Mina fiscal a la deriva
El conflicto de Bruselas con Apple tensa la unidad tributaria europea
La fiscalidad de las grandes empresas, sobre todo tecnol¨®gicas, que operan en Europa corre el riesgo de convertirse en un conflicto permanente entre las compa?¨ªas y la Comisi¨®n Europea, una fuente constante de fricci¨®n con los Gobiernos a los que pertenecen las empresas y, lo m¨¢s peligroso, como un factor de disensi¨®n dentro de la propia Uni¨®n Europea. Una aut¨¦ntica mina a la deriva,en este caso a punto de estallar; porque la Comisi¨®n Europea ha considerado que el acuerdo fiscal de la firma estadounidense Apple con el Gobierno irland¨¦s constituye una ayuda ilegal que vulnera la competencia y ha dictaminado que el fabricante de iPhone e iPad debe devolver a Dubl¨ªn 13.000 millones de euros por impuestos no pagados. Es la mayor devoluci¨®n tributaria sancionada en Europa y equivale al doble de los beneficios mundiales de Apple.
Por supuesto, la decisi¨®n comunitaria ser¨¢ recurrida por Apple. Pero lo m¨¢s significativo en este caso ¡ªuna vez que el portavoz de la Casa Blanca aclare qu¨¦ entiende por ¡°sistema fiscal justo¡±, el que en su opini¨®n ha vulnerado Bruselas¡ª es la profunda irritaci¨®n que la sentencia ha causado en el Gobierno irland¨¦s. Su ministerio de Finanzas no acepta la decisi¨®n europea y ha presentado una solicitud ante el Tribunal General de la UE para que la anule. Resulta ins¨®lito que un Gobierno renuncie a que le devuelvan impuestos por importe de 13.000 millones. Si Irlanda ¡°no hace tratos con los contribuyentes¡±, su reacci¨®n est¨¢ fuera de lugar. Dubl¨ªn arguye una cuesti¨®n de fuero: ¡°La Comisi¨®n ha excedido sus poderes e interferido con la soberan¨ªa fiscal de Irlanda¡±.
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Y esta es exactamente la cuesti¨®n. Las multinacionales est¨¢n utilizando t¨¦cnicas de ingenier¨ªa fiscal para pagar cantidades irrisorias de impuestos; parte de esta ingenier¨ªa consiste en desviar (legalmente) precios y beneficios hacia pa¨ªses con tributos muy bajos (el impuesto de sociedades en Irlanda es del 12,5%). El resultado es ca¨®tico. Por una parte, aparece una competencia tributaria que puede considerarse desleal; por otra, el pa¨ªs renuncia a ingresos necesarios para su salud presupuestaria, presuntamente a cambio de ventajas financieras o de empleo, aunque el balance deben juzgarlo los votantes irlandeses; y, en fin, se produce una desviaci¨®n de impuestos, que deber¨ªan recaudarse en otros pa¨ªses y los pierden, sin que Irlanda los gane.
Esta legalidad es inaceptable. Irlanda tiene derecho a su soberan¨ªa fiscal, pero instaurar una zona de impuestos reducidos en un ¨¢rea monetaria equivale a competencia desleal o a proteccionismo tributario. Por lo tanto, sus protestas de soberan¨ªa fiscal se parecen mucho a una excusa. Podr¨ªa sostenerse en un tribunal que Bruselas se ha excedido en sus facultades; pero el aut¨¦ntico error es que no puede combatirse la discriminaci¨®n fiscal solo desde la vigilancia y la sanci¨®n.
El modo m¨¢s adecuado para acabar con un desequilibrio tributario costoso e injusto para la eurozona es instar un pacto de armonizaci¨®n tributaria. Ni pueden ni deben existir diferencias abismales de presi¨®n fiscal como las presentes. Cualquier ciudadano comunitario puede entender algo tan elemental como que en un ¨¢rea monetaria las zonas de baja presi¨®n fiscal perjudican al resto de los socios del ¨¢rea.
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