15 fotosTres d¨¦cadas en 16 nombresUna selecci¨®n subjetiva de escritores de una decena de pa¨ªses que se han consagrado en la literatura en espa?ol en estos 30 a?os de FILJulio Ortega02 dic 2016 - 15:07CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLa obra de Diamela Eltit (Santiago de Chile, 1947) es una intervenci¨®n en el espacio p¨²blico y el imaginario desactivado del relato latinoamericano. Desde la imagen de la pareja transgresora, reapropi¨® el psicoan¨¢lisis de Lacan y el pan¨®ptico de Foucault. El cuarto mundo (1988) fabula esa centralidad cr¨ªtica del cuerpo, mientras que Los vigilantes (1994) alegoriza la p¨¦rdida de la palabra en la ciudad policial. El nuevo campo de batallas ser¨¢ el mercado. Jam¨¢s el fuego nunca (2007) es un responso a la pareja rebelde, sin lugar en su mundo. Fuerzas especiales (2013) debate el poder de la Red como sistema de distorsi¨®n y disuasi¨®n. Una obra hecha desde el debate comunitario por una ¨¦tica afectiva.Las novelas breves de C¨¦sar Aira (Coronel Pringles, Argentina, 1949) son una proeza creativa, a pesar de que es el g¨¦nero, se dice, m¨¢s dif¨ªcil. Una imagen, una frase, un cuadro le suscitan la intriga de un relato puro, sin prop¨®sito o lecci¨®n, que se desencadena con d¨²ctil suficiencia. El lenguaje pasa feliz por sus libros. Aira, dicen, ten¨ªa mil noveletas febrilmente escritas para no tener que escribir m¨¢s. Macedonio hubiese celebrado ese museo. Carlos Fuentes es personaje de su s¨¢tira acad¨¦mica El congreso latinoamericano; en una suya, Fuentes lo hace premio Nobel. Aira nos ha contaminado de ficci¨®n.Una tesis sobre san Juan de la Cruz de Mar¨ªa Auxiliadora ?lvarez (Caracas, 1956) fue el pasaporte del exilio (es profesora en la Universidad de Miami) y pudo explorar otros espacios de guerra: Sarajevo, Croacia, Bosnia. Como si volviera a casa, descubri¨® que nos define la matanza. El lenguaje se le deshizo en la p¨¢gina no como representaci¨®n ni met¨¢fora, sino como magra d¨¢diva, clara plegaria y entra?able piedad. Morir, nos dice, es un minucioso trabajo de arte. Como el lugar del poema, conjuro de palabras que demoran el fin, y huella de otras huellas en fuga. Las nadas y las noches (2009) y Piedra en :U: (2016) los public¨® Candaya en Barcelona.De extraordinaria versatilidad, los libros de Rodrigo Fres¨¢n (Buenos Aires, 1963) son indagatorios, distintivos y gozosos. Su prestidigitaci¨®n formal pone al d¨ªa la novela, no sin deslumbramientos. Mantra (2001) es barroco-mexicana, apocal¨ªptica y festiva; Jardines de Kensington (2003) recupera a Barrie, creador de Peter Pan, y celebra el imaginario artificio ingl¨¦s. Historia argentina (1993) recorre episodios del ingenio herido de su pa¨ªs. La parte inventada (2014), su obra maestra, desdobla a pulso y con br¨ªo el relato, abriendo espacios inclusivos de renovada invenci¨®n. Y postula el placer del subtexto y la rebeli¨®n de las musas.Matilde S¨¢nchez (Buenos Aires, 1958) se ha dedicado a deconstruir el patriarcado argentino. En La ingratitud (1990), para conversar mejor con el padre, la hija se muda a Berl¨ªn. Y en la m¨¢s reciente, Los da?os materiales (2010), la narradora compite con el psiquiatra en exorcizar el hedonismo del macho machacado; ella reclama ¡°el monopolio del agravio¡±. No en vano sigue conspirando con Silvina Ocampo. En El Dock (1993), una mujer ve en la tele un asalto guerrillero y entre las v¨ªctimas reconoce