Cuando las marcas no dan la talla
Solo una firma de moda se presta a vestir a la modelo de talla grande Ashley Graham para la portada del 'Vogue' brit¨¢nico
No sirvi¨® de nada estar en la portada de la cabecera m¨¢s importante del mundo. Ni tampoco import¨® que, precisamente, dicha revista estuviera metida de pleno en la celebraci¨®n de su centenario. Tampoco que quien firmara las fotos fuera el solvente y muy honorable Patrick Demarchelier. La editora jefa de la edici¨®n brit¨¢nica de Vogue, Alexandra Shulman, se encontr¨® pr¨¢cticamente sola cuando quiso vestir en primera p¨¢gina a la modelo de talla 44 Ashley Graham. De hecho, tan solo una firma, la renovada Coach con Stuart Vevers al frente, reaccion¨® con la presteza que se podr¨ªa esperar cuando una editora de su calibre coge el tel¨¦fono rojo. En la ya viral carta del mes de enero de la editora, Shulman vuelca su disgusto y aprovecha para lanzar una reprimenda a todas aquellas marcas que no dieron la talla. Frente al entusiasmo y el apoyo a la idea de Coach, se?ala: ¡°Por desgracia nos encontramos con otras marcas que se negaron a dejarnos prendas¡±.
Aunque es cierto que los showrooms solo cuentan con un muestrario de la talla 36 y que todo fue organizado en el ¨²ltimo minuto, el hecho de que Coach se mostrara resolutiva puso en evidencia al resto. Si ellos lo pudieron hacer, ?por qu¨¦ no los otros? Por una parte, parece que todav¨ªa muchas firmas se resisten a abrazar la diversidad que tanto ansiaba Shulman para su portada, por la otra, tambi¨¦n podr¨ªamos interpretar este desd¨¦n en la p¨¦rdida de peso de la prensa tradicional en relaci¨®n con las marcas. Las grandes firmas quieren controlar el mensaje cada vez m¨¢s, de manera que todo aquello que se salga del guion o signifique un esfuerzo innecesario acaba siendo prescindible. Con sus revistas online corporativas, las acciones con blogueras, sus cuentas millonarias de Instagram y Facebook, aparecer en la portada de una revista siempre es un tanto en el clipping pero no algo tan necesario como lo era hace 10 a?os.
Por otra parte, descargar toda la responsabilidad a las marcas no parece de recibo. Aunque resulta de agradecer que en la portada Graham aparezca como ¡°la modelo con actitud¡± y se haya abandonado la sobada etiqueta XL, Vogue tambi¨¦n deber¨ªa abrazar eso que tanto demanda cada vez m¨¢s a menudo. Si tenemos en cuenta el informe anual sobre la diversidad en las portadas de revistas de The Fashion Spot, todav¨ªa queda much¨ªsimo por hacer. De las 677 primeras p¨¢ginas computadas de 48 publicaciones internacionales, solo 6, un 0,9%, fueron protagonizadas por chicas con tallas superiores a la est¨¢ndar.
Hace aproximadamente un mes, el escritor Quim Monz¨® abordaba la obsesi¨®n de la moda con la delgadez en su columna de La Vanguardia. Con el t¨ªtulo ¡°?Basta ya de mondar huesos¡± intentaba encontrar los motivos de tama?a fijaci¨®n. Para ello rescataba una entrevista en El Peri¨®dico a la historiadora y experta en branding Inmaculada Urrea sobre el fen¨®meno curvy, el tema que nos ocupa: recurrir como golpe de efecto a las tallas grandes. Urrea es de las que piensan que es una moda pasajera, y es que a nadie en la industria le interesa cambiar: ¡°Al poder nunca le interesar¨¢ que la imagen curvy est¨¦ normalizada. El gran capital marca la moda, y detr¨¢s hay cirug¨ªa est¨¦tica, mercado del fitness, cremas y dietas adelgazantes. Es un negocio mucho mayor que el de la simple venta de ropa.¡±
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