?Debemos descuartizar a Trump?
Existe una profusi¨®n descontrolada de fuentes de noticias y opiniones, y eso produce una inmensa fragmentaci¨®n. Los medios de comunicaci¨®n, chillones y polarizados, est¨¢n erosionando cada vez m¨¢s los cimientos de la democracia
"Para Trump, el enga?o es una segunda piel¡±. Es lo que me dec¨ªa el otro d¨ªa en Chicago Nathan, propietario de una peque?a empresa. Yo no habr¨ªa podido decirlo mejor. Seg¨²n un an¨¢lisis reciente, Donald Trump dice una mentira o algo que no es cierto aproximadamente cada cinco minutos. Los medios de comunicaci¨®n estadounidenses mantienen un gran debate a prop¨®sito de c¨®mo informar sobre este demagogo narcisista, fanfarr¨®n, mentiroso, ignorante y peligroso. Pero los medios son parte del problema.
Todos parecen estar de acuerdo en que los presentadores de televisi¨®n deben pedirle cuentas cada vez que mete la pata, como hizo Leslie Holt en el primer debate, y no mantener un falso equilibrio entre dos candidatos de calidad y seriedad muy diferentes, lo que la analista Brooke Gladstone llama el prejuicio de la equidad. ¡°Ah, s¨ª, profesor Smith, gracias por defender que la Tierra es redonda, y ahora voy a dar el mismo tiempo y respeto a Mr. Jones, que asegura que la Tierra es plana¡±. Un ejemplo reciente del prejuicio de la equidad es la cobertura que hizo la t¨ªmida e intimidada BBC de la campa?a del Brexit.
Otros art¨ªculos del autor
Es interesante que incluso The New York Times haya abandonado su habitual imparcialidad y discreci¨®n. No s¨®lo porque casi cada d¨ªa publica dos o tres art¨ªculos que atacan a Trump, sino porque sus informaciones, adem¨¢s de incluir excelentes reportajes de investigaci¨®n sobre Trump como hombre de negocios, farsante y racista, deslizan expresiones, adjetivos y adverbios peyorativos que la vieja dama de gris, antiguamente, no habr¨ªa aprobado.
Entiendo a la perfecci¨®n por qu¨¦ el Times ha dejado su pr¨¢ctica habitual. Como dec¨ªa en un editorial, Trump es ¡°el peor candidato propuesto por un gran partido en la historia moderna de Estados Unidos¡±. Es un peligro para la paz civil y el prestigio de su pa¨ªs en el mundo. Un amigo italiano lo compara con la reacci¨®n de La Repubblica ante el ascenso de Silvio Berlusconi.
Por desgracia, la decisi¨®n de tomar partido puede reforzar una tendencia estructural que est¨¢ corroyendo la democracia norteamericana. Estados Unidos ha defendido siempre la libertad de expresi¨®n y la prensa libre con el argumento ¡ªmencionado expresamente en la Primera Enmienda de la Constituci¨®n¡ª de que es necesaria para el autogobierno democr¨¢tico. Los ciudadanos, como hac¨ªan los antiguos atenienses cuando se reun¨ªan a los pies de la Acr¨®polis, deben poder o¨ªr todos los argumentos y pruebas para tomar una decisi¨®n informada y, por tanto, poder decir leg¨ªtimamente que se autogobiernan.
Un ejemplo del prejuicio de la equidad es la cobertura que hizo la BBC de la campa?a del ¡®Brexit¡¯
Sin embargo, el primer debate televisado entre los dos candidatos no fue m¨¢s que un breve instante de experiencia com¨²n en la plaza p¨²blica. El resto del tiempo, los votantes est¨¢n en su c¨¢mara de eco, oyendo opiniones que consolidan las suyas. Este efecto de c¨¢mara de eco se vio primero en Internet, con la burbuja informativa y el filtro burbuja, pero se ha convertido en un elemento fundamental de todo el panorama medi¨¢tico, no solo en la Red y no solo en Estados Unidos. Existe una profusi¨®n descontrolada de fuentes de noticias y opiniones, con la correspondiente fragmentaci¨®n. Los votantes de Trump se alimentan de Fox News, los programas de radio de derechas, sitios de Internet como Breitbart (cuyo jefe supremo es asesor de Trump); los votantes de Clinton, de MSNBC, NPR, PBS, sitios de Internet como Slate o el HuffPost, gente de su misma opini¨®n en las redes sociales... y ahora el peri¨®dico anti-Trump, The New York Times.
