Enorme error europeo
El rechazo del Plan Moscovici ratifica el poder de Berl¨ªn y condena a Europa al bajo crecimiento
La decisi¨®n del Eurogrupo de rechazar, a instancias de Alemania, Holanda y pa¨ªses sat¨¦lites, el modesto plan de est¨ªmulo fiscal propuesto por el comisario Pierre Moscovici es una p¨¦sima noticia para la econom¨ªa global, para la europea y tambi¨¦n para la espa?ola. No solo porque una vez m¨¢s se frustran las expectativas de que cambie una pol¨ªtica irracional de austeridad que est¨¢ arrastrando a la econom¨ªa europea a una tasa de crecimiento irrisorio, baja creaci¨®n de empleo e inflaci¨®n peligrosamente pr¨®xima a la deflaci¨®n; ni porque Bruselas haya sido ostentosamente desautorizada por Berl¨ªn y sus aliados en la penitencia (de los dem¨¢s), sino porque, adem¨¢s de todo ello, el rechazo a una pol¨ªtica defendida por el FMI, la OCDE, el BCE y casi todas las instituciones econ¨®micas llega en un momento delicado para la UE, con un refer¨¦ndum fracasado en Italia, un problema bancario grave e irresuelto en ese pa¨ªs, con la incertidumbre acumulada tras el Brexit, la agresiva econom¨ªa de Trump y la recuperaci¨®n del precio del crudo.
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Merkel, Sch?uble y el Bundesbank tienen que saber que la terca negaci¨®n de una pol¨ªtica fiscal expansiva alienta poderosamente el fuego del euroescepticismo; carece de sentido lamentarse por la expansi¨®n del populismo y la disgregaci¨®n en Europa cuando sus dirigentes ofrecen este espect¨¢culo de arbitrariedad y conducta irracional. La defensa pol¨ªtica de la austeridad presupuestaria, amparada adem¨¢s por los pa¨ªses que disponen de super¨¢vit presupuestario para optar por est¨ªmulos inversores p¨²blicos, ratifica la idea de que los pa¨ªses centrales del ¨¢rea est¨¢n utilizando la ortodoxia del d¨¦ficit en su propio beneficio, atrayendo masivamente flujos financieros desde los pa¨ªses del sur para as¨ª consolidar sus propias opciones de crecimiento.
Resulta muy peligroso minusvalorar las consecuencias del Eurogrupo del lunes y la demostraci¨®n de rodillo prepotente practicada por Berl¨ªn y sus aliados. Es un error enorme que facilita la disgregaci¨®n del euro en un momento particularmente dif¨ªcil para la pol¨ªtica europea. Aquellos europeos que cre¨ªan que la UE no resuelve sus problemas tienen hoy un motivo m¨¢s para ratificar su convicci¨®n; quienes esperaban un golpe de autoridad de Bruselas ya saben que la Comisi¨®n es impotente frente a Berl¨ªn; y aquellos que apreciaban un cierto grado de flexibilidad en Alemania habr¨¢n podido comprobar que las esperanzas de cambio son una entelequia. Invocar como explicaci¨®n las pr¨®ximas elecciones alemanas es una excusa. El euro sigue en manos del fundamentalismo del d¨¦ficit y de la penitencia contra el gasto.
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