Cohabitaci¨®n vasca
Urkullu y los socialistas pactan la b¨²squeda legal de m¨¢s autogobierno
El PNV y los socialistas vascos retoman la v¨ªa de la cohabitaci¨®n que ya practicaron entre 1987 y 1998, un hecho que constituye en s¨ª mismo una buena noticia para el Pa¨ªs Vasco y el conjunto de Espa?a. No solo asegura el valor de la estabilidad, sino que I?igo Urkullu cierra el paso a otras posibilidades de alianzas rupturistas, como lo habr¨ªa sido coligarse con EH Bildu. As¨ª esquiva ser v¨ªctima de maniobras al estilo de las vividas en Catalu?a, donde los nacionalistas pagan el precio de debilitarse tras haberse asociado con los independentistas.
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A partir del deseo de una reforma futura de la Constituci¨®n, la hoja de ruta pactada cita el ¡°reconocimiento de Euskadi como naci¨®n¡± y el ¡°derecho a decidir del pueblo vasco¡±, entre otros puntos. No como acuerdos ya comprometidos, sino a t¨ªtulo de temas para el debate sobre el autogobierno, que ambos se comprometen a impulsar en la C¨¢mara de Euskadi.
Los futuros socios de Gobierno declaran la voluntad de completar el desarrollo del Estatuto de autonom¨ªa vigente y, al mismo tiempo, la de reformarlo, a fin de evitar el ¡°fuerte impulso recentralizador¡± que atribuyen al Estado. Los Estatutos, como la Constituci¨®n, son piezas legales que admiten reforma y actualizaci¨®n, siempre que se lleve a cabo con el mayor consenso posible y dentro de la legalidad. Lo mismo que un refer¨¦ndum culmin¨® el Estatuto de Gernika, en 1979, los firmantes del pacto anuncian una consulta sobre la propuesta de autogobierno que resulte de las negociaciones.
Pero la prioridad declarada por las dos partes es el empleo. Al PNV y a los socialistas les avala lo conseguido durante los mejores a?os de la pol¨ªtica vasca, en los que se sentaron las bases de una modernizaci¨®n econ¨®mica y social que han hecho de Euskadi una de las comunidades que mejor funcionan, tanto en pol¨ªtica social como industrial y de innovaci¨®n cient¨ªfica, y todo ello con pocos prejuicios ideol¨®gicos.
El pacto interpela tambi¨¦n al Gobierno del PP. Hace cinco a?os que desapareci¨® el problema del terrorismo etarra, si bien los firmantes del pacto reclaman ¡°un final ordenado de la violencia¡±. Mariano Rajoy no hizo caso a las propuestas de Urkullu para conseguirlo en los a?os precedentes y la cuesti¨®n sigue pendiente.
Sin duda, el PNV ha tomado un camino bueno para sus intereses. En cuanto al PSE, obtiene m¨¢s rentabilidad pol¨ªtica de la que anunciaban sus magros resultados en las urnas del 25 de septiembre. Eso s¨ª, las circunstancias de ambas partes son distintas. Las fuerzas del nacionalismo y del socialismo vascos estaban mucho m¨¢s igualadas tras las elecciones de 1986, que dieron origen a la primera coalici¨®n. Lo cual no da la raz¨®n a los que sienten la tentaci¨®n de denunciar otra cesi¨®n socialista ante el nacionalismo, sino que da cuenta de un pacto entre partidos que ahora tienen dimensiones diferentes.
Comienza otro tiempo en Euskadi. Lejos de buscar desconexiones traum¨¢ticas con el resto de Espa?a, el PNV, sin ocultar el objetivo de autogobierno que persigue, deja claro que no lo f¨ªa todo a esa ¨²nica y obsesiva reivindicaci¨®n. Urkullu quiere un pa¨ªs que funcione, y esa voluntad merece aplauso.
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