Con la moda lleg¨® el esc¨¢ndalo
Una exposici¨®n revisita las prendas m¨¢s pol¨¦micas y c¨®mo la clase social o el g¨¦nero determinan los c¨®digos en el vestir
En la historia de la moda abundan las prendas que han provocado pol¨¦micas may¨²sculas, dejando al descubierto esas reglas casi invisibles que determinan, desde los albores de la civilizaci¨®n, cu¨¢l es la manera correcta de vestirse. Una nueva exposici¨®n, inaugurada el jueves en el Museo de Artes Decorativas de Par¨ªs, pasa revista a las prendas m¨¢s escandalosas que se opusieron a la prohibici¨®n dictada por pasajes b¨ªblicos, c¨®digos civiles y ordenanzas reales. El recorrido abarca desde los atuendos de las m¨¢s atrevidas monarcas europeas hasta la revoluci¨®n que supuso el biquini, y desde la c¨¦lebre camiseta de Marlon Brando en Un tranv¨ªa llamado deseo(1951) hasta una de las ¨²ltimas colecciones del sulfuroso Rick Owens, que dejaba al descubierto el sexo de sus modelos.
La muestra, titulada Tenue correcte exig¨¦e (Se requiere vestimenta adecuada, en castellano) y que est¨¢ abierta hasta el 24 de abril, empieza con la hoja de parra que cubr¨ªa las partes ¨ªntimas de Ad¨¢n y Eva, retratados por Cranach el Viejo. Una forma de recordar que la primera prohibici¨®n est¨¢ vinculada al pecado original. ¡°Para el cristianismo, el atuendo siempre ha sido sin¨®nimo de pecado¡±, afirma el historiador Michel Pastoureau en el cat¨¢logo de la muestra. En el momento de su expulsi¨®n del para¨ªso, ambos recibieron ropajes que escond¨ªan su desnudez. ¡°La vestimenta recordar¨¢ para siempre su falta, como un s¨ªmbolo de la decadencia de la humanidad¡±, a?ade.
Los ejemplos recogidos por la exposici¨®n suelen concernir a las mujeres. Convertida en reina de los franceses, Mar¨ªa Antonieta levant¨® el esc¨¢ndalo al retratarse vestida con una t¨²nica de algod¨®n impropia de una mujer de su rango. El cuadro firmado por su pintora oficial, ?lisabeth Vig¨¦e Le Brun, fue retirado de inmediato. En 2012, poco despu¨¦s de ser nombrada ministra de Vivienda, la ecologista francesa C¨¦cile Duflot despert¨® una gran pol¨¦mica al personarse en la Asamblea Nacional francesa con un estampado floral, que ahora ha donado para esta exposici¨®n. Pese a los tres siglos de diferencia que separan ambos ejemplos, las reacciones fueron las mismas.
¡°Ha habido una evoluci¨®n, porque ya no nos vestimos como entonces, pero el c¨®digo sigue siendo el mismo. Uno debe vestir acorde con su edad, su g¨¦nero, su clase social, su cultura y su orientaci¨®n sexual¡±, afirma el comisario de la exposici¨®n, Denis Bruna.
El travestismo ocupa un lugar primordial en el recorrido. Juana de Arco fue juzgada por herej¨ªa, pero tambi¨¦n por vestir como un hombre mucho antes de que Yves Saint Laurent legitimara el esmoquin femenino en su m¨ªtica colecci¨®n de 1966. La exposici¨®n recuerda que las mujeres tomaron prestadas numerosas prendas a los hombres: el pantal¨®n, el sombrero, la camisa, el abrigo e incluso el tac¨®n, que hasta el siglo XVI fue de uso exclusivo para los varones. En cambio, en el sentido contrario los ejemplos no abundan. Modistos como Jean-Paul Gaultier y?Vivienne Westwood lo intentaron con la falda para hombre, pero la prenda nunca arraig¨®. ¡°Si ese afeminamiento est¨¢ mal visto, es porque tomar prestado el atuendo femenino significa adoptar un estatus considerado inferior durante siglos¡±, explica Bruna.
La muestra de Par¨ªs tambi¨¦n se centra en los supuestos excesos. Demuestra que han existido prendas demasiado altas, como los tacones de Roger Vivier. O demasiado provocadas, como los escotes de Lady Di al acceder al trono. Las ha habido demasiado estrechas, como el look slim para hombres que impuso el dise?ador Hedi Slimane. O excesivamente cortas, como las minifaldas de Mary Quant, despu¨¦s convertidas casi en la regla.
¡°El exceso nunca ha estado bien visto. Se nos insta a encontrar una neutralidad casi total. Y, cuando no es el caso, la censura vuelve de forma inmediata¡±, a?ade el comisario. Un equilibrio tan perfecto como imposible, adem¨¢s de ocasionalmente contradictorio.
La reciente circular que prohibi¨® el burkini en las playas francesas instaba a las mujeres a descubrir sus cuerpos. Y lo hac¨ªa en el mismo lugar donde, solo medio siglo antes, se las oblig¨® a ocultarlo.
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