Como Internet ha destruido el modelo de negocio tradicional de la prensa y, al mismo tiempo, permite una enorme abundancia de fuentes, todos compiten ferozmente por quedarse con las visitas y los clics en este terreno abarrotado d¨ªa y noche: como si fuera el parqu¨¦ de una Bolsa o la calle de un mercado en India. Hay que gritar. Cuanta m¨¢s sangre y m¨¢s rugidos, mejor. A las informaciones y los an¨¢lisis matizados, equilibrados y basados en pruebas les cuesta hacerse o¨ªr. Las posibilidades tecnol¨®gicas, los imperativos comerciales y los cambios culturales se unen para convertir la democracia deliberativa en infotainment, en espect¨¢culo.
La realidad televisiva vence a la aut¨¦ntica. Trump, hombre de negocios y antigua estrella de un reality show, es al tiempo creador y producto de este nuevo mundo. En esta realidad alternativa, los hechos, las pruebas y las opiniones de expertos dejan paso a los mitos, las exageraciones, las mentiras y las simplificaciones (el ¡°hagamos que Am¨¦rica vuelva a ser grande¡± de Trump, el ¡°recuperemos el control¡± del Brexit). Los historiadores de la propaganda saben que las mentiras se imponen por mera repetici¨®n, a base de atontar la mente hasta expulsar la verdad. Las c¨¢maras de eco constantes de los medios sectarios y las redes sociales que refuerzan los prejuicios causan un efecto similar.
Una vez tuve la divertida experiencia de tener que defender un libro m¨ªo, Los hechos son subversivos, en el programa sat¨ªrico Colbert Report. ¡°?Qu¨¦ dice ¡ªexclam¨® Stephen Colbert¡ª, yo no quiero que los hechos me subviertan y me hagan sentirme inc¨®modo, quiero cosas que me hagan sentirme bien!¡±. Colbert fue quien invent¨® el t¨¦rmino truthiness para indicar esa c¨®moda verdad alternativa, la que nos gustar¨ªa que fuera. Pues bien, la realidad ha superado a su humor sat¨ªrico. Trump es el maestro de la verdad alternativa. Aunque ya ha dejado de hablar de la partida de nacimiento de Obama, uno de sus comentarios despu¨¦s de que Obama la hiciera p¨²blica es un buen ejemplo: ¡°Mucha gente tiene la sensaci¨®n de que no era un certificado propiamente dicho¡±. Y yo tengo la sensaci¨®n de que la Tierra es plana.
Internet ha destruido el modelo de negocio de la prensa y ahora todos compiten por los clics
En el primer debate, Clinton solt¨® una frase muy ensayada: ¡°Donald, s¨¦ que vives en tu propia realidad¡±. Y ¨¦l replic¨® con otra frase menos practicada, m¨¢s graciosa y muy reveladora: ¡°Creo que el mejor miembro de su campa?a son los grandes medios de comunicaci¨®n¡±. Unas palabras propias de la ret¨®rica populista en todo el mundo, desde Estados Unidos a Francia y desde Polonia a India, con las que se?ala que sus partidarios son un grupo asediado por las poderosas ¨¦lites liberales y que son la ¨²nica ¡°gente real¡± (una expresi¨®n que utiliza mucho Nigel Farage).
La distorsi¨®n est¨¢ m¨¢s agudizada en la derecha populista, pero la polarizaci¨®n tendenciosa, los gritos simplistas y las c¨¢maras de eco son un problema en todas partes. Estados Unidos tiene medios de comunicaci¨®n libres, variados y sin censura, pero que cada vez tienen menos sitio en la plaza p¨²blica com¨²n. Existe all¨ª un noble lema que nos invita a creer en el ¡°mercado de las ideas¡±. Lo que estamos presenciando en estas elecciones es el fracaso del mercado de las ideas.
Timothy Garton Ashes catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution, Stanford University. Su nuevo libro, Free Speech: Ten Principles for a Connected World, acaba de publicarse.@fromTGA
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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