Otra mala idea

Cuenta la leyenda que en el verano de 2013, Charlie Brooker, guionista de Black mirror y por entonces cr¨ªtico televisivo y metaf¨ªsico de The Guardian, llam¨® enfurecido al Alan Rusbridger, director del rotativo brit¨¢nico. Estaba harto de los comentarios que los lectores dejaban en sus piezas semanales. Quer¨ªa que se aplicara un filtro, a poder ser uno que coincidiera con sus ideas. Despu¨¦s de todo, debi¨® pensar, aquello que escrib¨ªa ten¨ªa tanto ¨¦xito que, para muchos ¨Csobre todo para ¨¦l¨C, ya no formaba parte de las p¨¢ginas de The Guardian sino de las de su autobiograf¨ªa, y no la iban a arruinar unos est¨²pidos, an¨®nimos, cobardes, irrelevantes y poco higi¨¦nicos internautas. Rusbridger se neg¨® y Brooker dimiti¨®. Sin tiempo a que la noticia se confirmara, Damian Thompson, columnista de The Daily Telegraph, escrib¨ªa al respecto del rumor. Se quejaba de que Brooker, un tipo que una vez declar¨® que cuanto m¨¢s asquerosa era una idea, m¨¢s divertida le parec¨ªa, tuviera la piel tan fina. ¡°Es valiente s¨®lo cuando es el quien se mete con alguien. Cuando son otros quienes lo hacen, ya no tanto¡±, se quejaba Thompson. D¨ªas despu¨¦s de aquella dimisi¨®n, Charlie Brooker volv¨ªa a su p¨¢gina en The Guardian y abordaba el tema: ¡°Soy un hombre mayor, de la ¨¦poca del vapor, que se aferra de forma irracional a la pasada de moda creencia de que los art¨ªculos y las cartas deber¨ªan mantenerse separados como la iglesia y el estado¡±.
"El creador de 'Black mirror' hab¨ªa arremetido contra todo lo tangible, hasta el punto de que una vez, tras agotar todo lo animado e inanimado de un a?o, decidi¨® escribir sobre lo poco que le gustaba ese a?o"
En sus textos, el creador de Black mirror hab¨ªa arremetido contra todo lo tangible, hasta el punto de que una vez, tras agotar todo lo animado e inanimado de un a?o ¨Cdesde los concursantes de Gran Hermano hasta la ¨²ltima actualizaci¨®n del iPhone (Dios sabr¨¢ qu¨¦ va en la categor¨ªa de animado y qu¨¦ en la de inanimado)¨C, decidi¨® escribir sobre lo poco que le gustaba ese a?o. Por no hablar de la vez en que, en la v¨ªspera de las elecciones estadounidenses de 2004 y ante la posibilidad de que George W. Bush fuera reelegido, termin¨® su columna as¨ª: ¡°John Wilkes Booth, Lee Harvey Oswald, John Hinckley Jr., ?d¨®nde est¨¢is cuando se os necesita?¡±. Obviamente, invocar a los asesinos de Lincoln y JFK y al tipo que trat¨® de acabar con Reagan no result¨® exactamente popular entre muchos de sus lectores. The Guardian retir¨® la columna de su p¨¢gina web y el autor tuvo que disculparse. Como ten¨ªa mucho ¨¦xito, se disculp¨® hablando de s¨ª mismo, no de las personas a las que pod¨ªa haber ofendido. ¡°Recicl¨¦ una broma vieja y de mal gusto que hab¨ªa visto en un grafiti sobre Thatcher en los ochenta. Al cabo de un rato, medio Internet se convenci¨® de que The Guardian estaba llamando al asesinato. Mi bandeja de entrada se llen¨® de amenazas de muerte. Eso fue muy poco divertido, como recuperar una broma durante una cena, que nadie se r¨ªa con ella, incomodes al hijo del anfitri¨®n y, al final, todos los invitados acaben peg¨¢ndote y vuelvas a casa sin postre. He tenido mejores fines de semana¡±.
Como sugiere esta historia, la diferencia entre un buen columnista, uno malo y el director de un medio de comunicaci¨®n est¨¢ en que el director toma las decisiones pensando en el medio e ignorando al buen columnista, el mal columnista toma las decisiones en virtud de las que ha tomado antes el buen columnista y luego se va a cenar con el director, mientras que el buen columnista toma las decisiones pensando s¨®lo en s¨ª mismo y luego pide perd¨®n.
(Esta ma?ana sub¨ª al metro. Pill¨¦ asiento. Abr¨ª mi libro. Entonces, entraron dos j¨®venes. Uno se puso a rapear y otro fue pasando por el vag¨®n pidiendo dinero para su colega. El rapero era mal¨ªsimo. Pod¨ªa cabrearme, seguir leyendo o dar dinero. Al final, segu¨ª leyendo cabreado y contribu¨ª a la muerte del hip hop con un euro. ¡°Voy a escribir mi primera columna en ICON sobre esto¡±, pens¨¦).
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