11 fotosUna mirada al ¡®apocalipsis¡¯ del YolandaUn relato fotogr¨¢fico sobre los dram¨¢ticos efectos del tif¨®n Haiy¨¢n en Filipinas, en 2013, que sigue recibiendo galardones Tacloban - 08 ene 2017 - 22:01CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlace"En noviembre de 2013 tome un vuelo en Filipinas desde la base militar de Ceb¨² City hasta Taclob¨¢n para poder captar las consecuencias del apocal¨ªptico tif¨®n Haiyan, que hab¨ªa dejado un rastro de unos 7.000 muertos y la ciudad de Taclob¨¢n tan devastada, llena de revueltas y de saqueadores que se hab¨ªa decretado estado de sitio y las patrullas militares fuertemente armadas intentaban controlar la situaci¨®n. ?sta era tan grave que all¨ª solo se pod¨ªa llegar embarcando en un vuelo militar junto a los soldados, ya que no quedaba nada del aeropuerto y masas de gente aguardaban para ser evacuados. A escasa distancia de la zona de aterrizaje los cad¨¢veres aparec¨ªan por todas partes. Esta serie fotogr¨¢fica, premiada con tres oros y un bronce en el Festival de Par¨ªs (Px3) 2014, constituye un intento fotoperiod¨ªstico de exponer las devastadoras y terriblemente dram¨¢ticas consecuencias de la cat¨¢strofe"."Una vez dentro de la ciudad, el entorno era apocal¨ªptico, los supervivientes merodeaban como zombies en busca de agua y de comida y todas las tiendas hab¨ªan sido saqueadas. Grupos organizados hab¨ªan llegado de otros lugares y de la c¨¢rcel de Kashuagan se hab¨ªan ido todos los presos, por lo que grupos de militares y civiles intentaban restablecer el orden. Parec¨ªa una ciudad fantasma y muchos supervivientes se recog¨ªan delante de hogueras. Al caer el sol se instauraba el toque de queda y hab¨ªa que dormir donde se pod¨ªa junto a otros supervivientes. Cuando consegu¨ªas una botella de agua la terminabas repartiendo al ver que la gente no ten¨ªa nada"."De una manera admirable, las fuerzas a¨¦reas de varios pa¨ªses, entre las que destacaban las Filipinas y las de Estados Unidos, se organizaron para distribuir v¨ªveres y efectuar rescates y evacuaci¨®n de heridos, trabajando tanto de d¨ªa como de noche. Muchos soldados, conscientes de que con el paso del tiempo disminu¨ªan las posibilidades de dar con supervivientes que pod¨ªan a¨²n quedar atrapados entre los escombros o en zonas remotas, se esforzaban tanto en trabajar que quedaban f¨ªsica y psicol¨®gicamente extenuados y, si no se tomaban un descanso, el estr¨¦s pod¨ªa hacer mella en ellos, circunstancia particularmente destacable entre el personal sanitario"."Durante semanas, el personal militar de tierra filipino establec¨ªa el reparto de v¨ªveres a trav¨¦s de convoyes desde los puntos de almacenaje, como el City Hall de Taclob¨¢n donde, manejando un mapa de las zonas afectadas, decid¨ªan cu¨¢l era prioritaria. Al principio, al ser frecuentes las confrontaciones con turbas y revueltas de gente que pod¨ªa asaltar los convoyes, los soldados se dirig¨ªan a los destinos fuertemente armados y el reparto de las provisiones tambi¨¦n se efectuaba bajo la presencia de patrullas. El momento m¨¢s conflictivo surg¨ªa cuando la gente que pertenec¨ªa a zonas no prioritarias intentaba detener el convoy en las carreteras"."Cuando descend¨ªamos con el helic¨®ptero a las zonas m¨¢s afectadas, se segu¨ªa un estricto protocolo de seguridad para prevenir asaltos. Nada m¨¢s avistar el helic¨®ptero se pod¨ªa ver a la muchedumbre corriendo por debajo con desesperaci¨®n, y al descender el piloto les hac¨ªa se?as para que guardaran la distancia mientras el resto de la tripulaci¨®n colocaba una cinta de demarcaci¨®n sobre el suelo en donde amontonaba la ayuda humanitaria; si la gente se acercaba demasiado, el helic¨®ptero zarpaba de inmediato. Las luchas por los v¨ªveres llegaban a tornarse violentas, y si alcanzaban la nave y se intentaban meter dentro o agarrarse a un esqueje, pod¨ªan causar graves accidentes, algo que no infrecuente"."Pod¨ªa suceder que un abuelo