Informe PISA y pacto educativo
Impulsar la ense?anza entre los 0 y los 3 a?os, reforzar la formaci¨®n permanente del profesorado o facilitar a centros y docentes la atenci¨®n de la diversidad de los alumnos ser¨ªa m¨¢s ¨²til que abordar grandes reformas estructurales
La celebraci¨®n del aniversario de nuestra Constituci¨®n ha coincidido con la publicaci¨®n de los resultados de un nuevo informe PISA. Naturalmente la exuberancia num¨¦rica de los datos de la OCDE ha barrido de las portadas de los peri¨®dicos a las noticias de la posible y, para m¨ª, deseable reforma de nuestra Carta Magna. PISA es un aut¨¦ntico festival, la madre de todas las clasificaciones. Permite comparaciones infinitas: entre pa¨ªses, entre materias, entre comunidades aut¨®nomas. Y, una vez m¨¢s, despreciando la l¨®gica estad¨ªstica m¨¢s elemental, los n¨²meros, que se utilizan cual si fueran los resultados del concurso de Eurovisi¨®n o de la Liga de f¨²tbol, han permitido sentenciar si Espa?a sube, baja o se estanca, clasificar pa¨ªses, ordenar a nuestras comunidades aut¨®nomas. Sin reparar en muchos casos en que, tal y como el propio informe PISA se encarga de resaltar, subidas o bajadas de unos pocos puntos no son estad¨ªsticamente significativas.
Y como viene siendo habitual, en esta bacanal estad¨ªstica no han faltado los responsables educativos que, intentando arrimar el ascua a su sardina, han relacionado este informe PISA a los cambios educativos impulsados por ellos, eso s¨ª, evitando escrupulosamente aclarar que los alumnos objeto del informe que se acaba de hacer p¨²blico han estudiado con las leyes educativas anteriores a la LOMCE.
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En fin, lo que realmente concluye este nuevo estudio es que, puesto arriba puesto abajo, nuestro pa¨ªs sigue ah¨ª, en el que podr¨ªamos llamar el ¡°pelot¨®n de la OCDE¡±, que como siempre encabeza Finlandia. Estamos ah¨ª, en el centro de ese pelot¨®n, por debajo del que forman los pa¨ªses asi¨¢ticos y por encima de aqu¨¦l en el que se integran la mayor¨ªa de los pa¨ªses iberoamericanos. Junto a pa¨ªses como Francia, Suecia, Italia o Estados Unidos, por poner algunos ejemplos. Con peque?as oscilaciones, entre las cuales quiz¨¢ la m¨¢s relevante sea la mejora en la comprensi¨®n lectora (35 puntos desde 2006), estamos donde est¨¢bamos desde el primer informe PISA en el a?o 2000. Sin que los avatares de nuestro sistema educativo hayan introducido modificaciones significativas en nuestras calificaciones, por ejemplo, la incorporaci¨®n, fundamentalmente en la escuela p¨²blica, de un porcentaje relevante de hijos de inmigrantes ya comenzada su escolarizaci¨®n; una integraci¨®n compleja desde el punto de vista educativo.
Nuestro pa¨ªs sigue m¨¢s o menos donde estaba: en el centro del ¡°pelot¨®n de la OCDE¡±
Las cr¨ªticas hacia los informes PISA han ido extendi¨¦ndose en los ¨²ltimos tiempos. Objeciones que tienen una base conceptual, pero que tambi¨¦n se refieren a la propia metodolog¨ªa utilizada para hacerlos, y, sobre todo, a la abusiva y acient¨ªfica utilizaci¨®n que de sus datos se viene haciendo, una vez publicados. Pese a ello, como toda evaluaci¨®n de diagn¨®stico del sistema educativo ¡ªno confundir con rev¨¢lidas¡ª, el informe permite extraer algunas conclusiones ¨²tiles. Desde luego, para un pa¨ªs como Espa?a, que va a buscar en los pr¨®ximos meses un pacto educativo. O por ser m¨¢s preciso, un nuevo pacto que esta vez incluya al PP, que es el ¨²nico partido que no ha estado en ninguno de los que el resto de las formaciones pol¨ªticas ha alcanzado en nuestra historia reciente.
