Muy tarde
Nadie puede ser de veras bueno habi¨¦ndose divertido tanto como yo
Ahora me abruma tanto desperdicio. Una vida que renunci¨® demasiado pronto al verdadero camino de la sabidur¨ªa, que no supo evolucionar en el buen sentido, incapaz de ascender desde la chiquillada a la seriedad adulta. Un cierto talento, limitado aunque prometedor, derrochado en leer tebeos (con la entrega que otros reservan para Kierkegaard), novelas policiacas estudiadas con fervor como grimorios, y tantas pel¨ªculas del Oeste (con el coraz¨®n en la mano: no hay nada m¨¢s hermoso), o ambientadas en las profundidades de la selva y los abismos del mar (donde acecha Kraken, el pulpo monstruoso, y la sombra aciaga del insaciable tibur¨®n), ma?anas ensangrentadas por los dinosaurios, medianoches sin luna de vampiros... La trampa de la infancia, de la que cuando no se sale a tiempo ¡ª?oh, verg¨¹enza!¡ª ya no se sale nunca. Y lo dem¨¢s se fue en el altar de las carreras de caballos o en otros compromisos poco edificantes, como beber los vientos (?hasta los vientos!), gui?ar el ojo sin ¨¦xito pero con fruici¨®n, y dormir largas, bochornosas siestas. Interminables, hasta hoy. No echo de menos el concepto claro ni la erudici¨®n incansable, sino la inexperiencia que perdi¨® la ocasi¨®n de madurar.
Buena persona, dicen los amigos m¨¢s complacientes, que tambi¨¦n los hay. Pero no me llamo a enga?o: nadie puede ser de veras bueno habi¨¦ndose divertido tanto como yo. Y muchas o muchos se alejaron cuando les dijimos que lo nuestro no era valor sino simple curiosidad, ?verdad, Leonard? Como confes¨® aquel futbolista m¨ªtico que muri¨® arruinado, gast¨¦ todo mi tiempo en lo innecesario y el resto lo perd¨ª tontamente. Pero hoy, cuando el a?o acaba, me agobia este desperdicio: la voz de la tristeza es la de la hormiga amonestando a la incorregible cigarra. In¨²tilmente. Qu¨¦ pronto se ha hecho tarde.
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