a una amiga, cuyo hijo acoge. Y en El desperdicio (2007), un grupo afectivo reconstruye la desilusi¨®n del relato nacional.De notable ¨¦xito internacional tanto de cr¨ªtica como de lectores, Padura (La Habana, Cuba, 1955) sigue la f¨®rmula de la verdad improbable que resuelve la destreza del mejor lector: el detective. La policial, nos dice, es una pregunta por el otro. Holmes ve¨ªa una carta y un paraguas y deduc¨ªa al criminal. Conde observa la decadencia de la vida cotidiana, desde ¡°sus ¨²ltimos resabios de psic¨®logo inconcluso y de paso se psico?analizaba sin agon¨ªa¡±. Mar¨ªa Pizarro ha observado la escena policial transatl¨¢ntica: personajes de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n conversan con los de Padura. Entre la polis y la polic¨ªa hay siempre un bar donde desafiar cualquier destino escrito.Poeta, narradora, gestora cultural, Mayra Santos-Febres (Carolina, Puerto Rico, 1966) fue la primera escritora de su pa¨ªs en abandonar el claustro alqu¨ªmico y asumir la teatralidad l¨²dica, no menos cr¨ªtica, del poema oral; y lo hizo, con audacia, desde el happening y el histrionismo barroquizante. Nuestra se?ora de la noche (2008) es una alegor¨ªa de la deshumanizaci¨®n clasista. Sirena Selena vestida de pena (2012), cuyo h¨¦roe es un drag queen, fue su mayor asalto a la instituci¨®n nacional literaria. Desde una sintaxis narrativa funambulesca, la autora escenifica el mundo colonial como un espect¨¢culo que celebra su propia desaparici¨®n.Del improbable encuentro de Juan Rulfo y Tarantino surgen sus tres formidables novelas de la frontera, publicadas por Perif¨¦rica. Son breves, tersas, complejas y elocuentes versiones de la crisis actual: la ilegitimidad del poder y la precariedad de sobrevivir, que confrontan los nuevos h¨¦roes de la mediaci¨®n. En Trabajos del reino (2008), Yuri Herrera (Actopan, M¨¦xico, 1970) retrata al cantante de un narco que sabe que ¡°el rechazo de los otros lo defin¨ªa¡±, pero como buen artista de turno cantar¨¢ para el nuevo poderoso. En las otras dos novelas (2009 y 2013), la saga de la intermediaci¨®n busca recuperar al hermano del otro lado de la frontera y negociar la paz entre familias enemigas del bien com¨²n.Narrador de raza (se dec¨ªa de quien sabe contar), Javier V¨¢sconez (Quito, Ecuador, 1946) no s¨®lo imagin¨® una visita de Faulkner a Quito, sino que le ha abierto horizonte imaginario a su pa¨ªs. Su saga de ofendidos, que viven en hoteles dif¨ªciles, evoca a Onetti, aunque los suyos brindan ¡°por los papagayos¡± y llevan un perpetuo cigarrillo. Frustrados en el paisaje que les ha tocado remontar, hacen cre¨ªble la sobrevivencia melanc¨®lica de un mundo fracturado donde, seg¨²n dice alguien, el perro de casa es ¡°el ¨²nico que no miente¡±. El viajero de Praga (1996) y Hoteles del silencio (2016) son dos de sus magn¨ªficos alegatos, de fuerza sombr¨ªa y grandeza doliente.Jorge Volpi (Ciudad de M¨¦xico, M¨¦xico, 1968) debut¨® con 'En busca de Klingsor' (1999, traducida a 25 idiomas), que funde ciencia, paranoia y espionaje. Las locuras de la raz¨®n, nos dice, son el subtexto de los saberes dominantes. Con humor y sarcasmo, su brillante intriga 'El fin de la locura' (2003) propone que las estudiantes, no las ideas, enemistaron a los grandes te¨®ricos. Volpi ha despistado a sus cr¨ªticos: no entendieron que sus libros cuestionan los sistemas autoritarios y su comedia deshumana. Desde Borges no nos hab¨ªamos burlado tanto de la miop¨ªa europea. 