Dimitir se conjuga mejor en ingl¨¦s que en espa?ol
En el parlamentarismo brit¨¢nico los pol¨ªticos suelen hacerse a un lado cuando pierden. David Cameron es un buen ejemplo.
Desde que ha votado a favor del Brexit, Reino Unido se ha convertido en un productor de noticias raras. Hace dos d¨ªas, este peri¨®dico informaba de que si un hombre utiliza zapatos marrones lo tiene complicado para encontrar trabajo en la City londinense porque los entrevistadores del mundo de las finanzas lo consideran poco refinado. No sabemos si tan poco refinado como aqu¨ª, en su ¨¦poca, los calcetines blancos, cuando los porteros de discoteca imped¨ªan la entrada al local de quien los utilizaba. No sabemos si aquellos guardianes de la est¨¦tica habr¨ªan impedido una visita de Giorgio Armani y sus eternas escayolas.De modo que ya saben los j¨®venes que buscan futuro en Londres: licenciatura, m¨¢ster, ingl¨¦s impecable... y zapato negro, que es lo importante de la lista.
Pero anteayer se produjo una noticia m¨¢s rara sin duda para los lectores ib¨¦ricos. David Cameron, ex primer ministro, anunci¨® su dimisi¨®n como parlamentario tras llegar a la conclusi¨®n de que no le era posible realizar un buen trabajo como miembro de la C¨¢mara de los Comunes despu¨¦s de haber liderado el Gobierno. Y por no querer convertirse en ¡°una distracci¨®n¡± para el Ejecutivo de Theresa May, su sucesora. Cameron no se andaba con rodeos a la hora de explicarlo: ¡°Desde mi punto de vista, en la pol¨ªtica moderna, y dadas las circunstancias de mi dimisi¨®n, realmente no es posible ser un diputado raso como ex primer ministro¡±. Nada de florituras. Ni ¡°voy a embarcarme en nuevos proyectos¡±, ni ¡°inicio una nueva etapa apasionante y llena de oportunidades¡±, ni ¡°ha sido fant¨¢stico y me dejo grandes amigos a los que les deseo todo el ¨¦xito¡±. Cameron, con ese estilo tan brit¨¢nico, lo que ha dicho es: ¡°Me marcho porque estorbo¡±. Una expresi¨®n que se escucha en Espa?a solo cuando los abuelos la pronuncian en plena discusi¨®n familiar. Sin duda, porque a los abuelos les sobran la humildad y el sentido com¨²n que, con mucha suerte, los dem¨¢s alg¨²n d¨ªa tal vez alcanzaremos.
Cameron, como cualquiera metido a la pol¨ªtica, tendr¨¢ sus partidarios y detractores, pero no se le puede negar ni arrojo ¡ªa veces excesivo seg¨²n los segundos¡ª ni coherencia. Agarr¨® el toro por los cuernos en dos ocasiones sabiendo que compromet¨ªa el futuro de su pa¨ªs y de Europa. Y en ambas ocasiones anunci¨® que se marchar¨ªa si no ganaba. La primera, el refer¨¦ndum para la independencia de Escocia, le sali¨® bien. Los escoceses eligieron pertenecer a Reino Unido al responder no a una pregunta clara directa y sin florituras elaborada por el propio Cameron. Esa misma noche dimiti¨® el ministro principal de Escocia, partidario del s¨ª. Animado ¡ªo embriagado¡ª por el ¨¦xito, Cameron decidi¨® lanzar otro ¨®rdago y preguntar a sus conciudadanos si quer¨ªan seguir participando del proyecto de construcci¨®n europea. La respuesta fue otro no, pero esta vez contra la propuesta del primer ministro. Perdi¨® y no hab¨ªan pasado 24 horas cuando anunci¨® que dejaba el 10 de Dowing Street
Reino Unido tiene el sistema parlamentario m¨¢s antiguo del mundo. Y all¨ª el verbo dimitir es de uso habitual. O a lo mejor es cosa del color de los zapatos.
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