Blanca Navidad

Wagner Moura, Pablo Escobar en Narcos, nos desea, bigotazo al viento, unas blancas navidades. Tranquilos, es solo un anuncio para vender suscripciones a un nuevo canal de televisi¨®n de pago. El tema ha molestado en algunos sectores, pero como campa?a tiene gracia. Y funciona. En publicidad, si salta la pol¨¦mica y hablan, aunque sea mal, mejor. Adem¨¢s, ?qu¨¦ se puede esperar de un narco? Se agradece que, como personaje, tenga sentido del humor. Y un humor m¨¢s negro que blanco, si se me permite ahondar en la odiosa y amoral comparaci¨®n.

En publicidad, como en cualquier narrativa, solo hay una ley: la verosimilitud. No hace falta atenerse a la verdad, y tampoco a la moral. En los contenidos publicitarios, s¨ª a la legislaci¨®n. Escribir mentiras es el oficio m¨¢s libre del mundo, sean novelas o spots. La ley no escrita del copy solo dice que esas mentiras tienen que ser cre¨ªbles y coherentes con el resto del relato. Y, a veces, si hacemos como esos guionistas que hacen saltar tiburones, ni eso.

Que el Pablo Escobar de ficci¨®n nos desee unas blancas navidades es ingenioso. Los ni?os no lo pillan porque para la ropa tendida, el mensaje se queda en el primer nivel: navidad con nieve. De la de Bing Crosby. Y los adultos ya sabemos que la droga¨ªna es muy mala, que los narcos eran violentos y amorales y que Pablo Escobar no era tan genial. Somos lo suficientemente grandes como para poder disfrutar con la maldad dentro de las convenciones de la ficci¨®n. ?O es que los Corleone de El padrino eran buena gente? Pues feliz y blanca navidad¡­ (con el solazo que hace hoy).