La historia entre los huesos
El Museo de Antropolog¨ªa de M¨¦xico abre a EL PA?S las puertas de su colecci¨®n de osamentas
Dos millones de personas visitan cada a?o el Museo de Antropolog¨ªa de M¨¦xico. Pocos saben que al entrar al edificio del Paseo de la Reforma pisan un gran cementerio. En el s¨®tano, entre tesoros ocultos a los turistas, se conservan m¨¢s de 25.000 osamentas. Miles de cajas de cart¨®n y pl¨¢stico apiladas hasta alcanzar los tres metros de altura contienen tibias, f¨¦mures, h¨²meros y cr¨¢neos. Los recipientes marcan el origen de los restos: el altar de sacrificios de Tenochtitl¨¢n, los cuerpos exhumados de la primera catedral de la Nueva Espa?a o las excavaciones arqueol¨®gicas en zonas mayas, zapotecas u olmecas. Cada caja es una historia y todas ellas escriben el testimonio del paso de los antiguos mexicanos por la Tierra.
Se dice que los mexicanos tienen un v¨ªnculo particular con la muerte. Para Jos¨¦ Concepci¨®n Jim¨¦nez esa relaci¨®n la dicta un orden escrupuloso. Por m¨¢s de tres d¨¦cadas, el antrop¨®logo ha limpiado, conservado y catalogado un archivo que comenz¨® a formarse hace m¨¢s de 130 a?os, cuando fue hallado el cuerpo del primer hombre prehist¨®rico de Am¨¦rica. La colecci¨®n es llamada osteoteca y la bienvenida a uno de sus cuartos la da un cartel con la imagen de un feto momificado que anuncia: Laboratorio de cuerpos eternos.
¡°Este es un espacio sagrado porque hay cuerpos humanos. Tenemos la presencia de mucha gente¡±, dice Jim¨¦nez. Est¨¢ rodeado de cajas negras que contienen la mayor colecci¨®n de momias en el pa¨ªs. M¨¢s de 30 cuerpos momificados de un centenar esperan ser exhibidos cuando finalice la ¨¦poca de vacas flacas del sector cultural y amainen los recortes presupuestarios al museo.
Las momias m¨¢s antiguas datan de la era prehisp¨¢nica ¡ªtienen unos 600 a?os¡ª y provienen de la Cueva del gigante, en Chihuahua. Son infantes tarahumaras que fueron envueltos en un petate en posici¨®n fetal. Junto a sus cuerpos se hallaron peines, frijoles ayocotes y juguetes. Los cient¨ªficos est¨¢n por realizar los perfiles gen¨¦ticos de estos cuerpos para compararlos con los tarahumaras modernos y determinar si existe un parentesco directo o si hubo un cambio poblacional en esa zona del norte del pa¨ªs.
El cuerpo de otro menor momificado, de la ¨¦poca colonial (finales del siglo XVIII), muestra las huellas etnogr¨¢ficas e iconogr¨¢ficas dejadas por la conquista. El beb¨¦, al que se le puede apreciar a¨²n tejido en el rostro, est¨¢ vestido como un santo. El menor fue enterrado junto a su familia en la Iglesia de Santo Domingo de Zacatecas. Eran originarios del Pa¨ªs Vasco y llegaron a Am¨¦rica para explotar las minas de la regi¨®n. Los vascos ten¨ªan un nivel socioecon¨®mico alto porque los ata¨²des ten¨ªan chapas e hilos de oro y flores de tela. ¡°Con los cuerpos vas viendo c¨®mo cambian las costumbres. A estos les amarran las manos y los pies y los meten en cajas con crucifijos y ofrendas para los santos¡±, explica Jim¨¦nez. El cofre moderno est¨¢ equipado con aditamentos para medir la humedad y la temperatura sin los cuales la momia terminar¨ªa por ser devorada por las bacterias.
El tesoro de la osteoteca
El s¨®tano de Antropolog¨ªa tiene 51 cuerpos de la ¨¦poca precer¨¢mica, antes del 2000 a.c. ¡°Es una de las colecciones m¨¢s importantes del mundo con algunos de los esqueletos m¨¢s antiguos del continente americano¡±, dice con orgullo Jim¨¦nez. Frente a ¨¦l, en una mesa de trabajo met¨¢lica, hay cinco cr¨¢neos. El del centro pertenece a La mujer del Pe?¨®n, una osamenta encontrada en una excavaci¨®n de 1959 a pocos kil¨®metros al noroeste de la Ciudad de M¨¦xico. A pesar de que la mujer ten¨ªa entre 24 y 26 a?os el antrop¨®logo la llama ¡°la abuela de todos los mexicanos¡±. Pruebas de carbono 14 hechas en Inglaterra han determinado que tiene 12.700 a?os, la pobladora m¨¢s antigua de Am¨¦rica hasta hoy.
Los cr¨¢neos no pueden compararse a los hallados en la Sima de los Huesos, en Atapuerca, con restos de varios cientos de miles de a?os. ¡°Pero nosotros tenemos la cuenca de M¨¦xico¡±, se?ala Jim¨¦nez. All¨ª, en el centro del pa¨ªs, se han extra¨ªdo a los americanos m¨¢s a?ejos: el hombre de Tlapacoya (12.000 a?os), el de Texcoco (10.000 a?os), el del metro Balderas (10.500 a?os), hallado en el centro de la capital mientras se realizaban las obras del transporte p¨²blico.?
La numerosa colecci¨®n ha ayudado a despejar dudas a varios investigadores. Una parte del archivo se guarda bajo llave. All¨ª se conservan 300 huesos con deformaciones y patolog¨ªas. Una caja es abierta y desprende un fuerte olor agrio de un millar de a?os. El cr¨¢neo, de la zona de Coahuila, tiene la parte frontal carcomida. ¡°Ten¨ªa s¨ªfilis, eso quiere decir que la enfermedad ya exist¨ªa en Am¨¦rica antes de que llegaran los espa?oles¡±, dice Jim¨¦nez.
Gabriela Salas, una antrop¨®loga que forma parte del equipo encargado de la osteoteca, afirma que los miles de restos han ayudado a determinar ¡°la historia gen¨¦tica de los mexicanos¡±. La historia est¨¢ en los huesos. Solo hay que aprender a ver de cerca la muerte.
Cabezas j¨ªbaras
Entre las curiosidades de la colecci¨®n del s¨®tano del Museo de Antropolog¨ªa se encuentra una peque?a colecci¨®n de cabezas j¨ªbaras que fueron donadas en 1935 por el exmandatario Emilio Portes Gil y el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas. Las cabezas humanas reducidas fueron regaladas a los pol¨ªticos despu¨¦s de una visita a un pa¨ªs amaz¨®nico que no ha sido detallado en los anales del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia. Los espec¨ªmenes, que no est¨¢n en exhibici¨®n, son tres hombres y cuatro mujeres. La cabeza m¨¢s alta tiene 81 mil¨ªmetros.
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