La educaci¨®n que necesitamos
La tecnolog¨ªa desvinculada de la sabidur¨ªa es una nueva forma de alienaci¨®n
El debate sobre la ense?anza en Espa?a no se adentra en la cuesti¨®n fundamental: ?para qu¨¦ educar? Los informes PISA no ayudan para responder a esta cuesti¨®n. La educaci¨®n es mucho m¨¢s que instrucci¨®n y aprendizaje de destrezas para el ejercicio de una profesi¨®n. La obsesi¨®n por reorientar la ense?anza desde los requerimientos del mercado laboral y el dominio de las nuevas tecnolog¨ªas conlleva una amputaci¨®n fort¨ªsima del derecho de aprender a cultivar todas las dimensiones del ser humano desde la infancia. Desgraciadamente se ha consolidado un modelo de ense?anza sin educaci¨®n.
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Seguimos sin aprender la cr¨ªtica de Herbert Marcuse al hombre unidimensional. El modelo dominante de ense?anza est¨¢ contribuyendo a reproducirlo. La tecnolog¨ªa desvinculada de la sabidur¨ªa es una nueva forma de alienaci¨®n.
Los empleos del futuro requerir¨¢n escuelas que desarrollen la creatividad humana y no servicios educativos para el mercado laboral que, en plena revoluci¨®n de la rob¨®tica, necesitar¨¢ algo m¨¢s que cualificaciones profesionales.
El instruccionismo escolar, que da m¨¢s relevancia a las nuevas did¨¢cticas que a la transformaci¨®n del modelo basado en asignaturas y curr¨ªculos desgajados de la realidad personal de los alumnos y de los cambios sociales y ecol¨®gicos que se requieren en el siglo XXI. es un obst¨¢culo que debemos superar.
La formaci¨®n de la personalidad de ni?os, adolescentes y j¨®venes es el gran fin de la educaci¨®n. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz afirm¨® que ¡°toda educaci¨®n entra?a una imagen del mundo y reclama un programa de vida¡±. Necesitamos un proyecto educativo basado en una imagen ecol¨®gica del mundo y un programa de cultivo de la vida interior y de iniciaci¨®n al activismo ecosocial para la construcci¨®n de sociedades m¨¢s justas y sostenibles. Los contenidos curriculares pueden estar conectados con estas finalidades educativas, como nos lo demuestran las escuelas creativas que existen en Espa?a y otros pa¨ªses. ?Cu¨¢ndo crearemos un centro estatal que recoja las pr¨¢cticas educativas innovadoras para contagiar a toda la red escolar con ellas? ?Qu¨¦ hacemos para incorporar al profesorado innovador al dise?o de una nueva pol¨ªtica educativa?
Sin una gran transformaci¨®n ecosocial, el siglo XXI seguir¨¢ cavando su tumba
La personalidad bien desarrollada no se posee, se conquista. Necesitamos br¨²julas educativas para conseguirlo. ?D¨®nde podemos encontrarlas? Dirijamos nuestra mirada a las sabidur¨ªas ecol¨®gicas presentes en culturas morales, en filosof¨ªas, en religiones y en antropolog¨ªas. Sin una gran transformaci¨®n ecosocial, el siglo XXI seguir¨¢ cavando su tumba y ning¨²n capitalismo verde lo salvar¨¢. La tecnolog¨ªa y la ciencia operan en el terreno de los medios, no en el de los fines. No bastan para ense?arnos a vivir. Podemos crecer en I+D+i y tener una vida poco sabia, un inmenso raquitismo espiritual, una anemia existencial por falta de nutrientes de sabidur¨ªas.
Lo que m¨¢s necesitamos es encontrar un fin compartido que d¨¦ sentido a nuestra actividad en la Tierra. Las sabidur¨ªas ecol¨®gicas son fundamentales para aprender lo que otorga m¨¢s humanidad: adquirir una conciencia moral, pensar sobre el sentido de la vida, conocerse a s¨ª mismo, desarrollar el gusto est¨¦tico, saber utilizar el tiempo para la realizaci¨®n personal y comunitaria, comprometerse en el cambio ecosocial, luchar para acabar con opresiones laborales que precarizan la vida. En definitiva, lograr el buen vivir frente al bien estar y realizar la transici¨®n del tener al ser propuesta por Erich Fromm.
Las escuelas y las familias, ?no tienen nada que decir y hacer sobre estas cuestiones? Afortunadamente existen centros escolares que saben relacionar los grandes temas existenciales con la ense?anza de las matem¨¢ticas, la historia, la f¨ªsica, la lengua, etc¨¦tera. El arte de educar consiste en saber vincular la transmisi¨®n y aprendizaje de conocimientos con la realidad psicol¨®gica de cada edad y con el descubrimiento de la implicaci¨®n personal en la transformaci¨®n social y ecol¨®gica de los pa¨ªses.
La educaci¨®n del yo interior enraizado en una visi¨®n ecol¨®gica de la realidad y en la pr¨¢ctica de la autocontenci¨®n y la solidaridad predispone para la constituci¨®n de un yo pol¨ªtico implicado en el activismo social. La buena educaci¨®n es la que aspira a formar personas que vivan la existencia con armon¨ªa entre la dimensi¨®n interior y la dimensi¨®n sociopol¨ªtica de su ser, entre el cultivo del arte y la lucha contra el sufrimiento social.
Nos encontramos, como afirma Zygmunt Bauman, en un momento de ceguera moral ante las cat¨¢strofes sociales y ecol¨®gicas. Necesitamos proyectos educativos que abran los ojos y vinculen el conocimiento con el cese del dolor que asola al mundo.
Rafael D¨ªaz-Salazar es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense y autor de Educaci¨®n y cambio ecosocial.
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