'La tejedora de sombras' (2012) prueba que el Eros huye del laboratorio.Poeta, narradora, ensayista, Reina Mar¨ªa Rodr¨ªguez (La Habana, Cuba, 1952) es una formidable agente cultural. Ha gestado una pragm¨¢tica po¨¦tica que incluye grupos de la provincia y escritores emigrados; en su sello, Isla de Libros, recupera mayores y recientes, adem¨¢s de traducciones. Financia su impresi¨®n y los obsequia. Un poderoso sentido comunal solidario recorre su obra, consagrada a sostener la humanidad del lector, recuperado para el saber del di¨¢logo, esa bondad del habla po¨¦tica tribal que humaniza a los oficiantes, dignifica la pobreza, consagra a los padres y acompa?a a los que vienen. Ha reescrito el abc de la poes¨ªa.Las mejores novelas de Alonso Cueto (Lima, Per¨², 1954) se organizan en torno a un dilema moral. Cada una de ellas (La hora azul, Grandes miradas, La venganza del silencio, La pasajera) se propone no la tarea de descubrirnos la corrupci¨®n, sino la hip¨®tesis urgente de un crimen que es una cadena de cr¨ªmenes. A tal punto que la sociedad se organiza desde su mayor o menor tolerancia de la corrupci¨®n. Si el arte del policial postula la noci¨®n de que todos son sospechosos, Cueto demuestra que la culpa es la tinta del linaje. Le deja al lector la tarea de seguir ese hilo de sangre.La lecci¨®n agonista de Blanca Varela (1926-2009) ha dejado huella en las poetas que hoy negocian su lugar no como sujetos subalternos, sino como agentes hechas en su calidad cr¨ªtica. Entre ellas, Magdalena Chocano (Lima, Per¨², 1957) destaca por su agudeza exploratoria. Su ¨²ltimo libro, Contra el ensimismamiento (2005), hecho de ¡°partituras¡±, es un canto a las palabras amadas. ¡°Cumbre arb¨®rea¡±, el poema es ¡°esa lengua de vidrio que no descansa?/ y ordena una nueva traves¨ªa¡±. Concluye y promete: ¡°La mujer negativa es toda esencia,?/ la mujer en transacciones celestiales y desalmadas¡±. Tamara Kamenszain, Mal¨² Urriola, Mariela Dreyfus, Soleida R¨ªos, Patricia Guzm¨¢n, Victoria Guerrero, Roc¨ªo Cer¨®n documentan otras transacciones pertinentes.En Historia secreta de Costaguana (2007), Juan Gabriel V¨¢squez (Bogot¨¢, Colombia, 1973) logr¨®, con pulso seguro, un relato que viene de la historia, y se prolonga en la literatura como un debate sobre la memoria, lo que trama el laberinto de una narraci¨®n que procesa encuentros y desencuentros con gusto, tensi¨®n y desencanto pol¨ªtico. En 'El ruido de las cosas al caer' (2011), en cambio, el escenario hist¨®rico es vaciado por el narcotr¨¢fico y su genealog¨ªa perversa. Pero el relato mismo, con su diestro manejo y tramado, es la demostraci¨®n de que el arte y el artificio son la poca veracidad compartible.Sutileza, sensibilidad y destreza distinguen la narrativa de Carlos Yushimito (Lima, Per¨², 1977), escritor nato, capaz de convertir en f¨¢bula la errancia de sus personajes forjados por la tradici¨®n del cuento. Vienen ellos de las calles de Maupassant, de la intimidad de Ch¨¦jov, y son de la familia de Salinger y Ribeyro. Reconocen ese linaje de urbanidad nost¨¢lgica y ocurren en un mapa deambulatorio. ¡°Voy a esconderme en el sal¨®n de los espejos¡±, anuncia uno. Sus primeros cuentos ocurren en Brasil, donde no ha estado. Su ¨²ltimo libro, 'Los bosques tienen sus propias puertas' (2013), revela una imaginaci¨®n estoica en pos de un lenguaje nuevo.