Una de estas conclusiones merece ser destacada porque, adem¨¢s, aparece reiteradamente en todos los informes PISA: la diferencia de resultados entre nuestras comunidades aut¨®nomas. Que divide nuestro mapa educativo aunque no exactamente como se ha escrito, un norte y un sur, porque entre las comunidades con resultados por debajo de la media aparecen Baleares, Murcia y, por primera vez en este ¨²ltimo informe PISA, el Pa¨ªs Vasco. Como acabo de apuntar, no es una novedad en los datos de la OCDE. Se viene reproduciendo desde el primer informe en el que participaron nuestras comunidades. Ni es exclusivo de nuestro pa¨ªs. De hecho, hay pa¨ªses como Italia en los que esas diferencias territoriales son m¨¢s importantes. Esta disparidad se reproduce tambi¨¦n en otros indicadores como, por ejemplo, el denominado abandono escolar temprano, que se utiliza profusamente en nuestros medios de comunicaci¨®n y que establece una clasificaci¨®n entre nuestras comunidades muy similar. Por cierto, ese abandono temprano viene descendiendo de forma sistem¨¢tica desde que comenz¨® la crisis econ¨®mica. La raz¨®n principal, no la ¨²nica, es f¨¢cil de comprender: desaparecida con el fin de la burbuja inmobiliaria la oferta laboral abundante, aut¨¦ntica ¡°atracci¨®n fatal¡± para muchos j¨®venes espa?oles al cumplir los 16 a?os, el porcentaje de j¨®venes que contin¨²a estudiando despu¨¦s de esa edad ha ido creciendo en Espa?a, lo que nos ha permitido corregir poco a poco nuestras alarmantes tasas de abandono, cuyo origen era m¨¢s laboral que educativo.
Con id¨¦ntica legislaci¨®n b¨¢sica, los resultados en las distintas Comunidades Aut¨®nomas son diferentes
En definitiva, en este informe PISA aparecen comunidades aut¨®nomas con resultados que les sit¨²an en cabeza de lo que he denominado ¡°pelot¨®n OCDE¡±, mientras que otras est¨¢n en la cola. Con las mismas leyes estatales y, por tanto, id¨¦ntica ordenaci¨®n del sistema educativo: la establecida por la LOGSE, que no se modific¨® en lo sustantivo en la LOE. Y eso es lo relevante: con id¨¦ntica legislaci¨®n b¨¢sica los resultados en las distintas comunidades son muy distintos. En todos los informes PISA realizados. Los propios expertos de la OCDE se adentran en la explicaci¨®n de estas diferencias, y apuntan a variables como la historia educativa de cada regi¨®n, m¨¢s concretamente, a la formaci¨®n de los progenitores; o al nivel de desarrollo y la estructura socioecon¨®mica, a los que ya he hecho referencia. Conclusi¨®n: a lo mejor nuestros problemas educativos no deben abordarse con grandes reformas estructurales y sus correspondientes modificaciones legislativas, l¨¦ase de la ordenaci¨®n acad¨¦mica, sino con medidas de ¡°ingenier¨ªa educativa fragmentaria¡±, por recurrir a Karl Popper. Impulsando la educaci¨®n entre los cero y los tres a?os, poniendo en marcha un MIR educativo y reforzando la formaci¨®n permanente del profesorado o facilitando a centros y docentes la atenci¨®n de la diversidad de los alumnos, por ejemplo.
Los cambios educativos son lentos. Entre otras cosas porque, seg¨²n acabo de apuntar, en ellos influyen factores que, como la formaci¨®n del conjunto de la poblaci¨®n, son muy dif¨ªciles de alterar. Por eso no es de extra?ar que los sucesivos informes PISA, tambi¨¦n el que conocimos ayer, reflejen una situaci¨®n relativa de los sistemas educativos del mundo con pocas variaciones, y en la que Espa?a nunca ha salido mal parada. Ni much¨ªsimo menos. Necesitamos mejorar, sin duda, y quiz¨¢ esta legislatura nos permita sentar las bases para hacerlo. Pero el punto de partida no es malo. La desaparici¨®n de las rev¨¢lidas de la LOMCE, y la unificaci¨®n de los t¨ªtulos al final de la educaci¨®n de la secundaria obligatoria, que el Gobierno no ha tenido m¨¢s remedio que admitir, allanan el camino hacia un pacto educativo en Espa?a. Un gran pacto que, como he dicho, en varias ocasiones, tiene que partir de un diagn¨®stico compartido. Para ello, puede servir de ayuda una lectura sosegada y correcta de este informe PISA.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba fue ministro de Educaci¨®n y secretario general del PSOE.
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