos y vecinos en torno a cuestiones urbanas, que a muchos de los conocimientos acad¨¦micos que se impart¨ªan en la escuela¡±, dice hablando del origen de su activismo. As¨ª comenz¨® el fundador del colectivo Recetas Urbanas escuchando a la gente. Su grupo comenz¨® plantando cara y dando batalla en Espa?a y se ha convertido en un ejemplo de cooperaci¨®n internacional. Por eso llama la atenci¨®n que Cirugeda explique sus or¨ªgenes profesionales utilizando el modo impersonal, tal y como se escrib¨ªan en las escuelas de arquitectura la mayor¨ªa de las memorias explicativas.
¡°Curiosamente lo que me form¨® como el tipo de arquitecto que soy, son las negativas, los miedos y la incapacidad de actuaci¨®n de algunos t¨¦cnicos municipales, que visitaba asiduamente desde los 18 a?os, como una labor de aprendizaje¡±. Para Cirugeda todos esos funcionarios determinan la arquitectura, el modo en que vivimos y la forma de las ciudades. Se trata de ¡°arquitectos invisibles pero responsables de una lectura de la legalidad que siempre entend¨ª como necesariamente creativa, de ah¨ª nuestra posici¨®n de replantear continuamente la norma y su aplicaci¨®n¡±. En eso consiste la arquitectura que desde su estudio, el colectivo Recetas Urbanas, construye: en aprovechar vac¨ªos legales para reinventar, recuperar y reordenar la ciudad.
¡°En vez de esperar a los concursos propuestos por la administraci¨®n y el sector privado, para dar una soluci¨®n competitiva a una necesidad, hemos preferido escuchar a colectivos y usuarios que no son objeto de concurso, para dar una soluci¨®n arquitect¨®nica que puede pasar por la legalidad, la alegalidad o incluso la ilegalidad. Todo ello en virtud de la calidad de una ley o reglamento o de la velocidad o torpeza con la que se quiere aplicar¡±.
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