Los rescoldos del odio
Los linchadores de Alsasua ya no tienen estructura criminal en la que alistarse
Cinco a?os despu¨¦s de que la banda terrorista ETA reconociera oficialmente su derrota ¡ªpolicial, judicial, pol¨ªtica, ciudadana¡ª al anunciar que no volver¨ªa a asesinar, una manada ha linchado a dos guardias civiles y a sus parejas en Alsasua (Navarra) en una agresi¨®n aislada que es un rescoldo de los odios aventados durante a?os.
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Todo empez¨® hace m¨¢s de diez lustros, cuando un joven puesto de anfetaminas le peg¨® un tiro a un guardia civil de tr¨¢fico que inspeccionaba su coche. Aquella muerte inaugural dio lugar a una espiral en la que cada asesinato justificaba al anterior y preparaba el siguiente. Se dec¨ªa mucho aquello de salto cualitativo, despu¨¦s de los atentados que hac¨ªan saltar el ancho umbral de aceptaci¨®n ante la muerte ajena que durante tantos a?os ha presidido la vida en Euskadi. Ya no era solo el franquista Carrero, era la mujer de un joven polic¨ªa por el hecho de serlo. Cada vasco ha tenido su particular ca¨ªda del caballo y as¨ª unos se bajaban del apoyo a los asesinos cuando un chaval perd¨ªa una pierna tras pegar una patada a una bolsa de basura en la que ETA hab¨ªa colocado una bomba; otros, cuando el tiro se lo llevaba una exdirigente etarra, Yoyes; y casi todos despu¨¦s del secuestro, tortura y asesinato de Miguel ?ngel Blanco.
De ser admirada y jaleada durante la dictadura y primeros a?os de la democracia por su patrimonio antifranquista, ETA ventil¨®, a base de cr¨ªmenes, ese capital hasta lograr tener en su contra a buena parte de la sociedad vasca, en la que hasta los noventa se dec¨ªa ¡°algo habr¨¢ hecho¡±, cada vez que le volaban la cabeza a una v¨ªctima. De aquel encogimiento de hombros, de aquel idiota moral abundante, evolucionamos a las manifestaciones masivas cuando asesinaron a Miguel ?ngel Blanco, alguien que era como el novio de tu hija, o tu vecino. Nunca tanta identificaci¨®n con la v¨ªctima por parte de tanta gente. Aquel crimen confirm¨® que ETA hab¨ªa perdido la sinton¨ªa con los vascos, que puestos de rodillas le ofrec¨ªan en Ermua su nuca en un ejercicio de p¨¦rdida de miedo que no ten¨ªa precedente.
Hay que recordar que aqu¨ª ha habido un plan sistem¨¢tico de exterminio del construido como enemigo: los espa?oles, Espa?a y todos los que la representasen
Antes, hab¨ªa sido el arre¨®n criminal del 92, 15 asesinados en 45 d¨ªas, cuando ETA pens¨® que los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla y la capital cultural de Madrid eran el escaparate ideal para que el terrorismo, propaganda por el hecho, alcanzara el c¨¦nit y lograra la derrota del Estado. No fue as¨ª: el golpe policial a la c¨²pula de la banda del 29 de marzo del mismo a?o en Bidart certific¨® que ETA no ganar¨ªa y anunci¨® que ser¨ªa derrotada.
Hay que recordar que aqu¨ª ha existido un plan sistem¨¢tico de exterminio del construido como enemigo: los espa?oles, Espa?a, todos los que la representasen, como saben los linchadores de Alsasua. Un plan que a base de asesinatos, de odio, de miedo, de aquel horror ¡ªte¨®rico y pr¨¢ctico¡ª de la socializaci¨®n del sufrimiento ha buscado de manera concienzuda, sostenida en el tiempo, aniquilar al enemigo, sustituir al Estado por un r¨¦gimen dictatorial. Ese era el objetivo. No conseguirlo ha sido su fracaso y su derrota. Una derrota de los terroristas a manos de la democracia espa?ola, del pu?ado de ciudadanos que en condiciones inclementes se enfrent¨® al terrorismo cuando las v¨ªctimas no estaban de moda.
Al asumir su derrota expl¨ªcita ¡ªni uno solo de sus objetivos conseguidos, no ya de la arqueol¨®gica alternativa Kas, tampoco con la salida de los presos o el establecimiento de la agenda para la entrega de las armas¡ª la banda y sus menguantes jaleadores pretenden ahora establecer que todos somos v¨ªctimas, que ha sido empate y argucias semejantes que no se compadecen con el esp¨ªritu totalitario que alienta el linchamiento de Alsasua por parte de un grupo de violentos que, afortunadamente, ya no tienen estructura criminal en la que alistarse. Un hecho aislado, que nos recuerda de forma hiriente las liturgias de un pasado que no volver¨¢.
ETA ha perdido y el balance es demoledor: 850 asesinados, miles de heridos, secuestrados, muerte y tristeza; centenares de a?os de c¨¢rcel para nada, como reconocen algunos de los exmiembros de la banda. ETA no dej¨® de asesinar porque le diera un ataque de ¨¦tica, sino porque fue derrotada. Ganada la batalla contra el terrorismo, se trata de ganar ahora la pugna del relato, para que no parezca que era lo mismo asesinar que ser asesinado, para que no haya m¨¢s explosiones de odio como la de Alsasua.
Jos¨¦ Mar¨ªa Calleja es periodista.
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