Conflicto
Parece evidente que el mundo occidental atraviesa uno de estos momentos. En lugar del fin de la historia nos hemos reencontrado con el conflicto como motor de la misma
La democracia encierra una contradicci¨®n ineludible. Por un lado, se presenta como el ideal de ¨¢gora p¨²blica en el que distintas opiniones se encuentran, combaten dial¨¦cticamente y, eventualmente, convergen. Por otro, bebe del ineludible conflicto que atraviesa cualquier sociedad, y por tanto vive de ideas antag¨®nicas por el mero hecho de que es imposible conjugar las preferencias de todos los ciudadanos. El resultado es un equilibrio precario en el cual las facciones se comportan como adversarios que se respetan tanto como recelo guardan entre s¨ª.?
Cuando este equilibrio es estable, a un observador casual le puede parecer que el conflicto est¨¢ cerca de resolverse, o que al menos sus par¨¢metros son claros, predecibles para los contendientes. Pero la democracia representativa est¨¢ dise?ada como un juego de oferta y demanda en el que los votantes acuden al mercado electoral con sus votos. Como las preferencias son no solo distintas sino que tambi¨¦n cambian dependiendo del contexto, el consenso total es solo un espejismo que se desvanece cada cierto tiempo.
Parece evidente que el mundo occidental atraviesa uno de estos momentos. En lugar del fin de la historia nos hemos reencontrado con el conflicto como motor de la misma, y su inevitabilidad asegura que sigue y seguir¨¢ rugiendo.
La ruptura del equilibrio es, por tanto, probablemente inevitable. Cualquier sistema pluralista vive en una ilusi¨®n necesaria para su supervivencia. Y cuando ¨¦sta se quiebra porque las reglas establecidas del conflicto quedan desbordadas por la nueva realidad pol¨ªtica, el trabajo de reconstruirla es arduo, pues la percepci¨®n de los reci¨¦n llegados es, necesariamente, que el sistema existente no representa la nueva coalici¨®n de intereses. La tarea est¨¢ repartida: de reconfiguraci¨®n por parte de lo establecido, pero tambi¨¦n de adaptaci¨®n en el lado de la novedad, pues ning¨²n cambio es absoluto ni parte de una tabula rasa. El resultado puede llegar a ser un nuevo equilibrio con una pluralidad distinta. Pero tambi¨¦n una fragmentaci¨®n profunda. Acompa?ada, incluso, de asimetr¨ªa permanente. @jorgegalindo?
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