Salir a flote

A los 19 a?os Teresa Perales era una chica zaragozana, alegre y normal. La ¨²ltima vez que ella se recuerda corriendo por la calle fue cuando, en mayo de 1995, sali¨® a celebrar la Recopa de aquel Zaragoza milagroso de Pardeza y Nayim. Justo despu¨¦s, una enfermedad la conden¨® para siempre a una silla de ruedas. Si te pasa algo as¨ª, una opci¨®n es hundirte. Y, otra, hacer cualquier cosa para salir a flote, lo que sea.

Teresa ha protagonizado la salida a flote m¨¢s espectacular que conozco. Un d¨ªa, ni ella sabe muy bien por qu¨¦, se sinti¨® atra¨ªda por el agua con una fuerza desconocida. Ni siquiera sab¨ªa nadar pero esa epifan¨ªa le salv¨®. El resumen de su historia es que, hoy, Teresa es una leyenda que a¨²n no ha dicho todo lo que tiene que decir. En R¨ªo de Janeiro, a sus 40 a?os, ante rivales que pod¨ªan ser sus hijas, ha logrado cuatro medallas en nataci¨®n -una de oro, tres de plata- que acaban de enriquecer su palmar¨¦s estratosf¨¦rico: 26 medallas en los Juegos Paral¨ªmpicos de los ¨²ltimos 16 a?os.

Detr¨¢s de una conquista de ese calibre, aparece lo obvio: la actitud desafiante ante los reveses del azar, la incapacidad para venirse abajo, una biolog¨ªa superdotada, un af¨¢n insaciable por ser mejor a cada rato y un poder mental ilimitado para no dejar de sonre¨ªr, pase lo que pase. ¡°Llevo la silla de ruedas pegada al culo, no a la cabeza¡±, dice. Pero, m¨¢s all¨¢ de lo que todos vemos, hay algo que nadie ve, que nadie posee, eso que ha hecho de Teresa un personaje de cuento. ?rase una vez una ni?a, alegre y normal.