y su nieta, que hab¨ªan sobrevivido milagrosamente en un entorno totalmente destruido, aguardaban a que las fuerzas de rescate les pudieran entregar v¨ªveres o les pudieran evacuar a Manila. La presencia de ni?os supervivientes era un motivo de gran j¨²bilo y muchas familias llegaron a bautizar a sus hijas con el nombre de Yolanda, que era el nombre que le dieron los filipinos al tif¨®n. Con frecuencia, el j¨²bilo, la risa y las bromas eran el ant¨ªdoto del que se dispon¨ªa para afrontar el estr¨¦s post traum¨¢tico, pero al final todos terminamos sufri¨¦ndolo, aunque la solidaridad era enorme. Muchas veces, gente desconocida se abrazaba llorando, nunca hab¨ªa vivido algo as¨ª"."A medida en que se iban reduciendo las posibilidades de dar con supervivientes, los equipos de rescate de tierra centraron sus esfuerzos tambi¨¦n en la recuperaci¨®n de cuerpos que eran llevados de inmediato a una fosa com¨²n para ser incinerados. En la b¨²squeda de heridos se emplearon m¨¢s las unidades caninas con equipos que llegaron de pa¨ªses tan diversos como Corea del Sur o Canad¨¢. Un momento duro era cuando se examinaban las pertenencias y se relacionaban con los cuerpos para poderlos identificar, era entonces cuando lo que parec¨ªa una masa irreconocible se desvelaba como un ser humano que hab¨ªa vivido pocos d¨ªas antes"."En las inmediaciones de lo que quedaba del aeropuerto de Taclob¨¢n se estableci¨® un fuerte control militar, encaminado a decidir qu¨¦ supervivientes ten¨ªan la prioridad de ser evacuados: tras los heridos eran ni?os y mujeres, pero el mayor dilema era que hab¨ªa muchos padres con sus hijos en pugna continua para conseguir una plaza en el avi¨®n de evacuaci¨®n y los sitios eran limitados. La gran mayor¨ªa hab¨ªa de aguardar en largas colas a la intemperie durante d¨ªas mientras no paraba de llover y por la noche hac¨ªa fr¨ªo. Una madre perdi¨® a su hijo mientras esperaba despu¨¦s de varias jornadas junto a sus otros hijos, pero continu¨® all¨ª por miedo de que sus otros hijos perdieran su turno de evacuaci¨®n"."Durante los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de la cat¨¢strofe, muchos supervivientes se amparaban en la continua actividad y en la solidaridad para ayudarse los unos a los otros, olvid¨¢ndose de esta manera de la verdadera envergadura de lo que estaban viviendo. Era en la ¨²ltima etapa, y cuando ya hab¨ªan conseguido ser embarcados tras d¨ªas de espera para ser evacuados a Manila, cuando tomaban conciencia de lo que les hab¨ªa tocado vivir y entonces se desmoronaban, repentinamente conscientes de todo lo deb¨ªan dejar atr¨¢s. Antes de tomar el vuelo de evacuaci¨®n era cuando muchos se percataban de que ni siquiera hab¨ªan podido tener un momento de duelo por sus seres queridos"."A menudo, cuando los heridos por el tif¨®n volv¨ªan a recuperar la consciencia en un hospital, el trauma psicol¨®gico era mucho mayor que sus heridas y, si no pod¨ªan tener asistencia psicol¨®gica, les sedaban. Era devastador cuando despertaban y comprobaban que ellos pod¨ªan ser los ¨²nicos supervivientes de su familia, como en esta imagen de un padre con su hijo, aunque si quedaba un solo miembro con vida, a menudo ¨¦ste se convert¨ªa en el ¨²nico motivo por el que luchar y seguir viviendo"."Al establecerse prioritario el rescate de heridos en el tif¨®n por parte del personal especializado, fueron numerosos los civiles que ayudaron en la recuperaci¨®n de cad¨¢veres para evitar la expansi¨®n de epidemias. Una ma?ana temprano acompa?¨¦ a unos pescadores que con una piragua remolcaban los cuerpos y los anudaban entre s¨ª dej¨¢ndolos flotar sobre el agua a la espera de que los transportaran a una fosa com¨²n. A veces se pod¨ªa ver que algunos eran familiares porque a¨²n permanec¨ªan entrelazados. Cuando llegaron las primeras provisiones de rescate, la gente se negaba a comer pescado porque dec¨ªan que los peces se hab¨ªan estado alimentando de los muertos".