La erosi¨®n de la verdad
Publicar informaci¨®n falsa es f¨¢cil y hacerla circular, a¨²n m¨¢s. La tecnolog¨ªa no distingue entre los rumores, los infundios y los hechos confirmados. Sin una informaci¨®n fiable, la libertad de opini¨®n opera en falso y la democracia se degrada
En 1928, George Orwell alert¨® en un art¨ªculo sobre el peligro de una prensa barata, supuestamente popular. El art¨ªculo se titulaba A Farthing Newspaper (¡°Un diario de un cuarto de penique¡±) y hablaba de un peri¨®dico de Par¨ªs, el Ami du peuple,que costaba unos pocos c¨¦ntimos y se presentaba como amigo de las clases populares, pero que en realidad defend¨ªa los intereses de su propietario, un industrial poderoso, con una l¨ªnea editorial conservadora.
Otros art¨ªculos del autor
Orwell se preguntaba si un peri¨®dico se pod¨ªa mantener ¨²nicamente con los ingresos de la publicidad, especulaba sobre los oscuros beneficios no monetarios que el Ami du peuple proporcionaba a su due?o y conclu¨ªa diciendo que aquel diario supuestamente amigo del pueblo era un peligro para la libertad de prensa, porque pod¨ªa dejar fuera del mercado a otros rotativos m¨¢s serios que se ve¨ªan obligados a rebajar el rigor informativo para competir en un terreno que no era el suyo.
Ignoro si en vida de Orwell, que muri¨® prematuramente en 1950, The Sun o el Daily Mail, que son baratos y tambi¨¦n combinan el sensacionalismo con el conservadurismo, ten¨ªan tantos lectores como ahora. Supongo que no, supongo que este espacio lo ocupaban entonces otros peri¨®dicos como el Evening Standard, enemigo a muerte del laborismo. Pero me pregunto qu¨¦ habr¨ªa dicho el autor de Rebeli¨®n en la granja de la proliferaci¨®n actual de peri¨®dicos digitales gratuitos, del protagonismo de las redes sociales y de la ca¨ªda del nivel de calidad de la informaci¨®n period¨ªstica a caballo de las nuevas tecnolog¨ªas.
La tecnolog¨ªa encierra a los ciudadanos en burbujas informativas que reafirman lo que piensan
Antes, la letra impresa de los diarios dibujaba una frontera clara entre el rumor y la noticia. La noticia publicada pod¨ªa ser cierta o no serlo, pero si no lo era se desment¨ªa, y mientras tanto todo el mundo la consideraba cierta. Esto creaba una base com¨²n de debate. Ahora la Red acoge medias verdades, suposiciones, calumnias, bulos, cotilleos, hechos sin contrastar y noticias contrastadas, en una mezcolanza que pugna por captar la atenci¨®n de los lectores sin una jerarqu¨ªa clara ni ning¨²n control de veracidad.
Publicar informaci¨®n falsa es f¨¢cil y hacerla circular, a¨²n m¨¢s. La tecnolog¨ªa no distingue entre los rumores, los infundios y los hechos confirmados, ni frena los contenidos racistas o sexistas: todos pueden llegar en cuesti¨®n de segundos a millones de m¨®viles y ordenadores. La verdad ¡ªlo escribi¨® Oscar Wilde¡ª raramente es pura y nunca es simple. Las mentiras suelen serlo y por eso se difunden con m¨¢s celeridad.
La directora de The Guardian, Catherine Viner, ha alertado recientemente sobre el car¨¢cter nocivo que pueden tener las nuevas tecnolog¨ªas, en un art¨ªculo que ha merecido una gran atenci¨®n (How technology disrupted the truth). Estamos atrapados en una confusa batalla entre la verdad y la mentira, entre los hechos y los rumores, entre los ciudadanos conectados y los desconectados, entre la plataforma abierta de la Red tal como fue originariamente concebida y las comunidades cerradas de Facebook y de otras redes sociales, entre una minor¨ªa bien informada y una muchedumbre desorientada.
