Alfred Hitchcock o la perturbaci¨®n social del talento
Construy¨® sus pel¨ªculas sobre un talento peculiar e intransferible e impuso ese talento a una industria que reconoc¨ªa pocas excepciones
Fueron los mismos cr¨ªticos que definieron a John Ford como fascista mataindios quienes se regodearon en presentar a Alfred Hitchcock como un saltimbanqui o un funambulista. Uno y otro fueron el blanco favorito de ilustres polit¨®logos o soci¨®logos, imbuidos de su propia importancia y reconvertidos (?a su pesar?) en analistas f¨ªlmicos. Es de suponer que tal hostilidad ha desaparecido; si no del todo, est¨¢ soterrada por el tiempo transcurrido desde que ambos murieron y la evidencia de que si el cine es una forma art¨ªstica se debe a que personalidades como ellos llevaron al l¨ªmite la capacidad de expresi¨®n del producto industrial. M¨¢s lejos nadie ha ido todav¨ªa.
La exposici¨®n sobre Hitchcock en la Fundaci¨®n Telef¨®nica nos recuerda que el director ingl¨¦s construy¨® sus pel¨ªculas sobre un talento peculiar e intransferible. Impuso ese talento a una industria que reconoc¨ªa pocas excepciones. Para que se entienda, ni Michael Curtiz ni Victor Fleming, por poner dos ejemplos, pudieron rodar sobre el pilar exclusivo de su visi¨®n cinematogr¨¢fica; Hitchcock s¨ª. Lo consigui¨® porque ese talento, que le permiti¨® construir cada secuencia y cada plano (o sucesi¨®n vertiginosa de ellos, Psicosis) con un valor a?adido, a veces inconmensurable, sobre el guion (compru¨¦bese, entre innumerables ejemplos, el plano, sencillo y angustioso, de Cary Grant e Ingrid Bergman debatiendo sobre sus aterradoras inhibiciones en Encadenados) conect¨® intensamente con los espectadores y se hizo valer a s¨ª mismo.
Hitchcock no solo refulge en las secuencias de virtuoso convertidas ya en lugar com¨²n del cine. ?Qui¨¦n se resistir¨¢ al movimiento de c¨¢mara en Encadenados desde una panor¨¢mica general a la mano donde Ingrid Bergman guarda la llave, o al ataque del avi¨®n fumigador a Cary Grant en Con la muerte en los talones, o al desasosegante plano del p¨²blico en el partido de tenis de Extra?os en un tren, o a la secuencia del asesinato en la ducha de Psicosis, o al travelling de retroceso en Frenes¨ª? Pero lo mejor de Con la muerte en los talones est¨¢ en la conversaci¨®n de los protagonistas en el vag¨®n restaurante, lo que impresiona de Psicosis es la semisonrisa giocondiana de Tony Perkins (un sencillo encuadre sostenido) mientras observa c¨®mo se hunde en el pantano el coche de Janet Leigh, lo que importa en V¨¦rtigo es la reacci¨®n de Jimmy Stewart ante una Kim Novak fetichizada y lo que horroriza en Falso Culpable es esa mirada de Henry Fonda a sus propios pies cuando ha sido encarcelado.
Acosaba a sus actrices, dicen; maltrataba a los actores, aseguran; no era simp¨¢tico, presumen (¡°Nuestros directores acostumbran a llevar corbata¡±, apostrof¨® fr¨ªamente a William Friedkin cuando este rodaba un episodio de La hora de Alfred Hitchcock), y desconfiaba de los guionistas (¡°Ah¨ª est¨¢ otra vez ese gordo intentando bajar de la limusina¡±, bramaba Raymond Chandler cuando el gordo ven¨ªa a atornillarle por el guion de Extra?os en un tren). Pero si alguien ha rodado pel¨ªculas como La ventana indiscreta o Los p¨¢jaros tiene que exhibir alg¨²n tipo de tormento asocial. Son los costes o las externalidades del talento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.