Antisistema

Cuando Ahora Madrid empez¨® a gobernar en una misteriosa ciudad espa?ola record¨¦ lo ocurrido en mi tierra a?os antes, cuando el BNG de Pontevedra hizo lo propio en otra misteriosa ciudad gallega. Hab¨ªa muchas similitudes en la reacci¨®n de quienes cre¨ªan que los Ayuntamientos, como los pa¨ªses, deben ser gobernados siempre por los mismos. Incluso por los mismos que no gustan, que es la esencia de lo institucional: tolerar al adversario por ser algo reconocible, a veces hasta propio.

Por eso Zapatero, cuando hizo algo tan arriesgado como cumplir una promesa en 24 horas (retirada de tropas), crear una ley para acoplarla a la sociedad (matrimonio homosexual) y reabrir un asunto tan delicado como la negociaci¨®n con ETA, fue tachado de presidente ileg¨ªtimo y su primera legislatura fue considerada poco menos que una victoria terrorista, bien de Al Qaeda o de ETA, seg¨²n el grado de perturbaci¨®n de sus adversarios.

Zapatero hab¨ªa traicionado a Espa?a y hab¨ªa traicionado a los muertos (esto lo dijo Rajoy en el Parlamento; como no llevaba vaqueros se olvid¨® pronto: ciertos asuntos se resuelven con sastre). En realidad lo que Zapatero hab¨ªa hecho era traicionar una atm¨®sfera de par¨¢lisis institucional que se prolongaba desde la Transici¨®n. Prueba de ello es que ni tocando a la autoproclamada ¡°familia tradicional¡± ni el terrorismo etarra provoc¨® tanta revuelta ¡ªtambi¨¦n entre los suyos¡ª como apelando a la reparaci¨®n hist¨®rica de las v¨ªctimas de la Guerra Civil.

Zapatero no fue un b¨¢rbaro, pero coquete¨®. B¨¢rbaros se considera a los que llegan de latitudes ideol¨®gicas en las que sobreviven sin desbravar, no reconocibles en un partido homologado institucionalmente. De ah¨ª que cuando Carmena lleg¨® a la alcald¨ªa pensase en Fern¨¢ndez Lores, alcalde de Pontevedra. Su historia est¨¢ resumida en este peri¨®dico (Despu¨¦s de los b¨¢rbaros, 26-05-2015). El texto acababa con boutade: en Madrid pasar¨ªa como en Pontevedra, donde despu¨¦s del fin del mundo lo que hicieron los comunistas suicidas fue ponerse a peatonalizarlo.

Si algo ense?a la historia es que el progreso es escandaloso: no se avanza sin una multitud alborotada protestando por algo que dentro de cinco a?os considerar¨¢ normal. Si alg¨²n d¨ªa se toma la medida m¨¢s l¨®gica que se puede tomar hoy en Madrid ¡ªpeatonalizar la Gran V¨ªa de arriba abajo¡ª asistiremos a los funerales del comercio, del turismo (¡°no se puede entrar¡±, se quejaba Rajoy de Pontevedra) y de Occidente si nadie le pone remedio. Uno se acostumbra tanto y tan bien a ver el centro de su ciudad lleno de coches que de repente lo antisistema es verlo lleno de gente. Y as¨ª en la calle como en la ley.