Las redes sociales se han convertido en el principal medio para acceder a las noticias en Internet. El lector puede enviar a sus allegados las informaciones y los art¨ªculos de opini¨®n que le gustan y poner en marcha una cascada informativa imparable. Los directores de los diarios y de los programas informativos de la radio y la televisi¨®n han perdido el control de la jerarqu¨ªa y difusi¨®n de las noticias, que ahora llegan a muchos lectores a trav¨¦s de unos algoritmos opacos que las personalizan y hacen que cada lector reciba en primer lugar las que se supone que le pueden interesar m¨¢s, que suelen ser las que coinciden con sus ideas. En vez de ensanchar el campo de visi¨®n de los ciudadanos, esto les encierra en burbujas informativas que reafirman lo que piensan.
Antes, el mundo de la informaci¨®n era vertical: la autoridad de los grandes medios de comunicaci¨®n marcaba la pauta. Ahora, es horizontal. Se ha democratizado, y los lectores, armados con sus m¨®viles y sus ordenadores port¨¢tiles, pueden hacer frente al poder de los medios de comunicaci¨®n. Sobre el papel, esto es positivo ¡ªcomo parec¨ªa positivo el bajo precio del Ami du peuple¡ª, pero el resultado pr¨¢ctico es que la calidad de la informaci¨®n se deteriora y que la prensa cada vez tiene m¨¢s dificultades para desempe?ar el papel de fiscalizaci¨®n de los poderes establecidos y de articulaci¨®n del debate p¨²blico que le corresponde en una sociedad democr¨¢tica. Sin una informaci¨®n fiable, sin unos hechos b¨¢sicos que no sean objeto de distorsi¨®n y de disputa, la libertad de opini¨®n opera en falso y la democracia se degrada.
Que una noticia sea o no cierta es secundario; lo que cuenta es que sea retuiteada y guasapeada
Desde hace a?os vemos que los ingresos de los diarios serios caen y los de las redes sociales suben. En Estados Unidos, de cada nuevo d¨®lar gastado en publicidad en 2016, 85 centavos fueron a los grandes de la Red como Facebook y Google. La caza del clic de los peri¨®dicos digitales, la pugna por aumentar las visitas, est¨¢ empujando a muchas redacciones a prodigar las noticias-basura con t¨ªtulos atractivos y con contenidos sensacionalistas, con la esperanza de atraer publicidad o financiaci¨®n, en una carrera hacia las alcantarillas en la que pocos medios pueden permitirse no participar.
Para muchos, la viralidad se ha convertido en el valor supremo. Que una noticia sea o no cierta es secundario; lo que cuenta es que sea retuiteada y guasapeada velozmente por los lectores, que corra como un rel¨¢mpago de pantalla en pantalla, y ya se sabe que, en el tiempo que la verdad se pone los zapatos, una patra?a puede dar media vuelta al mundo. Los medios de comunicaci¨®n han perdido el control de lo que es aceptable decir o publicar y las mentiras circulan sin que nadie las pueda desmentir, haciendo buena la afirmaci¨®n leninista de que una mentira contada muchas veces se convierte en verdad.
El da?o que esto puede causar lo vimos en la campa?a del refer¨¦ndum sobre la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea, lo estamos viendo en la campa?a de las elecciones norteamericanas y me temo que lo vamos a ver con frecuencia a partir de ahora. Tal vez nos tendremos que acostumbrar y los pol¨ªticos honestos tendr¨¢n que tom¨¢rselo con buen humor y hacer como Adlai Stevenson, que en la campa?a electoral norteamericana de 1952 ofreci¨® un trato a sus oponentes: si dejaban de decir mentiras sobre ¨¦l, ¨¦l dejar¨ªa de decir la verdad sobre todos ellos.
Carles Casajuana, escritor y diplom¨¢tico, fue embajador en Reino Unido. Su ¨²ltimo libro publicado es Las leyes del castillo (notas sobre el poder).
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